jueves, noviembre 29, 2007

Libros "Normalizados"

Hojeo el suplemento cultural de “El Mundo” de hoy, en la sección de literatura vienen diez críticas de libros: una biografía de Joseph Conrad, y obras de Alfonso Ussia, Max Aub, Alfred Doblin, Paul Valery, José Luis Ibáñez, Jesús Jiménez Domínguez, Marcos Ana, Luis Miguel Ariza y José Carlos Somoza. Hay de todo y todo respetable, poesía, autobiografía, humor, novela negra y tres clásicos incuestionables (Aub, Doblin y Valery). Pero, sorpresa, sorpresa, también hay dos novelas de ciencia ficción: “Proyecto Lázaro” de Ariza (Plaza & Janés) y “La llave del abismo” de Somoza (Plaza & Janés de nuevo).
El primero es un tecnothriller sobre un intento científico para recuperar grabaciones de voces sacadas de antiguas vasijas de barro. Por supuesto, el objetivo es lograr oír la voz de Jesús. Una idea aparentemente original pero Gregory Benford ya escribió un buen relato sobre ese tema hace más de 20 años. Somoza, en cambio, nos presenta una novela de aventuras y misterio ambientada en un futuro lejano donde cohabitan humanos naturales y humanos diseñados con peculiares poderes, todo ello envuelto en una intencionada aura lovercraftiana.
No sé si son buenos libros o no, no sé si me los leeré o no. Eso son cuestiones secundarias. Lo que me parece interesante es que el suplemento literario de uno de los mayores periódicos de este país dedica un 20 % de su espacio a reseñar dos obras de ciencia ficción (y, por cierto, esta palabreja aparece en ambas críticas, sin complejos). Un ejemplo más de esa normalización que hace que este tipo de situaciones sean hoy en día tan rutinarias como hace un tiempo insospechadas. Y se agradece la información (sobre todo en el caso de Ariza, Somoza ya es un viejo conocido), ya que ambos libros son editados por colecciones generalistas y podrían haber pasado desapercibidos para el ojo del fan típico.
Y no nos pongamos estupendos por que no se trate de obras publicadas por “nuestras editoriales”, la semana pasada apareció otra crítica dedicada a la recopilación de Scott Card en Nova sobre los mejores cuentos de ciencia ficción. Así que, como creo que ya he dicho, deberíamos de una vez por todas de andar por la vida sin ciertos complejos ni ciertos victimismos. Ya no cuelan. Sobre todo por que esas tres reseñas de las que acabo de hablar son, en líneas generales, elogiosas. Queda dicho.

martes, noviembre 20, 2007

Memoria Recuperada: "Hielo" de Anna Kavan


Portada con un dibujo un tanto anodino. Traducción correcta de Elsa Mateo. Estamos ante una obra delicada, sensible, poética y cargada de simbolismo, típica de una autora femenina, aunque, curiosamente, también estadounidense. El protagonista deambula por un mundo alucinado y alucinante en el que el hielo está destruyendo la tierra (con un toque más fantástico que de ciencia ficción). Persigue a una frágil y extraña mujer sin saber muy bien por que y por la que afronta mil peligros. Al final tiene éxito pero queda claro que el fin de la humanidad está cercano y que el triunfo es efímero.
La novela tiene un toque surrealista e incoherente cercano al de cierto fantástico británico y que recuerda un tanto al Ballard de “El mundo sumergido”, sólo que bajo cero. También es detectable un cierto aire de amateurismo y falta de oficio. Quizá, a la larga, sea un libro demasiado simbólico, oscuro y lento (aunque corto, eso sí) pero que recrea muy bien las locuras de una persona enamorada (o llena de odio, eso último no queda del todo claro).

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Otra reseña a la que he tenido que darle un buen pulido, y a pesar de todo bastante chapucera, ¡Mira que contar el final! En cualquier caso "Hielo" es un libro atípico al que en su día no hice justicia del todo. Extraño, evidentemente, y con fallos estructurales (esa falta de oficio de la que hablaba) pero deliciosamente escrito. Es un perfecto ejemplo de una obra literariamente muy bien hecha, que fascinará a aquellos lectores acostumbrados a cierto tipo de literatura femenina y, me temo, aburrirá al sector del fandom más recalcitrante.
Creo que ha sido re-editada hace poco y, como era de esperar, entre la comunidad de cf no ha tenido ninguna repercusión. En cualquier caso, es un libro que merece una oportunidad y que puede que la reciba ahora que Cormac McCarthy parece estar de moda (por aquello de los autores con estilo que en temática y maneras se parecen poco).

lunes, noviembre 19, 2007

Ira Levin (1929-2007)


Ha muerto Ira Levin, uno de eso autores que pocos habríamos situado entre nuestros preferidos, puede que ni siquiera entre los grandes de la ciencia ficción, pero que fue el responsable, al menos, de dos grandes libros de fama mundial y ambos de temática fantástica: “La semilla del diablo” y “Los niños del Brasil”. A ellos habría que sumarle otras dos novelas de ciencia ficción nada desdeñables: “La poseídas de Stepford” y “Ese día perfecto”, una continuación más que floja de su obra más famosa: “El hijo de Rosemary” y alguna novela más policíaca y de misterio. Sin olvidar, por supuesto, su labor como autor teatral y guionista de cine y TV (de hecho muchas de sus obras fueron adaptadas a la gran pantalla con gran éxito).
Y en cierta forma el poco nombre de Levin entre los aficionados a la ciencia ficción y el terror tiene su lógica. Su obra fue escasa y, aunque escribió dos libros notables, también es cierto que otros autores más prolíficos supieron aprovechar mejor el filón que ofrecían sus ideas. Es cierto que “La semilla del diablo” fue una de las primeras novelas de terror con una ambientación urbana y moderna, pero no es menos cierto que esto ya lo llevaba haciendo desde los años 40 Fritz Leiber (¿nadie recuerda “Esposa hechicera”?) y que el autor que se llevó el gato al agua al respecto no sería otro que el gran Stephen King.
Con “Los niños del Brasil” pasó algo parecido, colocó en el mapa el tema de la clonación y de las conspiraciones nazis tras la Segunda Guerra Mundial (de nuevo algo ya tratado con anterioridad, sin ir más lejos ahí está “Un mundo Feliz” de Huxley), ideas que pronto fueron usados con gran provecho y creciente éxito por otros autores (para el tema de los clones ahí están los muchos más apreciados por el fandom “Donde solían cantar los dulces pájaros” de Kate Wilhelm y “La quinta cabeza de Cerbero” de Gene Wolfe, para los nazis, sin ir más lejos, “Odessa” de Frederick Forsyth).
En cierta forma, Levin fue un tipo de autor habitual en E.E.U.U: pero menos común en Europa (y especialmente en España), alguien para el que la novelas eran sólo un fuente de ingresos más, perfectamente desechable si en un momento dado la TV o el cine daban más dinero. Lo mismo podía decirse de su condición de autor de género. Tres de sus libros más famosos son obras de ciencia ficción, y, sin embargo, es difícil encontrar su nombre en cualquier estudio sobre ese tipo de literatura, o en los foros y comentarios de los aficionados. Da la sensación de que Levin escribió ciencia ficción como podría haber escrito otra cosa (como realmente escribió otras muchas cosas) y es curioso observar que lo hizo en un momento en que dicho género era popular y rentable.
Por supuesto esto no deja de ser especulaciones sin mayor interés. Las razones por las que alguien escribe algo o no en el fondo interesan poco y es más determinante saber si los resultados son óptimos. Y en ese sentido, Levin no puede quejarse, casi todos sus libros fueron auténticos bombazos super-ventas y popularizaron entre el gran público una serie de temas que, como ya he comentado, otros habían tratado con anterioridad.
No fue un estilista pero si alguien con buenas ideas capaces de impactar ¿y sí realmente hubiese una conspiración para clonar a Hitler? ¿y si el anti-cristo está siendo concebido en el piso de arriba por tus encantadores vecinos?
Ideas inquietantes que bien merecieron el éxito del que disfrutaron. Sin duda alguna “La semilla del Diablo” y “Los niños del Brasil” fueron sus mejores libros, modélicos en cuanto a presentar ideas inquietantes de una forma impactante. Mucho menos logrado, en mi opinión, está “Las poseídas de Stepford”, una obra demasiado corta e irreal para alcanzar el éxito de sus hermanas mayores. Y, curiosamente, he de reconocer que, probablemente, el libro suyo que más he disfrutado es el más atípico y ciencificcionero de todos: “Ese día perfecto”, una distopía en la línea de “1984” ingeniosa y absorvente, un cruce bastardo entre Orwell y la literatura de best-seller que consigue, casi siempre, recoger lo mejor de ambos mundos.
En fin, en paz descanse Ira Levin y una lástima que no se prodigase más como autor de novelas.

domingo, noviembre 18, 2007

Memoria Recuperada: "Demasiado Mundo, Demasiada Sangre" de James Kahn


Pésima portada con una ilustración seudo-fantástica, la traducción, aceptable, es de María Luz Crespo. Lo devoré en un par de días, pero, claro, eso no significa nada. Así pues, vaya por delante que la novela no es ninguna maravilla, ni mucho menos, pero se deja leer bastante bien. Tenemos una mezcla de fantasía y ciencia ficción de futuro lejano, una Tierra tan cambiada que podría ser absolutamente fantástica, si no fuera por las adecuadas (y poco creíbles) explicaciones científicas. Por California pululan todo tipo de seres extraños, centauros, grifos, vampiros (hasta hobbits) y unos pocos humanos bastante odiados por todos. De hecho hay una exageración de bichos distintos y eso nos hace recordar un tanto al Xanth de Anthony, pero ahí acaban las similitudes. Este jo es un libro de humor si no extraordinariamente duro y pesimista. Con una humanidad odiada por sus pecados y en extinción (una visión nueva y sobrecogedora), con las nuevas especies (fruto de la ingeniería genética) esperando para hacerse con un mundo destruido por el cambio climático y la contaminación radioactiva. En el fondo, una novela moral, siempre con la frase de “mira lo que nos ha pasado por ser unos chicos malos”. Por otro lado estamos ante el clásico, y algo cargante ya, viaje iniciático. Un humano y un centauro han perdido a sus familias raptados por el oscuro malo de turno, viajan en su rescate y a su alrededor se aglutina una extraña compañía. Al final triunfo entre comillas, demasiado muerto entre los protagonistas y sólo un asomo de felicidad ante un futuro bastante incierto.

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Pues como he dejado escrito, ni fu ni fa. Un libro que pasó sin pena ni gloria pero del que, curiosamente, tengo un recuerdo bastante nítido, cuando de otros que leí por aquellos años apenas retengo cuatro cosas. Quizá en el fondo no fuese tan malo. Es cierto que hay un tratamiento un tanto tópico de toda la historia (el rapto, el viaje, el grupo, la pelea final son arquetípicos) pero no es menos cierto que el tono de dureza que impregna todo el relato no deja de tener su punto. A destacar como en 1980 (año de la edición estadounidense del libro) temas que hoy están de moda (el cambio climático, la manipulación genética) pero que de aquella casi nadie conocía, eran tratados por la ciencia ficción como algo casi rutinario. De hecho, si la ingeniería genética se acaba convirtiendo en algo factible, no sería de extrañar que apareciesen chalados como los del libro, dispuestos a crear un vampiro o un centauro como animales de compañía.

jueves, noviembre 15, 2007

El Precio de los Libros: Comparativa

La verdad es que los debates sobre el precio de los libros y su forma de editarlos son una constante en esto del fandom y la literatura fantástica de género. ¿Son caros? ¿Son baratos? ¿Son de calidad? ¿No lo son? Es un tema recurrente y viejo pero, gracias al famosos cuadernito de 1995 con el que últimamente ando tocando las narices por este blog, es posible hacer un pequeño estudio comparativo de precios (y tamaños) o de calidad editorial, entre 1995 y nuestros días.
Por ejemplo, respecto al precio de los libros. Tenemos el caso de los primeros volúmenes de Nova (ediciones B). El formato es similar al de un libro de bolsillo (aunque su calidad es un poco superior al contar con solapas). Los precios que, religiosamente, apunte en mi diario son los siguientes (para pasar a euros redondeo):

“Entre los latidos de la noche” 1.000 pesetas (6 euros) 297 páginas.
“La telaraña entre los mundos” 1.400 pesetas (8’5 euros) 362 páginas.
“Las crónicas de McAndrew” 1.400 pesetas (8’5 euros) 310 páginas.
“Al final del invierno” 1.900 pesetas (12 euros) 607 páginas.
“Gran río del espacio” 1.800 pesetas (11 euros) 579 páginas.

La conclusión me parece clara. Los libros de bolsillo actuales son, de hecho, un poco más baratos, que los de aquella época. Byblos, la colección de Ediciones B ronda los 6 euros (igual que “Entre los latidos de la noche” pero este es el libro más pequeño de todos), mientras que Puzzle anda por precios similares: 8-11 euros. Así pues, la conclusión es curiosa y, hasta cierto punto, sorprendente. Hace doce años los libros de bolsillo costaban más caros que ahora si los comparamos con Byblos, o lo mismo si lo hacemos con Puzzle. No ha habido aumento en el precio en todo ese tiempo a pesar del paso de la peseta al euro, de la inflacción y demás movidas económicas. No ceo que haya mucho otros productos que hayan vivido una evolución similar, excepto los DVD y CD, pero en este caso el cambio de precio a la baja está motivado por un fenómeno tan especial como la piratería (que en España nunca ha afectado al mercado del libro).
Mención aparte merece el tema de “Cyteen”, una novela que debería de pasar a la historia de la cf española por ser una de las primeras en ser convenientemente troceada y vendida en tres partes cuando se trataba de una historia única. Barceló se adelantó aquí a su propia jugada repetida hasta la saciedad con la obra de Neal Stephenson y luego continuada por Solaris hasta la nausea. Los tres tomos de “Cyteen” dan lugar a un total de 1.214 páginas. Es discutible si hubiera sido práctico el haberlo publicado en un solo tomo, personalmente creo que si hubiera sido posible. Ese tomo hubiese costado, pongamos unos 20 euros (en proporción con otros títulos de la colección). En la realidad costaron 4.600 pesetas (unos 28 euros), un cambio de precio significativo. Aunque, creo recordar que esta política no despertó excesivas quejas, por lo menos comparadas con las actuales.
Otra editorial que publicaba por aquella época libros de bolsillo era Ultramar que tenía unos precios, eso sí, más baratos que los actuales. En el caso de “Dhalgren” los precios de sus tres partes fueron: 925 pesetas (5’5 euros), 725 pesetas (4’5 euros) y de nuevo 925 pesetas (5’5 euros). En el caso de los tres tomos de la saga de “Xenogénesis” hablamos de 825 pesetas (5 euros) los dos primeros y 925 (5´5 euros) el último. Son precios que hoy en día sólo Byblos podría igualar y ni siquiera. Aún así, un euro de subida en doce años no me parece tan excesivo (y Ultramar siempre fue de las editoriales más baratas). Por cierto, que “Dhalgren” debe de tener el dudoso honor de ser el primer libro en trocearse cual filete para su venta, sus 1.102 páginas (que podrían haber salido en un solo tomo) salieron en tres, por obra y gracia de Domingo Santos su editor. Aunque al precio que vendía el producto tampoco podemos quejarnos en exceso.
Otros formatos son más difíciles de comparar con los actuales. Edaf y Ultramar mantuvieron colecciones con un formato similar al de la actual AJEC o la nueva colección Antológica de Bilbiópolis donde “Jabberbock 2” cuesta 15 euros con sus 224 páginas. Veamos la comparación con sus antepasados, primero Ultramar:

“Viaje más allá del crepúsculo” 2.000 pesetas (12 euros) y 523 páginas.
“Hierba” 2.500 pesetas (15 euros) y 568 páginas.
“Terror” 1.400 pesetas (8‘5 euros) y 245 páginas.

Y después Edaf:

“Carne” 1.350 pesetas (8 euros) y 303 páginas.
“Casa inteligente” 875 pesetas (5’25 euros) y 285 páginas.

Aquí si que hay un cambio radical de precio y un encarecimiento del producto más lógico con los tiempos. Si ponemos como base del ejemplo “Terror”, el que tiene un tamaño más parecido a “Jabberbock” vemos que el precio se ha prácticamente duplicado. Un fenómeno curioso si tenemos en cuenta el siguiente tipo de libros que vamos a estudiar. Me estoy refiriendo a aquellos libros que tenían un formato más parecido al que actualmente tienen Bibliópolis, Nova, Minotauro, Gigamesh o Solaris, las editoriales punteras. Me refiero a libros de gran tamaño, tapa blando y solapas. En aquella época este tipo de libros eran editados por Ediciones B:

“Tiempo de Mutantes” 1.900 pesetas (11’5 euros) y 308 páginas.
“Mareas de luz” 2.600 pesetas (16 euros) y 471 páginas.

En la actualidad, este tipo de libros tienen un precio similar en el caso de Gigamesh, ligeramente más caro en el de Bibliópolis, Minotauro y Nova (2-3 euros) y bastante más en el caso de Solaris (con precios hoy en día que rondando los 20 euros y más). Es difícil hacer aquí algún tipo de análisis, dada la horquilla actual de precios. Sin embargo, si se puede llegar a una conclusión: cuando los aficionados se quejan del precio excesivo de una editorial como Solaris lo hacen con razón, por lo menos si lo tenemos en cuenta en comparación con editoriales como Gigamesh o Biblióplis, con una política de precios más razonable vista los precios de aquellos años.
Por último no puedo dejar de mencionar un tipo de libro que hoy ya no se edita salvo en muy contadas excepciones. Me estoy refiriendo a la tapa dura. Libros como los anteriores pero con una presentación mucho más lujosa. Fue el formato tradicional de Minotauro y el de la colección de Fantasía de Ediciones B, y es curioso recordar como Martínez Roca abandonó su tapa blanda para pasarse a este tipo de libros. Eran, con diferencia, los más caros de todos:

“El país pequeño” 3.200 pesetas (19’5 euros) y 548 páginas.
“El trillium negro” 3.000 pesetas (18 euros) y 484 páginas.

Aquí también hay una evolución significativa y más acorde con los tiempos. Estos libros costaban, básicamente, lo mismo que los actuales de tapa blanda. Así pues, mantenemos el precio pero, algo parecido al caso de las ediciones de bolsillo, a costa de la calidad.
En líneas generales, la conclusión final es que el precio de los libros no sólo no ha subido en exceso (salvo caso puntuales como el de Solaris, o formatos como el de Antológica de Bibliópolis) si no que en el caso del bolsillo se ha abaratado puntualmente (Byblos). En general, la sensación que da es que muchos editores han conseguido mantener una política de precios razonable a costa de sacrificar la calidad del producto (el abandono de la tapa dura a favor de la blanda).
En cuanto a la calidad, este es un tema más espinoso y subjetivo. Siempre ha habido libros bien y mal editados. En la actualidad hay una serie de editoriales a las que los lectores acusan de utilizar pésimas traducciones y/o de cometer auténticas atrocidades con el tipo de letra, la maquetación y las erratas. Probablemente AJEC y Solaris son las que tienen una peor fama mientras que Gigamesh y Bibliópolis reciben el unánime aplauso de los consumidores.
Desgraciadamente, en este sentido si que hay un descenso significativo de la calidad, es difícil encontrar ninguna editorial que publicase los libros con semejantes deficiencias a mediados de los 90. Tanto Nova, como Martínez Roca o Minotauro hacían un producto incluso superior al actual en todos los formatos: las solapas de las ediciones tipo bolsillo de la primera época de Nova, la tapa dura utilizada por Minotauro, Martínez Roca o la colección de Fantasía de Ediciones B son detalles que hoy no existen (aunque seguramente abaratan costes).
Probablemente, la peor editorial de aquellos años fuese Edaf, y aunque esta casa tuviese un diseño de lo más desafortunado y anticuado, y unas traducciones bastante defectuosas tampoco cometió en la edición propiamente dicha las barrabasadas que, por desgracia, hemos tenido que ver en demasiadas ocasiones en los últimos años.
En este sentido, algunos tiempos pasados si que fueron mejores.

miércoles, noviembre 14, 2007

Memoria Recuperada: "Gran Río del Espacio" de Gregory Benford


Portada muy maja, buena traducción, finalista del Nebula de 1988. Y aún no entiendo como no lo ganó, como me gusta Benford, a pesar de ser científico se le nota un bagaje humanístico nada desdeñable. Estamos ante un volumen de su serie de las inteligencias mecánicas, los otros dos son “En el Océano de la Noche” y “A través del Mar de Soles”, y ambos forman una sub-serie (la de Walmsey), este libro y su continuación (“Mareas de Luz”) forman otra sub-serie (la de Killen).. En el futuro aparecerán más libros que unifiquen ambas historias.
La temática es la habitual, el enfrentamiento entre humanos y mecs, aunque aquí estos últimos van ganando. En el planeta Nieveclara, los mecs han impuesto su civilización y los colonos humanos son ahora pequeñas bandas nómadas camino de la extinción. La humanidad ha olvidado mucho de su antiguo pasado y se ha convertido en curiosos entes cyborgs repletos de chips que aumentan sus capacidades físicas (falta les hace). Pero es también la historia de Killen, uno de estos errantes supervivientes, que de ser el último mono de su grupo, trasciende su personalidad y crece en sabiduría y poder, dando una posible solución a los problemas que aquejan a su tribu.
Obviamente, el libro deja abierta la puerta a las futuras continuaciones, pero aunque tiene un par de toques que no me convencen (la aparición de las entidades electromagnéticas como Deus ex machina), es maravilloso y convincente, lleno de dobles sentidos y continuas referencias culturales.

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Sé que no es una opinión generalizada, ni mucho menos, pero a mi me encanta Benford y, especialmente, su serie del Centro Galáctico. Y de los siete libros que forman la saga, este es mi preferido con diferencia. Recuerdo que en su momento me desconcertó un poco que dejasen colgado a Walmsey en medio de su viaje al centro de la Galaxia y pasasen a hablar de alguien tan diferente y distante como Killen, pero al final, la aventuras de este último personaje me han parecido las más interesantes de toda la serie.
“Gran Río del Espacio” está lleno de guiños de los que a mi me llegan: el nombre de las diferentes familias pertenece a las fichas del ajedrez (sus nombres en inglés, sin traducir), las vivencias de los Bishop se encuadran en una historia futura de proporciones bíblicas, y hay una constante referencia a los llamados siglos oscuros de la antigua Grecia (entre la destrucción de los asentamientos micénicos y aparición de las polis). Y a todo ello hay que sumarle un decidido intento por crear una novela que funcione bien desde el punto de vista literario, con un estilo de una cierta complejidad (Benford siempre ha tenido a Faulkner como modelo), personajes bien construidos, y una trama de la que sólo conocemos algunos retazos.
Verdad es que para otros lectores Benford escribe ininteligiblemente, es un fatuo y un pretencioso y la profundidad de sus personajes es similar a los de un culebrón, pero a mi su modelo me convence. Es una pena que después de “Mareas de Luz” la saga cayese en picado, probablemente demasiada ambición pero, a pesar de todo, un digno intento por crear una space opera madura y con ánimo de perdurar.

domingo, noviembre 11, 2007

20 Pasos para Ser Friki

  1. Nazco en 1969, el año que llegó el hombre a la Luna
  2. Descubro las novelas ilustradas de Bruguera, Verne es uno de mis favoritos
  3. “Espacio 1999” se convierte en mi serie preferida de TV.
  4. “La Guerra de las Galaxias”
  5. Poe y Swift son mis autores predilectos de la infancia.
  6. Alguien me deja un libro de Asimov: “Lucky Star y los océanos de Venus”. Amor a primera vista. Asimov se convierte en obsesión.
  7. Me leo toda la cf que encuentro en la biblioteca de mi colegio: cinco libros. Tengo hambre.
  8. Casualmente me regalan la segunda serie de Ijon Tichy de Lem, otro hallazgo.
  9. En una Selecciones del Reader´s Digest que encuentro tirado en la calle leo “Arena” de Fredric Brown, el relato corto se impone.
  10. “2001” en un cine de reestreno, Clarke nueva obsesión.
  11. Me dejan “El Señor de los Anillos”, Tolkien es Dios.
  12. Me atrevo a comprar un libro de cf sin saber nada de él, sólo por la sinopsis: “La nave estelar” de Brian W. Aldiss ¡Qué acierto!
  13. Un colega me pasa “El Mundo del Río” de Farmer, nuevo flipe.
  14. Me desespero cuando no consigo ver en el cine “Blade Runner” y “Alien”.
  15. Un amigo de la universidad me habla de Heinlein, otro hito.
  16. Pringle saca su “Ciencia Ficción. Las 100 mejores novelas”, empiezo a atar cabos.
  17. Internet llega a mi casa, y el universo se dilató.
  18. Nacho me recomienda Cyberdark, no estoy tan sólo como creo.
  19. Cyberdark publica mi primer artículo, ha nacido un monstruo.
  20. Abro el Blog, ¿demasiado viejo para ser tan friki? Ni de coña.

sábado, noviembre 10, 2007

Memoria Recuperada: "Cyteen" de C. J. Cherryh



Este libro se ha publicado en tres volúmenes con un total de 1.214 páginas. La portada, un buen dibujo un tanto erotiquillo, es la misma para los tres tomos. La traducción, no muy buena, es de Marga Auerbach. La novela ganó los premios Locus (1988) y Hugo (1989).
Barceló lleva años comiéndonos el tarro sobre lo buenísima que es Cherryh (el Asimov de nuestros días) y uno se lo medio cree (inocente que soy), sobre todo cuando la señora se lleva premios y más premios. Total, que la empiezo a leer y no me impresiona mucho, pero me compro “Cyteen” por que se supone que es lo mejor de lo mejor, y vaya cagada. Si esto va a ser una de las obras imprescindibles del género (Barceló dixit) Dios nos pille confesados. En primer lugar, el estilo es torpe y anodino (aunque la triste traducción puede tener algo que ver). En segundo lugar, la trama es trivial y enrevesada, ya se sabe, las luchas de poder y politiqueos con traiciones continuas. Algo que si ya es un coñazo en el mundo real, para que hablar de un universo de ficción. Jode bastante que se nos prometa mucho (la educación de un genio en un futuro lejano) y nos encontremos con Falcon Crest.
Por último, el universo que se describe es similar a “Un Mundo Feliz” pero presentado como algo deseable. Un mundo con un gobierno semi-fascista (la idea de democracia de Cherryh da risa… o miedo) y una sociedad basada en la creación de clones con determinadas características y habilidades (los alfa y beta de Huxley) sometidos a un constante lavado de cerebro ¡Y esto se nos presenta como deseable! Y para rematar, la protagonista, Ari, es un zorrón corruptor de menores que sólo desea perpetuarse en el poder de forma dictatorial. Y todo durante más de 1.000 páginas. La leche, vamos. Me ahorro más detalles sobre el argumento por que ni merece la pena.

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Sobre Cherryh ya hablaré otro día por que en el 95 me leí unos cuantos libros suyos (aunque ya se adivina mi opinión al respecto). Pero “Cyteen” (a pesar de lo malo que es) fue un libro importante en mi vida por que sirvió para abrirme los ojos a ciertas realidades. Hay dos datos de mi vida importantes para entender lo que me ocurrió al terminar de leer este libraco. El primero es que soy de naturaleza ingenua y confiada, puede que sea un rasgo más de mi infantilismo pero soy de los que se creen casi todo. Uno aprende, claro, a base de bofetones, pero cuando, por ejemplo, veo en la portada de un libro que es lo mejor desde la invención del chupa chups, pues me despierta curiosidad y, antes, me lo creía a pies juntillas.
La otra cuestión es mi soledad como lector de ciencia ficción. No es que me quiera poner como un abuelo pesado a contar batallitas pero, de verdad, las nuevas generaciones internautas no pueden ni imaginarse lo sólo que podía llegar a estar uno con su vicio por la ciencia ficción, sin nadie con quien compartirlo y visto como un bicho raro por los demás.
Eso provocó que mi gusto como lector se desarrollase de una forma autodidacta. Ahora es relativamente fácil saber quienes son los grandes autores y las grandes novelas de este campo, hay páginas de Internet, libros de consulta, de todo. Pero en los 70-80 no había nada de eso, y uno debía de guiarse por la intuición. Y la intuición se basaba en elegir a ciegas en función de las portadas y las sinopsis de los libros.
Por eso, cuando en los 90 se publicaron los libros de Pringle y Barceló, aquello fue una bendición, por lo menos para mí. Una guía que me sirvió para lanzarme con determinados autores que siempre había puesto en cuarentena. Lo malo es que tanto Pringle como, especialmente, Barceló no fueron, precisamente, los mejores gurus para iniciar a nadie en esto de la ciencia ficción.
Barceló, en concreto, se dedicó a hacer publicidad de una serie de autores por la sencilla razón de que iba a editarlos en su colección (puede que, además, le gustasen, vete tu a saber). Hubo alguno que me gustó (como Benford o Card) pero casi todos los demás (Brin, Bear, Cherryh, Tepper) me decepcionaron.
Y “Cyteen” fue una tremenda decepción, y una decepción costosa, no tanto por el dinero (por que fue un saldo que me salió por 1.185 pesetas, si lo hubiese comprado en su momento otro gallo me hubiese cantado: 4.600 pesetas, para ser exactos), como por la perdida de tiempo, que 1.200 páginas no se leen en dos días.
Así pues, poco a poco, aprendí a ser menos confiado y, sobre todo, a fiarme menos de Barceló como mentor. Por supuesto, no fue algo que ocurrió de la noche a la mañana, y aún piqué muchas veces más, pero “Cyteen” fue un hito al respecto, uno de los mayores fiascos como lector de ciencia ficción que he tenido nunca. Y de los errores se aprende, tarde y mal, puede, pero se aprende.

jueves, noviembre 08, 2007

Hablemos de Saldos

En muchas entradas de este blog he criticado acerbamente la maldita costumbre de casi todas las editoriales españolas de ciencia ficción, fantasía y terror por saldar sus títulos de mala manera. Por otro lado, también he reconocido públicamente que soy el primero en correr a la tienda de turno para hacerme con el grueso del saldo de marras. Pura contradicción, lo reconozco, aunque ya he explicado en otras entradas el por que de dicha forma de actuar.
Saco el tema a colación por que rebuscando en el diario de lecturas que medio escribí en 1995 he podido sacar a colación una serie de datos estadísticos que me parecen interesantes de cara a explicar algunas cuestiones de este fenómeno. En dicho diario, entre otros absurdos, apunte el precio de los libros, el lugar donde los compraba, si eran un saldo o no, etc, etc.
Aquel año leí y compré mucha ciencia ficción y fantasía, era una época en que prácticamente no pasaba tiempo entre la compra y la lectura. Todavía no había acumulado una pila descomunal como me pasa hoy en día. Además, como ya he dicho, aquellos eran los tiempos de los grandes saldos, así que compré de forma compulsiva y, probablemente, excesiva. En mi descargo he de presentar dos atenuantes (aparte del vicio, claro): era el primer año que trabajaba seguido y tenía un sueldo de verdad, mío y de nadie más, y no tenía proyectos de dejar la casa de mis padres (acogedora madriguera) a corto plazo, así que el ahorro no era una opción y mis gastos eran bastante mínimos, el sueño dorado de todo friki.
En fin, en aquel año compré y leí 63 libros de ciencia ficción y fantasía. Leí y releí unos pocos libros que ya tenía de antiguo (cinco) y un par que me dejaron. Por supuesto, es muy probable que comprase muchos más libros y que ese año no leí (y puede que aún estén esperando su oportunidad).De esos 63 libros a los que he seguido la pista, uno fue comprado en el mercado de segunda mano, y ocho a su precio normal. Los otros 54 libros fueron adquiridos en saldos, en porcentaje, un 85 %.
Se dice pronto, pero en el 95 un 85 % de mis compras de literatura de género fueron saldos. Ahí es nada. ¿Hace falta que alguien se imagine cuantos libros a precio normal, y, por tanto, rentables para sus editores, no compré debido a los saldos? Evidentemente no 54, pero si tenemos en cuenta que los saldos por aquella solían suponer entre dos tercios y la mitad del precio del libro, es más o menos asumible que en aquel año dejé de comprar entre 15 y 25 novedades. Y, como yo, me imagino que harían algo parecido el resto de los aficionados.
Las editoriales que nutrieron ese océano de ofertas fueron, básicamente, Ediciones B, Martínez Roca, Edaf, Ultramar y Timun Mas. De las cinco sólo sobreviven B y Timun Mas, y esta última liquidó de aquella muchas de sus colecciones (algunas más atractivas que lo que publican ahora).
Un colofón más triste aún a esta historia es que en 1996 o 1997 podría haber comprado, también de saldo, todas las novedades que adquirí en el 95.
Moraleja (por que esta es una historia con moraleja): los saldos son veneno, para nuestros bolsillos y para las editoriales, una lección que, visto lo visto, parece que hoy por hoy muy pocos han aprendido.

miércoles, noviembre 07, 2007

Memoria Recuperada: "Al Final del Invierno" de Robert Silverberg


Buena traducción de Paola Tizano, portada con un buen dibujo de cf. La calidad general del producto desciende notablemente respecto a otros títulos de Nova. Hay problemas de impresión en la portada del libro (letras borrosas) y en alguna hoja (letra muy clara), varias páginas están mal cortadas y se han utilizado dos tipos de papel, siendo uno de ellos de muy mala calidad. Sorprendente.
Estamos ante una magnifica novela, estupenda, muy buena. Vaya por delante que Silverberg no es un escritor que siempre me guste, cuando escribe bien logra libros muy buenos, pero cuando lo hace mal puede resultar insufrible. En general, su estilo lento, moroso, enrevesado e introspectivo no siempre consigue sus objetivos, pero siempre me ha parecido muy estimable su capacidad para inventar futuros extraños y el tratamiento de los personajes. Y aquí, por suerte, tenemos más de lo bueno que de lo malo. Silverberg ha cambiado su prosa y esta es más directa y sencilla, pero, a la vez, tremendamente poética y sugestiva.
La trama es compleja. La Tierra ha sufrido un largo invierno de 700.000 años debido a un bombardeo de cometas (“estrellas de la muerte”), la humanidad ha sobrevivido en “capullos” bajo tierra y ahora inicia su reconquista del planeta perdido. La base de la narración es ver los cambios que “El Pueblo” (una de las tribus humanas) sufre al variar de forma tan drástica su vida.
El libro está lleno de sorpresas, la humanidad protagonista no somos nosotros sino una nueva raza de simios telépatas con larga cola prensil, el descubrimiento de este hecho varía radicalmente la forma de pensar del “Pueblo”, tan engañado respecto a su condición como el propio lector. Pero esta es sólo una de las muchas maravillas del libro, que decir de esa imagen de una Tierra muerta habitada por seis razas y de la que la humanidad ya no es dueña.

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Como se puede ver siempre he sido muy tiquismiquis con la calidad de los libros que compro y, por desgracia, el concepto de calidad que suelen tener los editores de cf y yo varía enormemente. También es verdad que, por lo general, Nova ha sido una editorial más que digna al respecto, aunque todo buen escribano puede echar un borrón.
En aquella época tenía una imagen un tanto distorsionada de Robert Silverberg. Había leído muchos de sus grandes libros, los que le convierten en el gigante de la cf que es pero, también, muchos de los truños que salpican su larga carrera. Puede que estuviera de mal humor cuando redacte hace tantos años esta minireseña por que no fui muy justo como el bueno de Bob.
Por otro lado, no tengo tan claro que “Al Final del Invierno” se merezca una crítica tan elogiosa. La mayor parte de la producción del norteamericano a partir de los 80 es bastante mediocre y este libro es de 1988. No he visto por muchos sitios más críticas elogiosas, así que puede que me haya dejado deslumbrar por una obra que, realmente, no era tan buena. Los recuerdos que tengo sobre ella son un poco confusos pero si la memoria no me engaña destacaba en especial su capacidad para describir un medioambiente exótico y maravilloso, fruto de los cambios radicales sufrido por la Tierra. En ese sentido, el libro entroncaría en cierta forma con “Regreso a Belzagor”. Según la introducción de Barceló, Silverberg tenía pensado realizar una trilogía con esta historia (creo recordar que el final era un tanto abierto), incluso aparece el título del segundo volumen: “Queen of the Spring”. No sé si Silverberg culminó su obra pero, en cualquier caso, nadie se animó a seguir publicándola (puede que con razón).
Un último dato, esta reseña estaba muy mal redactada en origen así que he tenido que introducir las podaderas a fondo. Juventud…

lunes, noviembre 05, 2007

Conexiones: Tolkien-Hoffmann

Hay muchas formas de disfrutar de la lectura: la belleza del texto, la buena construcción de los personajes, la historia propiamente dicha. En fin, probablemente tantas como lectores. Personalmente, y en los últimos años, me fascina descubrir conexiones entre autores separados en el tiempo, el espacio o el estilo. Ver como dos escritores, aparentemente muy diferentes, tocan el mismo tema o se basan el uno en el otro me fascina y me llama la atención.
Y, curiosamente, E. T. A. Hoffmann me está dando bastante juego al respecto. Tiempo ha comente las curiosas coincidencias entre "Los Elixires del Diablo" y "Dune", ahora la conexión Hoffmann se situa en la obra de Tolkien.
En concreto estoy hablando del cuento de Hoffmann "La Contienda de los Cantores" (1817), que narra una conocida leyenda alemana también utilizada por Wagner y Novalis. Dicho cuento parte de una base histórica, el concurso entre seis trovadores (minnesänger) medievales alemanes en el castillo de Watburg por determinar quien era el mejor de todos. Dicho acontecimeinto recibió el nombre de la contienda de Watburg y tuvo lugar hacia 1208.
Hoffmann le da un claro aire fantástico al describir como uno de los contedientes, Heinrich von Ofterdingen, realiza un pacto con el diablo para ganar el concurso, cosa que no consigue gracias a la belleza, casi mística, del canto de Wolframb von Eschinbach, vencedor final del torneo.
El parecido de este cuento con el Ainundalë, la primera parte del "Silmarillon" de Tolkien, es más que notable. En la historia de Tolkien, los Valar y Eru cantan a coro, de dicho canto surgirá el mundo, y toda la maldad que en él habita se deberá al intento de Melkor de destacar por encima de los demás y no someter su canto a la belleza del conjunto.
En la historia de Hoffman ocurre algo parecido (al margen deo componente mítico del relato de Tolkien), los seis trovadores cantan juntos y logran obras de gran belleza pero el intento de Ofterdingen (mediante su pacto faústico) de sobrepasar a sus colegas crea un canto de una belleza tan aberrante como viciosa. Además, los cantores rinden vasallaje a Hermann de Turingia, landgrave de Wartburg, que si bien no canta, es el encargado de alentar y mantener a los cantores. También es el primero en darse cuenta del horror que hay tras la música de Ofterdingen y de echárselo en cara (las similitudes con la figura de Eru son más que notables). Pero, sobre todo, destaca el ambiente general del relato muy parecido, de una forma difícil de describir, al de la historia de Tolkien.
Desconozco si Tolkien había leído este cuento, es posible aunque no conozco ese dato, pero, evidentemente, como buen profesor de literatura medieval, conocía de sobra la leyenda germánica en la que se basó Hoffmann. El autor alemán utilizó, sobre todo, la crónica de un historiador de su época, Thon. Tolkien pudo conocer también ese libro, pero, probablemente, más bien dispuso de un poema de 1260 que narraba el evento (y que es más dudoso que Hoffmann conociese).
En cualquier caso, una conexión interesante y que me ha hecho disfrutar como nunca.