sábado, enero 28, 2006

Sobre el Terror y su Supuesta Crisis

El Terror está en crisis. Este es un tópico que se comenta habitualmente entre los seguidores del fantástico y todo el mundo da por bueno. Frente al auge de la Fantasía y la digna supervivencia de la cf, el género de Terror vive malos tiempos y un futuro aún más incierto.
Pues lo siento pero no cuela. Sinceramente, eso no es así. Me explico, el Terror goza de buena salud en el mercado editorial español y, si me apuran, mucho mejor que la de la cf. Solo hay que darse una vuelta por una gran superficie para ver como las estanterías de Terror ocupan una superficie similar a las de cf o Fantasía (para ejemplo la FNAC de Madrid). Pero, además, el Terror tiene su propia colección dentro de una editorial tan importante como La Factoría de Ideas y posee nada más y manda menos que el monopolio en otro sello tan distinguido como Valdemar, además de una importante presencia en Siruela. Se me dirá que Valdemar y Siruela solo publican clásicos, cierto pero en el caso de Terror, los clásicos son, a veces, tan importantes o más que los contemporáneos. Si alguien quiere iniciarse en ese género necesita leer a Le Fanu, James, Blckwood, Hope Hodgson, Lovercraft, Stoker y demás para entenderlo y disfrutarlo a fondo. Algo parecido no existe en ni en la cf ni en la fantasía. Conseguir obras de los creadores de estos géneros es misión imposible. En Fantasía, comprar libros de Lord Dunsay, Branch Cabell, William Morris o George McDonald no es fácil y menos aún en una colección exclusiva. De la cf prefiero no hablar, si no llega a ser por Spielberg nadie se habría animado a hacer una edición asequible de “La Guerra de los mundos” de H. G. Wells.
Por otro lado, los libros de Terror también aparecen publicados en colecciones generales no de género. Stepehen King, Peter Straub o Lovercraft suelen aparecer en Planeta, Alianza o Plaza & Janés y eso es mucho más difícil para la cf más dura o para la Fantasía más épica.
Por no olvidarnos de que el premio más importante de novela fantástica en castellano (el Minotauro) ha recaído en “Los sicarios del cielo” de Rodolfo Martínez que algunos han llamado fantasía oscura pero dado que recrea una lucha entre ángeles y demonios bien se puede calificar como terror.
En cualquier caso, simplemente pondré un ejemplo de este último año, el 2005, referido al terreno del relato corto nacional. En dicho año se han publicado un total de 7 antologías de relatos fantásticos originales en español: los dos Artifex, Paura 2, los premiso UPC, Visiones, el Melocotón Mecánico y “La ciudad de los muertos” de Vortice. De las 7 hay 2 que son exclusivamente de terror o casi: “Paura 2” y “Visiones 2005”. No existe nada parecido para la Fantasía y la cf solo lo logra con “Los Premios UPC 2005” y “La ciudad de los muertos” (y ambos son premios en los que las bases indican que solo se admiten relatos de cf).
Si contamos en número de relatos la cosa es aún más clara. De 68 relatos hay 34 que pueden situarse claramente dentro del género de terror, aunque reconozco que un par de ellos son extraños híbridos entre terror y cf y alguno más podría entrar en el indefinible sub-género de la fantasía oscura. Eso significa que el 50 % de estos cuentos son Terror, una cifra que variaría, seguramente a más, si las bases del premio Vórtice y del UPC fuesen más abiertas. Si, además, se añadiesen los 9 cuentos del suplemento de Quo (que he decidido no incluir por ser una edición no venal y que ha pasado bastante desapercibida entre el fandom), entonces habría que hablar de goleada.
Lo más llamativo es el caso de Biblioplis, a pesar de tener un antología exclusiva para el Terror (Paura), entre los dos Artifex salen 20 cuentos de los que 9 son de terror. Eso significa que si Luis quisiera, podría sacar dos Pauras cada año y un solo Artifex.
El desglose por antologías sería el siguiente:

El Melocotón Mecánico: 11 cuentos y 4 de terror.
Artifex 1: 10 cuentos y 5 de terror.
Artifex 2: 10 cuentos y 4 de terror.
Paura 2: 10 cuentos y todos de terror.
Visiones 2005: 13 cuentos y 11 de terror.
La ciudad de los muertos: 10 cuentos y ninguno de terror.
Premios UPC 2005: 4 cuentos y ninguno de terror.

En fin, como conclusión, no se si el terror está en crisis pero si los gustos de nuestros autores coinciden con los del público esa crisis está a punto de finalizar.

miércoles, enero 25, 2006

La Flor de Cristal de George R. R. Martin / Musgo de Vida de Ian R. MacLeod


A veces es curioso como funciona el destino en el caso de una rata libresca como yo. Hay tantas antologías de relatos fantásticos en el mercado (y cuando hablo de mercado me refiero también al de segunda mano) que con el paso del tiempo he elaborado un sencillo protocolo para decidir si me las compro o no. Si hay un autor (aunque solo sea uno) que me guste, el libro cae. Vale, puede que no tenga mucha lógica y que al final me haga con muchos libros que son auténticos bodrios por que anda que no hay relatos mediocres de autores consagrados pero es un criterio como cualquier otro y que me da la sensación de que no es solo idea mía y si no ¿por qué casi todas las antologías suelen colar al menos un nombre de alguien de primera fila a ser posible bien visible en la portada?
En fin, como decía, esta costumbre mía me ha deparado unas cuantas sorpresas, desagradables algunas pero bastante satisfactorias muchas otras. Así, a veces, compro un libro por un cuento de uno de mis escritores favoritos y gracias a él descubro a un desconocido que me fascina. Y eso me ha pasado con este librito. Si cayó en mis manos fue, básicamente, por la novela corta de George R. R. Martín, uno de mis fetiches de culto personal. Bueno, “La flor de cristal” está bien pero, sinceramente, no es de lo mejor del autor de “Muerte de la luz”. Sinceramente, se me ocurren unos cuantos cuentos suyos inéditos que publicar antes que este pero, obviamente, Domingo Santos, el recopilador, no tiene el mismo criterio que yo. “La flor de cristal” es una de esas historias de Martín llenas de exotismo y plenas de sentimientos. Ambientada en el universo de la Doble Guerra, que fue la base de los relatos y novelas de su primera época, es la historia de un juego terrible en el que se puede ganar mucho pero también perder demasiado. Es también una interesante reflexión sobre la memoria, el yo, la inmortalidad y el poder pero, personalmente, me ha sabido a poco. Puede que haya puesto el listón muy alto con Martín pero desde luego, esta historia no me ha llegado tanto como otras muchas suyas.
Acompañando al triunfador se situaba una novela corta de un ilustre desconocido: “Musgo de vida” de Ian R. MacLeod. Como decía, esta historia es la que verdaderamente justifica la compra de este libro y la que me ha hecho buscar cualquier otra cosa de este autor. Es por lo tanto una grata sorpresa de esas que a veces ocurren con mi peculiar sistema.
“Musgo de vida” comparte algunos puntos en común con “La flor de cristal”, en especial la ambientación exótica y la reflexión sobre cuales son nuestros deseos más ocultos y que estaríamos dispuestos a hacer para conseguirlos. Sin embargo, el cuento de McLeod es bastante más efectivo que el de Martín. Su exotismo, con una civilización neoárabe en un planeta poco desarrollado y casi estrictamente femenina, es bastante original y recuerda a lo mejor de Vance, McLeod se detiene en especial en aspectos de la vida cotidiana como las viviendas, los alimentos, etc que dotan de una gran profundidad a la ambientación de la historia. Esta, en si, no deja de ser una novela de aprendizaje, un género bastante manido pero fascinante cuando está bien hecho como es el caso. El paso de la infancia a la madurez (adolescencia mediante) de la protagonista está contado con una gran sensibilidad y cuidado, deteniéndose en especial en la huella del amor (tanto el consumado como el frustrado) y en la persecución de una vocación que, como en tantas ocasiones, no deja de ser una forma de romper con el pasado y huir del hogar familiar, una forma definitiva de madurez.
McLeod escribe bastante bien pero, además, toca varios registros que no son muy habituales en la cf. En efecto, su estilo es lento, pausado incluso, demasiado moroso a veces, a la vez que huye totalmente de los fuegos de artificios típicos de otros escritores digamos más “populares”. Gracias a ello, consigue crear una voz única y original que se agradece en medio de tanto adocenamiento bestsellero.
El Doble de Ciencia Ficción es una de las colecciones más interesantes que han aparecido en los últimos años en el mercado editorial español. Sin embargo, parece que corren malos tiempos para la Editorial Robel, este quinto volumen de la colección apareció hace un año y no parece que el sexto este en mente de nadie. La revista Asimov, otro de los buques insignias de este sello, acaba de fenecer. En fin, que el darwinismo ha empezado a funcionar y, por desgracia y como suele ser frecuente, no siempre se ceba en los que realmente se lo merecen.

martes, enero 24, 2006

Artifex 2


En líneas generales, se puede decir que este segundo tomo de Artifex es más satisfactorio que el primero. Los relatos poseen una calidad media mayor y el número de historias mediocres es bastante menor. Bajo mi punto de vista, el mejor cuento es “Todo lo que nadie pueda imaginar” de un primer espada español del género como es Juan Miguel Aguilera. Un relato bastante autorreferencial y que, probablemente, solo podrá ser degustado con total satisfacción por un veterano lector de cf. La idea básica es la visita que recibe un anciano Julio Verne por parte de un misterioso joven. A lo largo del relato los homenajes se suceden, no solo al propio Verne, si no a autores tan dispares como Larry Niven o Philip Jose Farmer para culminar en un final hard de lo más épico y cosmogónico que se pueda imaginar. Otro aspecto bastante interesante es que Aguilera recrea parte de las ideas del teólogo francés Teilhard de Chardin llevándolas a sus últimas consecuencias. En fin, que creo que se nota que me ha gustado bastante.
Otros cuentos interesantes son “Paraíso” de Carlos Martínez Córdoba, con una ambientación espectacular pero que adolece de poca chicha argumental y un final demasiado abrupto ; “La biblioteca de Alejandría” de Carlos Abraham que a pesar de su aire un tanto anticuado está muy bien escrito y es bastante efectivo; “Margabarismo” de Félix J. Palma, un delicioso y peculiar híbrido entre el cuento de fantasmas y la novela romántica; “Barrotes celestiales” de Alejandro Carneiro, de lejos el más delirante de todos y con un desarrollado sentido del humor; “Monstruos marinos” de Jimina Sadadú una bella recreación de la infancia; y “Escombros” de Santiago Eximeno un pastiche lovercraftiano, de acuerdo, pero también es un muy buen cuento de terror de los que de verdad dan bastante miedo.
Entre los que me han gustado menos, lo que no significa que no sean buenas historias, están “Espinas” de Alex Vidal, “Mascaras” de Tomás Donaire y “Más rápido que nunca jamás” de Víctor M. Anchel.
En cualquier caso, quizás esta sea la mejor antología de cuentos fantásticos en lengua castellana del año 2005 y, desde luego, si el nivel de los originales que reciben Luis G. Prado y Julián Díez es de semejante calibre no les envidio en absoluto su trabajo.

jueves, enero 19, 2006

Artifex 1


Renovarse o morir y, en este caso, afortunadamente, fue renovarse, de esta forma, Artifex encaró en el 2005 un nuevo avatar llamado Tercera Época y donde se dejó de lado el formato revista o el aire entre amateur y elitista de anteriores reencarnaciones para dar paso a lo que en el fondo siempre ha sido este proyecto: una antología de relatos fantásticos en castellano en formato bolsillo. Puede que las portadas sean más vistosas y llamativas que antaño pero la esencia de Artifex sigue intacta, esperemos que por mucho tiempo.
Este primer tomo presenta una variada y nutritiva selección donde, prácticamente, se tocan casi todos los géneros del fantástico nacional.
Gustarme, gustarme sobre todo me ha gustado “La cotorra de Humboldt” de Lorenzo Luengo, un afilado estudio sobre la condición humana y una muestra más de su prosa evocativa y barrroca.
Ahora, reconozco que el cuento que más me ha subyugado es “Las muchas hazañas de la Sección 13” de José María Faraldo, puede que no sea el mejor, de acuerdo con que apenas hay historia y solo es un esbozo de algo más grande, por supuesto que no deja de ser un pastiche, homenaje o plagio pero la idea de crear una Liga de los Hombres Extraordinarios con personajes de la literatura española de finales del XIX y principios del XX (la Doña Inés de Zorrilla, Silvestre Paradox de Baroja, Pío Cid de Ganivet e, incluso, ¡Marcelino Pan y Vino!) me resulta, sencillamente, irresistible y más aún si se sitúan en una República ucrónica dirigida por Don Manuel Azaña (que uno no es solo friki con esos de la cf).
El resto de los cuentos, sin llegar a deleitarme como estos dos, no dejan de tener su interés. “La traición de Judas” de Joaquín Revuelta empieza como un cyberpunk desquiciado y cuando está totalmente pasado de rosca se convierte en otra cosa para acabar volviendo a mutar en otra totalmente distinta, desgraciadamente me iba gustando más antes de los giros de tuerca. “El bolso de Marga” de Nuria C. Botey es un cuento tan breve que no merece la pena resumirlo, solo decir que es tan incongruente como delicioso y que da bastante miedo. “No les llames dinosaurios” de Javier Esteban es, para mi, el más flojito de todo el volumen, un primer contacto un tanto ininteligible. “Grex Christi Blues” de David Soriano es un muy buen análisis de cómo funcionan las mentes estrechas cuando les da por la manía religiosa, una buena y deprimente fantasía oscura con unos diálogos un poco forzados (por poner una pega). “Sushi” del prolífico Marc Soto es también bastante breve, muy poco fantástico y, si me apuran, un poco insustancial. “Lugares” de Sergio Gaut vel Hartman es uno de esos cuentos inverosímiles donde la lógica es lo menos importante y priman otros valores, en este caso una imaginación desbordada y el sano interés de acojonar al personal. “Bajo la aurora” de Blanca Martínez Sancho es un curioso híbrido entre cf y terror, misterioso y sobrecogedor, con un interesante tratamiento de los vampiros y un cierto aire a Hope Hodgson. Por último, “América” de Juan Antonio Fernández Madrigal no deja de ser un ejercicio de estilo. En este caso escribir un relato a la “New Wave” solo que en el 2005 y con el 11-S de fondo.
En fin, un libro de lo más interesante, no solo por los cuentos propiamente dichos si no por la variedad de estos, una buena pista para ver por donde van los tiros en el fantástico patrio.

miércoles, enero 18, 2006

Paura 2


Afortunadamente, “Paura”, la antología de terror editada por Bibliopolis bajo los auspicios del colectivo Xatafi, no fue flor de un día y, de momento, prosigue su andadura. Este segundo volumen presenta una estimulante y bastante terrorífica colección de cuentos de miedo que ningún aficionado al género debería perderse (vale, suena a tópico pero es cierto).
En mi humilde opinión, los mejores son “Dragón podrido” de Juan Díaz Olmedo, una exótica y espantosa fantasía con el colonialismo y el turismo más vacuo en su punto de mira; “Capítulo LIII” de Manuel Díez Román y Salvador Huete, la narración más larga del libro y la más arriesgada, un homenaje al romanticismo francés con un estilo lento y barroquizante con algunos altibajos pero, a la vez, poseedora de una tremenda potencia a la hora de describir escenas realmente nauseabundas (ese aquelarre...), eso si, resulta un tanto extraño que esta historia ambientada en el París del XIX este presente en un libro (y cito su portada) de “terror contemporáneo”; cierra la terna “Al final de este viaje” de Santiago Eximeno, una poética fantasía oscura ambientada en la Cuba de hoy y con un delicioso aire al mejor realismo mágico.
El resto de los cuentos quizás no alcancen la precisión de estos tres pero no dejan de ser interesantes. “El rey mago” de David Jasso nos presenta unas perturbadoras y algo enfermizas Navidades aunque es demasiado largo y moroso para lo que cuenta; “Marcado tres veces” de Rodolfo Martínez (también presente en la antología de Quo) es una buena presentación para una historia más larga, esperemos que Rodolfo escriba esa historia algún día; “Atracción turística” de Sue Burke es un original cuento de vampiros que consigue dar una vuelta de tuerca más al manido mito del chupasange; “El hombre de la pala” de Alfredo Álamo es un efectivo y bien escrito cuento de miedo de los de toda la vida; y “Volverás” de Marc Soto es el brevísimo (y un poco rutinario) monologo de un zombi. Quedan los dos cuentos más flojos según servidor: “A fin de cuentas” de Julio Abelenda, demasiado literario en el peor sentido de la palabras; y “Paisaje nocturno con monstruos” de David Soriano, una historia que suena a ya leída y que se me hizo un poco larga.
En cualquier caso, un digno destello en medio del apagón generalizado que está viviendo el Terror en nuestro país.

viernes, enero 13, 2006

Postales desde La Habana y otros relatos


La verdad es que va a dar la sensación que me estoy convirtiendo en una especie de crítico rapaz, de esos a los que no hay nada que les satisfaga y le ponen peros a todo. De verdad que intentó que los libros que me compro me gusten, suena algo pueril pero es cierto, puede que sea un intento infantil por ver rentabilidad a mis (excesivos) gastos literarios pero es así. Claro que, a veces, las cosas te las ponen muy difíciles...
Uno coge en sus manos este “Postales desde la Habana y otros relatos” y le parece un libro atractivo, formato de bolsillo, ilustración adecuada, precio ajustado. Empieza a leer la introducción y todo va sobre ruedas y luego llega al primer cuento y el mundo se desmorona.
Primer y más grave error, el tipo de letra cambia. El de la introducción es el normal en libros de bolsillo, por poner un símil el 12 de Word, el de los cuentos se convierte en un 8 o un 6. Vamos, una letra minúscula similar a la famosa letra pequeña de los contratos que nadie se lee (vale, exagero, pero ahí se anda).
Me imagino que la decisión de AJEC para hacer así las cosas tendrá su justificación y supongo que irá por el lado de los costes y poder meter el mayor número posible de cuentos en un determinado número de páginas. Me imagino... En cualquier caso el resultado final puede ser un suplicio, especialmente si uno tiene problemas de vista o bombillas de 40 watios.
Pero ahí no está lo peor, luego te lees ese primer cuento “Da la luz” de Miguel Rodrigo Gonzalo y la mandíbula se te cae a la altura del pecho. Insisto, no quiero ser cruel, pero es que es malo, malo pero que muy malo. Tanto el tema, como el estilo, como los personajes, como todo, sencillamente un cuento que no debería de haberse publicado. Un ensayo que, quizás, lleve a su autor algún día a conseguir obras mucho más logradas pero que como todo ensayo se debería de haber quedado en el cajón, lejos de miradas indiscretas.
En fin, que con semejante panorama a uno le dan ganas de dejar de leer, afortunadamente, ese no fue el caso. Por que, una vez superado el tamaño de la letra y recuperado del shock inicial de ese primer cuento, el resto mejora y, en algunos casos, bastante.
El que una antología sea irregular parece un axioma inamovible de la literatura fantástica y “Postales desde La Haban” la cumple a rajatabla. Hay relatos bastante discretos (aunque perfectamente publicables) y otros realmente brillantes. Entre las decepciones se sitúa “El otro Golem” de Gonzalo Séller un tanto ingenuo y anticuado en su tratamiento de una guerra robots-humanidad, “Besos de sangre” de Alicia Sánchez Martínez una historia de vampiros demasiado deudora de Rice por ser caritativos y “Lorum: Totum Mens” de Gonzalo Guijarro Puebla que más que un relato es un abstracto ensayo filosófico sobre el sentido de la percepción de una supuesta raza alienígena.
Entre lo bueno, hay cosas muy, muy buenas. Un cuento de terror realmente perturbador “¿Te acuerdas?” de Carlos Martínez Córdoba, otro más de similar temática situado en la Barcelona del siglo XVIII y que es un prodigio de ambientación (lastima que tenga un final tan abrupto, parece más el primer capitulo de una novela) “El diván de tela roja” de Silvia Vaello, una magnífica reflexión sobre la violencia de género y con una peculiar y atrayente técnica narrativa “El punto canalla” de María Concepción Regueiro, una interesante reflexión sobre la inmortalidad “Estación de paso” de Eric Brown, un ciberpunk alocado, comiquero y muy divertido “Final” de Ezequiel Dellutri y, por último, las dos joyas del volumen: “Tiempo de dioses” de Fran Ontanaya, un cuento con el hálito de “Pórtico” de Pohl y “Postales desde la Habana” de Ignacio Sanz Vallas, una apasionante ucronía sobre una Cuba que nunca existió gracias a un Nixon que le ganó las elecciones a Kennedy.
Se me olvidaba comentar que el libro recoge el ganador y los mejores relatos del III Premio El Melocotón Mecánico, premio que recayó en el cuento que da título al volumen. Disentir de la decisión de un jurado literario es legítimo y no voy a aguantarme las ganas de hacerlo. Disiento, para mí, el relato de Ontanyaa debería de haberse llevado dicho galardón.
En fin, un libro recomendable si uno se salta un relato y si se tiene a mano una buena lupa.

jueves, enero 12, 2006

Premio UPC 2004


La verdad es que últimamente estoy leyendo bastantes antologías de relatos y la que menos me ha gustado de todas es, paradójicamente, la más famosa y más cara. Cierto que un libro de este tamaño y grosor barato no podía ser pero no es menos cierto que la relación calidad precio brilla por su ausencia.
“Premio UPC 2004” es un volumen en cierta forma fallido y anticuado. El inicio es esperanzador pero pronto da un poco de idea de cual es el tono de todo el libro. En efecto, el tomo se abre con una conferencia de Miquel de Palol titulada “La herencia de los utopistas” y cuya premisa básica es que lo que llamamos literatura de ciencia ficción es solamente una evolución de la tradición utópica que arranca con “La República” de Platón. Hasta ahí todo bien, una idea atrayente, discutible y original (que de hecho Julián Díez ha tocado de una forma u otra en algunas de las opiniones que ha dejado por aquí), lo malo es que a mitad de conferencia Palol se debió de aburrir y prefirió leer uno de sus primeros relatos que ocupa las tres cuartas partes de su ensayo. Eso, por decirlo suavemente, en mi pueblo se llama jeta. Desde luego, si yo hubiera pagado por oír a ese señor y me encuentro semejante situación reclamo el precio de la entrada. En cuanto al cuento, “Velonia tours”, pues si es fantástico (al estilo realismo mágico), no es nada del otro mundo pero no tiene nada nada que ver no con la cf ni con la utopías. En fin, misterios literarios.
La novela corta ganadora es “Robo de identidad” de Robert J. Sawyer y, sinceramente, es muy, muy flojita. Se supone que es una novela negra al estilo clásico americano (Hammett y demás) pero a mi me ha parecido una torpe parodia. El misterio en si se adivina a las 10 páginas, el final se cierra de una forma más que discutible (la trama tiene más agujeros que un queso de gruyere), hay una especie como de machismo soterrado digno de los pulp de los 50 y toda la ambientación es de chiste. Por que, vamos a ver, ¿es creíble que la única colonia marciana (que tiene el tamaño de una ciudad mediana) se haya construido única y exclusivamente para la búsqueda de fósiles que son vendidos en la Tierra a los muy ricos? Sinceramente, el planteamiento me parece irreal.
En el segundo premio hubo un empate entre “Siccus” de Miguel Hoyuelos y “Las lunas invisibles” de Manuel Santos. La historia del argentino Hoyuelos es solo un poquitín mejor que la de Sawyer. En breves palabras: científicos crean una Inteligencia Artificial más lista que nosotros (los siccus del título), una malvada empresa de software recreativo se la vende a humanos estúpidos que parece que solo desean torturar a sus mascotas informáticas, los siccus se rebelan y se enfrentan a la humanidad en internet, al final empate y un atisbo de un posible futuro en que la humanidad desparece para dejar paso a la nueva raza.
Lo siento, está más visto que el tebeo, el estilo no es del todo malo pero despide un suave olorcillo al Asimov mas “robótico” de los 50, los personajes son meros estereotipos: el científico que simpatiza con la IA (que por cierto, son de un antipático que no me extraña que las torturen), la científica guapetona con la que coquetea, el científico capullo que les hace la vida imposible (y que es un traidor, claro), el presidente de la corporación ambicioso y sin escrúpulos, el fanático religiosos que se opone a los nuevos avances, el adolescente agilipollado al que sus padres ignoran... En fin, para que seguir, un conjunto de tópicos que no aburren en exceso pero que tienen un puntito de irrealidad peculiar, por ejemplo (y sin querer ofender a nadie) ¿es creíble que la empresa puntera de IA en los próximos años sea argentina?
“Las lunas invisibles” me ha gustado un poco más y, para mi, es lo único salvable del libro. Un relato complejo (y en el que da la sensación de que el propio autor se pierde un poco), resulta, en el fondo, una mezcla un poco bizarra entre una apocalíptica nueva glaciación, la existencia de vida en Marte y una tecnología experimental para convertirnos en programas informáticos que habiten en paraísos de realidad virtual. Una extraña mezcla entere lo viejo y lo nuevo aunque mucho de lo nuevo ya suene a viejo. Eso si, está bien escrito, con un toque de humor bastante de agradecer y unos personajes que son un poco más “vivos” que los de los otros relatos. Ahora bien, que los protagonistas tengan todos nombres sacados del cine, la literatura y la música (por Dios, hasta hay uno que se llama Rammstein) acaba cargando un poco.
Por último, tenemos el premio que se llevan los miembros de las propia UPC que en este caso ha sido para Santiago Egido por “El ocio de los sanos”. Es, con diferencia, lo peor del libro. La escritura es simplona, simplona, los personajes meros maniquís (la adolescente descerebrada y el joven genio de la biología) y la ambientación extremadamente burda. La idea va sobre el desarrollo de una tecnología que permite diseñar virus a la carta y totalmente inofensivos. El eje de la historia gira alrededor del uso lúdico que de dichos virus hacen los más jóvenes. Hasta ahí todo prometedor, lo malo es que automáticamente Egido se carga toda la historia por que a medida que vas leyendo te das cuenta que entre jóvenes del futuro se meten un virus y jóvenes de hoy que se meten una raya de coca no hay ninguna diferencia. Y lo peor es que todo el cuento tiene un tono absolutamente moralizador del tipo “esa juventud alocada que solo sabe hacer estupideces”. Una cosa es el shock del futuro y otra el rechazo al futuro. Egido nos pinta un escenario posible pero del que únicamente señala sus partes teóricamente más negativas y todo eso lo trufa con una alucinante visión de cómo se supone que son los jóvenes de ahora-mañana. Por cierto, si tienes 15 años lo normal es que te pases los fines de semana enteros en una megadiscoteca, te pongas de drogas (o virus) de todo tipo hasta las cejas, practiques el sexo a lo bestia y de las formas más peculiares imaginables (a ser posible en grupo), te gastes una pasta gansa en todo tipo de idioteces, y, en general, seas de un imbecil que pasma. En fin, uno no sabe si envidiar a estos adolescentes del futuro-presente o tenerles pena.
En resumen, un libro más que prescindible, máxime dado su precio y solo apto para seguidores de la cf más antañona (que me temo es la que prefiere Miquel Barceló). En cualquier caso, si alguien tiene mucha curiosidad que espere un par de años, lo saldan a 5 euros fijo.

Posdata. Acabo de releer el texto y creo que nunca había sido tan ácido o capullo desde que empecé el blog. Lo siento si a alguien le molesta pero, sinceramente, hay veces en que no queda más remedio que comportarse de esta guisa.

miércoles, enero 11, 2006

9 Relatos de Terror y Misterio


Este librillo (o fascículo, o separata o lo que sea) es fruto de una de esas iniciativas a la que las revistas y periódicos suelen recurrir, generalmente en verano, para atraer a lectores remisos, abandonados o huidizos.
En este caso, la revista Quo regalaba (es un decir) una brevísima antología titulada “9 relatos de misterio y terror”. El hecho de que el terror fuese el tema elegido y que en la portada apareciesen un par de autores “de los nuestros” me decidió a hacerme con un ejemplar (y creo que ha sido la única vez en mi vida que he leído el Quo más allá de la peluquería o el dentista).
El caso es que si en entradas anteriores he calificado muchas antologías como un buen modo de pasar una tarde esta puede definirse como una buena forma de gastar una horita relajadamente. Son sólo 50 páginas con muchas ilustraciones, cuentos, por lo tanto muy, muy cortitos pero que, sorprendentemente, me han agradado bastante. Y eso que las historias de los autores que más conocía (“Tres veces seis” de Rodolfo Martínez y “Los ojos de Jaime” de Elia Barceló) me han decepcionado un poquito. Obras menores en la producción de estos escritores y no por su tamaño.
Mucho mejores son “La luz de la noche” de José Carlos Somoza, una fantasía onírica cercana al realismo mágico, “Las mujeres de la casa” de Fernando Marías sobre la maldición que sufre una familia y, en especial, “Extranjeros” de Espido Freire, a la que no había leído nunca pero que me ha gustado mucho como teje esta leve fantasía medieval también sobre otra familia maldita.
“El muerto” de Eugenia Rico no deja de ser meramente correcto, más flojos me han parecido los que no tienen ningún tono fantástico (friki que es uno) como “Defensa propia” de Rafael Reig (sobre turbios asesinatos en la senectud), “La inocencia” de Eloy Tizón (otro más de paranoicos y sus cuelgues) y “La historia de Ernesto Reyes” de José Ángel Mañas, el más soslayable de todos, una historia sin sustancia y que abusa de lo políticamente correcto.
En fin, una agradable sorpresita, vamos.

domingo, enero 08, 2006

Visiones 2005


La tradicional antología de “nuevos valores” que cada año presenta la AEFCFT esta año ha sido recopilada por Santiago Eximeno y, como no tratándose de él, gira, principalmente, alrededor del cuento de terror. En efecto, puede que algunas historias sean ciencia ficción pero todas (bueno, casi todas) tienen una marcadas deuda con el terror o los ambientes macabros. No en vano estamos ante 13 cuentos, un número, evidentemente que no es causal.
Como toda antología es un poco irregular pero teniendo en cuenta que casi todos sus autores son más o menos noveles (con excepciones), el resultado final es más que meritorio. Y hay que reconocer que tanto por precio como por su aspecto físico, el librito no está nada mal.
En mi modesta opinión, el mejor cuento de todos es “Destellos de oscuridad” de Sergio Mars. Si alguien me hubiera dicho hace unos días que el ocultismo podía unirse a la cf hard (en este caso química) sin chirriar, hubiese pensado que me tomaban el pelo. Mars consigue esta peculiar cuadratura del círculo.
También es bastante notable “Cara Data Archangeli” de Sergio Alejandro Amira que logra otro peculiar híbrido, ciencia ficción con una especie de Nuevo Testamento post-Apocalipsis de San Juan y unos arcángeles de lo más desagradables.
Nuria C. Botey aporta una página más al “Libro de los seres imaginarios”de Borges con “Animales de compañía” y Alfredo Álamo se encarga de realizar un perfecta y desagradable fantasía siniestra en “María y los mendigos”.
Otros cuentos desentonan más, no por que estén mal escritos si no por que no acaban de tener elementos fantásticos. “Bella y tierna historia de amor” de Marc Soto y “Ojos que ven” de Ekaitz Ortega no dejan de ser historias de esquizofrénicos que pueden explicarse perfectamente sin recurrir a lo sobrenatural (aunque la primera da bastante yuyu y la segunda crea una sensación de desasosiego bastante desagradable). En esta misma línea está “Duro como una roca” de Sergio Gaut Vel Hartman, una historia inverosímil pero no fantástica.
Otros cuentos hubieran estado mucho mejor si no fuera por algunos defectillos que les impiden ser totalmente redondos como “Nieve negra” de Fernando Ángel Moreno (demasiado confuso) y “Pastor” de Alberto García-Teresa (demasiado apresurado).
“Erinnis” de Raquel Froilán es un intento fallido de relato humorístico de terror. En cambio los intentos de Javier Esteban, J. P. Bango y Oscar Olivares Lucio me han dejado bastante frío.
En cualquier caso, otra antología perfecta para pasar un par de tardes de lo más entretenido (y asustado pero de eso se trata ¿no?).

La Ciudad de los Muertos


Ediciones Parnaso es una de las pequeñas editoriales españolas que está intentando hacerse un hueco en el mercado editorial nacional. Tiene especial mérito por que, de momento, parece que ha decidido dar prioridad a los autores en lengua castellana por encima de los extranjeros.
Esta antología de cuentos reúne los mejores resultados del premio Vórtice de relato de ciencia ficción patrocinado por esta editorial. El libro en si es pequeño, apenas 150 páginas y diez cuentos, un pequeño entretenimiento para una tarde tonta pero que deja un buen sabor de boca. Efectivamente, con un precio reducido (no llega a 9 euros) y una presentación muy profesional, esta colección de relatos, sin tener dentro ninguna obra maestra, si posee una calidad media bastante alta. Casi ningún relato desentona y todos son, en líneas generales, más que correctos.
Cosa curiosa, excepto un par de cuentos, todos los demás son bastante cortitos (en muchos casos apenas dos o tres páginas) y muchos de ellos son relatos-trampa o cuentos-sorpresa, de esos que al llegar a la última frase se da un vuelco a la situación que te deja entre sorprendido y pensativo.
Por una vez estoy de acuerdo con el jurado, “La ciudad de los muertos” de Antonio Cebrián Berruga, que da título al libro, es el mejor cuento de todos. Una muy buena especulación sobre una tecnología que permite, en cierta forma, revivir a los fallecidos y que es un buen ejemplo de ese cuento-sorpresa corto e intenso del que he hablado en el párrafo anterior. De los demás, también me ha parecido bastante conseguido “Anunciación” de Eximeno, un buen relato de invasión alienígena (con final sorpresa claro está).
En cuanto al resto, hay de todo. Algunos muy, muy divertidos como la fantasía hilarante de Ángel Pérez Jiménez “Los miércoles a media tarde me convierto en vaca” o “Tan lejos de casa” de Sergio Gaut Vel Hartman que es, básicamente, una adaptación del “Mars Attack” de Tim Burton en versión argentino-tangera que puede que no sea memorable pero con el que me he reído a gusto.
Otros poseen algunas buenas ideas pero ya un tanto anticuadas (por estilo o por tema) como “Dieter Schneider Gladiador” de José Ramón Vázquez Peñas (en cualquier caso un meritorio primer relato), “La leyenda de un futuro neotécnico” de Fran Ontanaya, “El inmortal” de Ramón Muñoz-Chapuli o “Emotivos anónimos” de Ángel Padilla. Los más flojos: “La decisión final” de J. P. Bango (un relato sin final) y “La noticia alarmante” de Antonio Redondo Andujar, un vacuo ejercicio seudo-surrealista.
En cualquier caso, por relación calidad-precio, una de las mejores adquisiciones que se pueden hacer este año.

jueves, enero 05, 2006

Saldos, Saldos


Probablemente llegue con retraso pero es que soy de los que se enteran de casi todo tarde, despistado que es uno. En cualquier caso, y como ya comenté en un post anterior, la Editorial Abraxas parece que ha fallecido de una forma semi-oficial y para celebrar su entierro salda prácticamente todos su títulos (la excepción es la colección Utopías & Distopías que sufrió este proceso hará un año o así).
Abraxas fue una editorial que no supo encontrar su sitio y este hecho explica en parte su defunción. Se especializó en la literatura fantástica y de misterio del siglo XIX y principios del XX, un campo donde el público receptor no es especialmente nutrido y donde, además, existían dos poderosos competidores: Siruela y Valdemar.
Ambas editoriales han basado su oferta en la calidad: ediciones exquisitas y traducciones rigurosas con unos precios altos pero no disparatados (sobre todo en Valdemar).
Abraxas quiso jugar en esa liga pero apostando por unos precios más bajos y, a cambio, una presentación más pobre. El resultado final ya es conocido por todos: Valdemar y Siruela siguen a toda marcha y Abraxas entona el “Bye, Bye, Live”.
Por otro lado, Abraxas siempre tuvo unos problemas de distribución espantosos. Hubo un momento en que encontrar sus títulos aquí en Madrid era totalmente imposible, misión de audaces y todo eso. Alguno de mis libreros habituales hablaban bastante mal de cómo se estaba llevando adelante este proyecto a nivel empresarial. Yo solo puedo dar un dato, varios de los títulos que ahora se amontonan en pilas y pilas en los centros habituales de saldos me fueron totalmente imposibles de encontrar hace un par de años en la Feria del Libro de Madrid en el propio stand de la editorial (eso si, compartido con otras dos). La vendedora que me atendió aseguraba que estaban agotados. En algunos casos, procedí a comprarlos en otras ediciones más caras o en el mercado de segunda mano. Con semejante actitud es complicado que ningún negocio salga adelante.
En cualquier caso, por unos módicos 3-4 euros uno puede encontrar varias antologías de terror interesantes, y la obra de autores tan difíciles de encontrar en otros sitios pero no por ello menos imprescindibles como Meyrink, Chambers, Crawford, Apollinaire o Tarde. De otros autores más conocidos hay también títulos más conocidos pero ahora a precios irrisorios como puede ser el caso de Le Fanu, Stevenson, Balzac, Gautier, Nodier, Leroux, Haggard, Schwobb, etc.
Lo triste es que quedan interrumpidas varías sagas, como la de Allan Quatermain de Haggard de la que solo se publicaron 5 títulos de alrededor de una veintena. O la de Raffles de Hornung de la que únicamente quedaba un título por editar (y encima inédito) o las aventuras de Rouletabille de Leroux de las que aún quedaban tres o cuatro tomos por salir. Una auténtica lastima en todos los casos.
Y ahora llega la reflexión de tono moral, avisados quedan los que huyan de este tipo de mensajes para no seguir leyendo. No voy a negar que lo primero que sentí al ver este derroche de libros baratejos en las estanterías fue una especie de arrebato histérico de gula, me lance como un poseso y me compre los que me apetecieron (bastantes). Primera consecuencia, lo barato sale caro, la pila era enorme y la suma final bastante alta pero uno se ciega viendo que total por 3 euritos más no va a pasar nada.
Segunda consecuencia, tampoco te atreves a no comprarlos por que a saber cuanto dura el saldo, quizás pasado un mes ese libro que dejaste de lado es imposible de encontrar en ningún lado. Y a ver quien tiene narices para editar en los próximos años un título que ha sido saldado a lo bestia.
Tercera consecuencia, sobredosis. Tardaré un tiempo ganso en leerme esos libros y seguro que más de uno duerme el sueño de los justos durante mucho, mucho tiempo. Aún tengo sin tocar los grandes saldos de principios de los 90 de Nova y Ultramar, por poner un ejemplo.
Cuarta consecuencia, series inconclusas. Más de lo dicho, series, y series que se han quedado a la mitad y que fijo que nadie se atreverá a tocar por lo ya antes señalado.
Quinta consecuencia, cabreo generalizado, por que más de la mitad de los libros saldados me los compre a medida que iban saliendo, solo que en vez de a 4 euros a 12 o 15 y claro, uno echa cuentas y se sulfura una miaja.
Sexta y última, eso que llaman la competencia desleal. ¿Si me puedo comprar “El fantasma de la opera” de Gaston Leroux por 3’5 euros por qué voy a gastarme 22 en la edición de Valdemar que se acaba de publicar? Y lo mismo podría decirse con “El golem” de Meyrink y Tusquets (aunque esta es una editorial más potente que soportará mejor el golpe). Así que estos saldos megachachis dan un empujoncito más hacia la tumba a esa editorial que todos queremos y que como es pequeñita igual no soporta este seísmo de papel.
Total, que no voy a decir que no se compren los saldos, sería inútil y estúpido por aquello de que hay que predicar con el ejemplo y servidor ha sucumbido como buen friki que es, pero espero que coincidáis conmigo en que ya está bien de esas políticas que en poco nos benefician a pesar del subidón adrenalínico que uno sufre cuando las ve de repente. Especialmente por qué parecen cebarse con glotona fruición en la literatura fantástica.
Lo ideal sería que los diferentes títulos estuviesen a disposición de los lectores durante varios años, para que uno se los compre cuando le apetezca leérselos y no cuando un departamento de marketing decida. Por que, a fin de cuentas, si a uno le puede apetecer estar al tanto de las novedades no creo que ocurra lo mismo con libros clásicos que se escribieron hace 200 años y que lo mismo da leer hoy que dentro de un par de años. Pero se que esto es pedir demasiado y que con la excusa de las rebajas de Enero puede que caigan algunos saldos más, y si no en la Primavera o cuando corresponda. Y aquí lanzó una apuesta ¿cuánto tardará Nova de Ediciones B en saldar lo que queda de su fondo?

domingo, enero 01, 2006

El 2005 (y 2)

Bien, ahora voy a pasar a hacer un repaso de los títulos que me han parecido más interesantes este año. Como es imposible leerse todo mezclaré mis opiniones personales con lo que me han comentado gentes en cuyo criterio confío. Por supuesto, la exhaustividad es imposible, así que nadie espere que haga un comentario de “todo” lo que se ha publicado este año.
En líneas generales, lo más llamativo del 2005 es su carácter altamente irregular. En efecto, los autores españoles no han publicado este año sus mejores trabajos pero lo que nos llega de sus colegas de otros países es bastante más interesante.
Así, dentro del campo nacional no hay muchos libros que me parezcan atractivos, aunque esto puede ser más culpa mía que de nuestros esforzados literatos. Destacaría sobre todo la proliferación de antologías de relatos por dos razones: por tratarse de un formato bastante difícil de encontrar en el mundo editorial actual y por que tengo debilidad por la narrativa corta. En este sentido, y teniendo en cuenta que ninguna antología es redonda y todas tienden a ser irregulares, destacaría los dos ejemplares de Artifex y el segundo volumen dos Paura sacados por Bibliopolis. Tampoco son desdeñables los volúmenes sacados por Parnaso (“La ciudad de los muertos”), AJEC (“Postales desde la Habana”) y B (“Premios UPC 2004”), todos ellos como consecuencia de sus respectivos premios. A todo esto hay que sumar los correspondientes tomos de la AECFFT (“Visiones” y “Fabricantes de sueños”). Sin embargo, lo que me ha parecido más notorio dentro de este campo ha sido la iniciativa de Berenice de sacar una antología con los mejores cuentos de Rodolfo Martínez. No solo por el hecho en si (Rudy es uno de nuestros mejores autores) sino por que ésta es una iniciativa que hacia falta en el mercado español. Si en su momento era más o menos fácil encontrar antologías de autores de fuera (Asimov, Silverberg, Vance, etc), de gente de aquí era imposible excepto con algunos popes del pasado como Domingo Santos o Gabriel Bermúdez Castillo. Rafa Marín era casi la única excepción en cuanto a gente más contemporánea, si la iniciativa de Berenice cuaja quizás en el futuro podamos disponer de antologías asequibles de otros autores nuestros (y aquí que cada uno ponga los nombres que quiera).
En cuanto a las novelas, pues poquito, poquito. Siguen publicándose varias continuaciones más o menos meritorias de exitosas series, como “Mundos y demonios” de Aguilera, “Sherlock Holmes y las huellas del poeta” de Rodolfo Martínez (ambas en Bibliopolis) o “El espíritu del mago” de Negrete (Minotauro) A los que les gustaron las respectivas sagas, pues estupendo, por que en ningún caso estos títulos representan grandes novedades respecto a lo anterior.
En cuanto a las novedades, altamente irregulares, Rafa Marín sacó un pastiche holmesiano (“Elemental querido Chaplin” en Minotauro) y la novela victoriosa en el premio Minotauro (“Los sicarios del cielo” de Rodolfo Martínez, se puede decir que el 2005 es el año de Rudy) no ha dejado un buen sabor de boca. Lo mismo puede decirse de casi todos los finalistas que puntualmente ha publicado Minotauro con la posible excepción de Vaquerizo y su “Danza de tinieblas” una interesante ucronía.
En el campo extranjero se ha producido una curiosa situación de la que hablaré más adelante. En cualquier caso, únicamente constatar que la abundancia es abrumadora e imposible de seguir para nadie, ni por tiempo, ni por dinero ni, incluso, por ganas. En cualquier caso, puede que Bibliopolis haya sido la editorial que se lleve el gato al agua este año en cuanto a la calidad. Su colección de títulos interesantes es impresionante. Mantiene en activo (algunas finalizando este año) varias sagas, para mi las más interesantes son las de Sapkowski y Harrison aunque también parece tener muy buena pinta la de Wright, siendo la de McKillip la más flojita. Otros títulos de interés son “Cismatrix” de Sterling (uno de los libros que llevaba más tiempo esperando), “Historia natural” de Robson, “La muerte del nigromante” de Wells y “El año de nuestra guerra” de Swainston.
De Gigamesh, lo más significativo es, sin duda alguna, la continuación de la megasaga que está marcando una época: “Canción de hielo y fuego” y la afortunada y brillante reedición de los cuentos completos de Brown (esto último es un error, por que te hace ser ambicioso y empezar a exigir ediciones similares de los cuentos de Bester, Ballard, Matheson, Tiptree, Sheckley, etc, etc). Tampoco es desdeñable la reciente aparición de un inédito de Dick (“La pistola de rayos”), se supone que menor pero un Dick siempre es un Dick.
Minotauro está desconocida, ha centrado su producción en los autores nacionales y poco de interés ha sacado de los de fuera. Mencionar que al fin se cierra la serie de “Titus” de Mervyn Peake pero de los pocos títulos publicados solo me han hablado bien (y tampoco sin tirar cohetes) de “Carbono alterado” de Morgan.
La Factoría de Ideas parece que ha decidido tirar la casa por la ventana. Nada menos que 20 títulos nuevos de terror y cf (de fantasía prefiero no hablar debido a la mala costumbre de publicar los libros mutilados en varios trocitos que hacen que una trilogía se convierta en nlogía).
Dentro de la cf se agradece la publicación de un inédito jugoso como “En algún lugar del tiempo” de Matheson o la recuperación de un inencontrable como “Incordie a Jack Barron” de Spinrad. En cuanto a las novedades, destacan los dos títulos de Banks (“El artefakto” y “Contra la oscuridad”, aunque el primero sea un tanto ilegible por cuestiones conocidas por todos), la vuelta de China Mieville con “El consejo de hierro” y la aparición de dos nuevos valores: Stewart con “Galveston” y McLeod con “Las edades de la luz”. En cuanto al terror, con que aparezca algo nuevo de Ramsey Campbell (“El segundo nombre”) me conformo, friki que es uno.
En cuanto a Ediciones B, prefiero no hacer leña sobre el árbol caído. Siempre es triste ver la decadencia de un proyecto que en tiempos fue grande.
Hasta aquí un año interesante pero no memorable. Muchos libros a tener en cuenta pero, quizás, pocas obras maestras o inolvidables. Todo esto sería cierto si no fuera por un fenómeno ya antiguo pero que creo que este año ha surgido por primera vez con una fuerza tremenda: la aparición de los mejores libros de cf, fantasía y terror dentro de las colecciones llamadas generalistas y de la mano de autores que no pertenecen al guetto.
En efecto, de toda la vida editoriales como Planeta o Plaza Janés han publicado a escritores de género en sus colecciones mainstream. Algo que también ha pasado este año con el buen libro de terror de Peter Straub “Perdidos”.
Pero lo curioso del 2005 es la cantidad de grandes libros fantásticos escritos por autores de los llamados serios. Ya he hablado de dos de ellos, Michael Cunningham con “Días memorables” y Kazuo Ishiguro con “Nunca me abandones”. A ellos habría que sumar a Houllebecq (“La posibilidad de una isla”) y todo un Nobel como Saramago (“Las intermitencias de la muerte”) que discurren respectivamente sobre la clonación y la inmortalidad. O a Philiph Roth, un autor norteamericano de toda la vida que ya habría ganado el Nobel si no fuera por su nacionalidad y que ha creado una interesante ucronía en “La conjura contra América”. Susanne Clarke se adentra en la fantasía con “Jonathan Strange y el señor Morrell”, David Mitchell describe nuestra sociedad globalizada en “Escritos fantasmas” y Andrew Niffenegger se deja llevar por el amor, la enfermedad y los viajes temporales en “La mujer del viajero del tiempo”. Y también podríamos hablar de más casos como los libros de Hari Kunzru o Max Barry.
Este fenómeno también se manifiesta dentro de las letras españolas aunque con más modestia. Véase a Nicolás Casariego con “Cazadores de luz” o a todo un José María Guelbenzu debatir sobre el diablo y la otra vida en “Esta pared de hielo”.
En fin, que vivimos tiempos de mestizaje e hibridación y que las fronteras entre la literatura de género y la literatura con mayúsculas tienden a difuminarse tanto entre los lectores y escritores como entre críticos y editores. Y eso, bajo mi punto de vista, es lo más positivo que ha tenido el 2005.