En algún sitio dije que Abraxas es, en cierta forma, la hermana pobre de Valdemar. Sus intentos de emular a su competidor directo casi siempre se han saldado con el fracaso, no siempre de forma justa, y este libro es una buena muestra de ello.
“Por los mares encantados” se publicó en 2004, el mismo año que Valdemar sacaba “Mares tenebrosos”. Ambos libros son enormemente parecidos, dos antologías de cuentos de ambientación marina con la única y ligera diferencia de que Valdemar les dio un aire más de terror y Abraxas se centró en la fantasía.
Bien, el libro de Valdemar tiro dos ediciones en apenas dos meses (todo un éxito para el fantástico nacional) y el de Abraxas pasó sin pena ni gloria y acabó saldándose de mala manera ¿Hubo justicia en esto? Si y no.
Me explico, “Mares tenebrosos” era, sin lugar a dudas, un libro mejor hecho que “Por los mares encantados” (empezando por el título y la portada, tan parecidos y tan diferentes). La diferencia de precio entre uno y otro no era excesiva y, sin embargo, el de Valdemar recogía 19 cuentos y varios poemas frente a los 8 relatos del de Abraxas. Además uno estaba presentado en lujosa tapa dura y el otro en la más cutre tapa blanda (que por cierto, en apenas dos años está perdiendo la capa de fino plástico traslucido que la cubre).
Sin embargo, no me queda tan claro que un libro sea realmente mejor que otro, o, por lo menos, tan distintos en calidad que se justifique el fracaso y éxito respectivos.
Ambos cuentan con una selección de relatos notable y una muy buena traducción (excepto algún americanismo en el caso de “Por los mares encantados”). Valdemar prefirió seleccionar menos conocido, sin duda con el objetivo de llamar la atención de un público “entendido” y que no deseaba leer las mismas historias de siempre.
Abraxas, en cambio, seleccionó cuentos y autores clásicos lo que hace que el resultado final sea más redondo pero se corre el riesgo de que mucha gente huya del libro al ver cuentos que uno ya tiene en otras antologías (de hecho, esto sólo ocurría en 6 de los 19 relatos de “Mares tenebrosos” frente a 5 de 8 de “Por los mares encantados”).
Con todo, creo que la auténtica razón del fracaso de “Por los mares encantados” no tiene tanto que ver con la calidad del volumen como con los problemas de distribución que siempre ha sufrido Abraxas (y que no tiene Valdemar), y que han hecho que su proyecto editorial haya naufragado una vez y no quede muy claro su futuro a pesar de su reciente resurrección.
Hablando ya del libro en si, “Por los mares encantados” se abre con un clásico indiscutible como es “Manuscrito encontrado en una botella” de Edgar Allan Poe, ultraconocido y fácil de conseguir en la edición de sus cuentos de Alianza. Es un relato casi perfecto y uno de los mejores de Poe que ya ha sido comentado mucho mejor por otros críticos más cualificados que yo, así que me abstengo de decir nada excepto que dentro de la obra del norteamericano es uno de mis preferidos.
Continúa una novela corta anónima de 1780 de origen francés “El paso del polo ártico al polo antártico por el centro de la tierra” inédita en castellano. Se deja leer pero no es nada del otro mundo, sigue la estela de los “viajes maravillosos” tan en boga en esta época, en este caso basándose en una teoría de aquellos años (cuando aún no se había llegado al Polo Norte ni se había descubierto la Antártida) según la cual la tierra estaría hueca y se comunicaría por dos enorme simas situadas en lo polos.
Un ballenero hace accidentalmente el viaje y llega a un Polo Sur fantástico habitado por extraños animales, misteriosas ruinas y peculiares fenómenos geológicos. El autor posee una buena imaginación visual pero, por desgracia, no hay ninguna trama en toda la novela ni ningún personaje, sólo la descripción pura y dura de las diferentes maravillas encontradas, más o menos excéntricas y curiosas. A la larga cansa y causa tedio, máxime si hay que hacer un poco de esfuerzo para meterse en la alambicada prosa dieciochesca.
Parecido y distinto es el próximo cuento tampoco habitual entre los lectores hispanos: “La naves encantadas” de Allan Cunningham. De hecho, y bajo un tenue esquema narrativo, se esconde la transcripción de varias leyendas populares escocesas de tema marino. Nada hay reprochable en acudir a semejantes fuentes, en Irlanda se hizo lo mismo con resultados excelentes. Lo que ya es más dudoso es el no enmascarar apenas el origen de la narración y el mezclar sin ton ni son varias leyendas en un mismo cuento. La torpeza de Cunningham es mayúscula si tenemos en cuenta que el pretexto para empezar a contar estas leyendas siniestras es el ahogamiento de un joven en frente de los protagonistas ¿se desesperan ante esta desgracia, se sienten tristes, intentan ayudarle? No, se ponen a contarse unos otros leyendas que justifiquen la mala suerte del ahogado, cuando menos peculiar.
“¡Hombre al agua!” de Francis Marion Crawford es mucho más satisfactorio. De hecho es una pequeña obra maestra del cuento anglosajón de terror a la altura de James o Le Fanu. Crawford es menos conocido que estos autores pero se merece un mayor reconocimiento por parte de los aficionados. La ambientación marinera es impecable, el uso del habla cotidiana perfecto (el cuento esta narrado por uno de sus protagonistas), el suspense y el ritmo se mantienen hasta el final y el clímax conseguido es insuperable. En fin, que podría presentarse perfectamente como el ejemplo ideal de cómo narrar un cuento de fantasmas en el siglo XIX. Eso si, se puede conseguir en la antología de cuentos de este autor publicada por la propia Abraxas “Por qué la sangre es vida”.
Si hablamos de terror en el mar hay que hablar de William Hope Hodgson y, como no, aparece aquí representado por “El Shamraken regresa a casa”, puede que no sea una de sus mejores obras pero es de una crueldad insuperable, a pesar de lo poético de su prosa, claro que el mar no es precisamente un lugar amable. De nuevo es posible encontrarlo en varias antologías de Hodgson como “Aguas profundas” (El Cid) o “Desde el mar sin mareas” (Valdemar), aunque ambas estén más que agotadas.
“La flauta” de Marcel Schwob es un lírico y bello cuento sobre el sentido de la vida muy en la línea del decadentismo francés de fin de siglo. Una vez más podemos encontrarlo sin mayores problemas en la antología del mismo autor (y también en Abraxas, lo que ya empieza a resultar algo mosqueante) “El rey de la mascara de oro”.
“Historia de tierras y de mares” de Lord Dunsanny es la pieza maestra del libro y que justifica su compra (si no fuera por que es posible encontrarlo en “En los confines del mundo” (Siruela), eso si, descatalogado). Una trepidante aventura de piratas con la salvedad que los barcos “navegan” por el desierto del Sahara. Un absurdo que Dunsanny recrea con tal gracia que pronto olvidamos su condición y nos dejamos llevar por su ágil prosa y fértil imaginación.
Por último, un cuento de ciencia ficción “La nave que surcaba el mar del espacio” de Barrington J. Bayley, un autor poco conocido por estas tierras y que cuaja aquí una narración plena de “sentido de la maravilla” y de la que es mejor no contar nada a fuerza de estropear su magnífico efecto. Y no, no es una gracia del editor el publicarlo aquí, posee una tremenda lógica dentro de una antología de cuentos fantásticos marinos. El hecho de que hasta ahora sólo estuviera disponible en dos o tres antologías argentinas bastante difíciles de encontrar ("Fenix 2" de Adiax es probablemente la más conocida) es la otra gran excusa para comprar el libro.
Por acabar, un buen libro que mereció más suerte de la que tuvo y cuyo único defecto es, como he dejado bien claro, lo fácil que es conseguir muchos de sus cuentos en otros sitios. Por lo demás un perfecto complemento a “Mares tenebrosos” (cuya crítica saldrá un día de estos en “Hélice”).