Charles Nodier (1780-1844): el Padre del Fantástico Francés
A Charles Nodier le corresponde, no sin cierto carácter de injusticia, el título de creador de la moderna literatura fantástica francesa y de introductor del Romanticismo en su país (ambas ideas íntimamente relacionadas). Y digo con cierta injusticia ya que el XVIII galo es rico en autores fantásticos, Crebillon, Bibbiena, el gran Voltaire o Cazotte escribieron fantástico antes del XIX pero hay un par de cuestiones que justifican un tanto la consideración de Nodier como padre fundador. En primer lugar, la brutal diferencia existente entre el neoclasicismo y la Ilustración dieciochescas frente al Romanticismo fantástico decimonónico. En segundo lugar, lo lejano que nos es hoy en día el XVIII y, sin embargo, lo fácil que es rastrear en el XIX los orígenes de la mayoría de los géneros fantásticos que se practican en la actualidad.
Con todo, el hiato marcado por Nodier no es tan brusco, y en muchas de sus obras pueden observarse influencias de Voltaire o de Cazotte, algo que nuestro autor jamás ocultó.
Nodier fue un niño prodigio en una época en que, al igual que hoy, la juventud estaba de moda en Europa. Niños prodigio o jóvenes brillantes como Mozart o Napoleón fueron contemporáneos de Nodier en un momento histórico en que lo viejo y lo caduco estaba siendo barrido a marchas forzadas.
Nodier fue, por tanto, un niño prodigio y su fuerte era la oratoria, un arte actualmente perdido. Con nueve años fue el encargado de realizar un discurso de gratitud a uno de los generales victoriosos de la Revolución. No es raro, por tanto, que Nodier fuese precoz en muchas cosas y, por ejemplo, por esa misma edad profesase ideas jacobinas un tanto intransigentes. Sin embargo, como en muchos de sus compatriotas y colegas escritores, la evolución política de Nodier fue errática y, hasta cierto punto, desconcertante. Con el Imperio Napoleónico en marcha, Nodier debe de huir por sus posturas anti-bonapartistas y acaba recalando en la actual Eslovenia, de aquella provincia francesa bajo el nombre de Iliria. Su postura política no le impide colaborar con el gobierno de su país en la región y dirigir un periódico pro-napoleónico (¿?). Llegada su madurez, Nodier se convertirá en un firme defensor del absolutismo y el antiguo régimen, en un monárquico reaccionario de libro.
Con todo, esta no fue la única contradicción de Nodier a lo largo de su vida. Durante su niñez y juventud vivió numerosas aventuras y viajó por toda Europa, pero en su madurez y vejez no se movió de la Biblioteca del Arsenal, donde había conseguido el cargo de bibliotecario mayor que ocupó hasta su muerte. De igual manera, en sus primeros años su obsesión fueron las ciencias naturales (especialmente el estudio de los microorganismos) para, en cambio, acabar brillando como escritor y bibliófilo empedernido.
Nodier, en este acelerado siglo XXI, es un autor un tanto olvidado, casi todas sus obras se hallan descatalogadas y no es muy frecuente oír su nombre en los círculos de aficionados. Hasta cierto punto, esta situación es de justicia. Muchas de los libros de Nodier no han aguantado el paso del tiempo y se han quedado totalmente obsoletos. Sin embargo, algunas de sus páginas siguen brillando con luz propia y merecen mejor suerte.
Nodier fue un consumado políglota que dominó diversas lenguas europeas, lo que le permitió disfrutar tanto de nuestro Quijote, como de los desvaríos de la novela gótica inglesa, de Shakespeare como del alemán Goethe y, especialmente, de Hoffman y los hermanos Grimm. Fue el introductor de muchos de estos autores entre los escritores franceses y el mismo los imitó con mayor o menor fortuna en su propia obra, lo que ayudó a divulgar los usos románticos en la muy neoclásica Francia.
Nodier, además, era una buena persona, sobre esto no parece haber mucha duda, y hay encendidos elogios a su figura en autores tan dispares como Dumas o Nerval. En la Biblioteca del Arsenal creo numerosas tertulias literarias donde se tratarony se dieron a conocer una pléyade de escritores románticos (o no) realmente abrumadora: Hugo, Nerval, Gautier, Lamartine, Vigny, Mussett, Dumas y un largo etc.
Así pues, su posición de introductor y defensor del Romanticismo en su país es, probablemente, su mayor logro y por lo que pasará a la historia de literatura. En cuanto a su propia obra, merece la pena repasar algunos de los títulos disponibles en español.
Su único libro fácil de encontrar es “Infernaliana”, (Valdemar). Es esta una breve recopilación de relatos de terror más breves aún. La Biblioteca del Arsenal estaba considerada como de mejores fondos sobre temas esotéricos de toda Francia. Buceando en dichos fondos, y en sus lecturas de Hoffman y los góticos ingleses, Nodier re-escribió y re-elaboró un montón de “casos verídicos” realmente estremecedores: fantasmas, vampiros, brujas, hombres lobo y demás fauna terrorífica se pasea por estas páginas sin complejos ni rubor. Muy a menudo es fácil descubrir cuales han sido las fuentes de “inspiración” de Nodier (hay un verdadero plagio de un capítulo de “El monje” de Lewis ) pero nuestro autor realiza su expolio sin mayor malicia y reúne una colección de cuentecillos que, probablemente, nos asustarán muy poco hoy pero que todavía poseen el encanto de las viejas historias de la abuela, narradas una noche de invierno a la luz de algún fuego.
La mejor obra de Nodier traducida a nuestro idioma son sus “Cuentos visionarios” (Siruela), una magnífica selección de lo mejor de su producción breve. Aquí, Nodier puede ser igual de ingenuo que en “Infernaliana” pero su estilo es mucho más complejo y sus narraciones están mucho mejor trabajadas y estudiadas. Podemos disfrutar con imitaciones afortunadas de los cuentos de hadas de los hermanos Grimm (con claras influencias de Madame d’Aulnoy) como “Tesoro de las habas y flor de guisante”, pastiches a las 1001 noches claramente deudores de Voltaire y llenos de sabiduría (“Los cuatro talismanes”, “El sueño de oro”), sorprendente proto-ciencia ficción (“Françoise el de las medias azules”), terror puro y duro (“La quebrada del hombre muerto”, “Inés de las Sierras”) y, quizá, su obra más innovadora y radical: “Smarra o los demonios de la noche”, hasta donde sé, el primer intento plenamente logrado de narración onírica, lleno de imágenes impactantes y originales, con una lógica interna digna de Carroll y que anticipa tanto al surrealismo como a Kafka o Poe. Una obra inclasificable y difícil, llena de un lenguaje barroco que puede echar para atrás a más de uno pero que merece la pena leerse (existe una edición más fácil de encontrar en Abraxas).
Menos logrados e interesantes son otras novelas suyas. “El hada de las migajas” (Espasa Calpe, colección Austral) que en tiempos gozó de enorme fama, hoy es casi ilegible. El barroquismo de su lenguaje, más exagerado que nunca, las continuas disgresiones y un buenrrollismo ñoño convierten esta extraña fábula sobre la búsqueda de una especie de principio femenino universal y primigenio en exasperante y aburrida, aunque en ocasiones posee unas escenas absurdas dignas del mejor Carroll.
“Mademoiselle de Marsans” es una obra de difícil adscripción. Probablemente sea la primera novela gótica escrita en francés pero, por desgracia, Nodier elige la corriente no fantástica de este sub-género, y los misterios que llenan el libro acaban teniendo una, bajo mi punto de vista, decepcionante explicación lógica (error este que también cometió en “Inés de las Sierras” y que le crítico con cierta acidez Dumas). Además, estamos ante una obra un tanto errática, a ratos novela histórica, a ratos relato sentimental, con trozos de terror psicológico, el guiso final después de tantos ingredientes no acaba de ligar bien y deja un cierto regusto amargo en la boca. Si Nodier se hubiese centrado en alguno de estos aspectos hubiese logrado un buen libro, pero la dispersión le perjudica enormemente. Con todo, no deja de ser interesante la visión que da (en su caso de primera mano) de los exiliados anti-napoleónicos fuera de Francia, o de los complots carbonarios, sin olvidar la parte final, con los principales protagonistas encerrados en un castillo de donde es imposible salir y donde se nos describe con una minuciosidad y precisión espeluznantes, el infierno de sed y hambre que los empuja lentamente a la muerte. Puede que estas sean las mejores y más impactantes páginas que Nodier jamás escribió.
Nodie gozó por tanto de una vida excepcional, variada y hermosa. Excepcionalidad que también protagonizó a su muerte ya que la mayoría de sus colegas escritores dejaron constancia del profundo pesar que les causó y de la tristeza que les supuso su desaparición. Algo que, viniendo de personajes tan endiosados, egocéntricos y quisquillosos como Victor Hugo, Gerard de Nerval, Teophile Gautier o Alexandre Dumas, no deja de ser el elemento más fantástico de toda la carrera de Charles Nodier.