lunes, marzo 23, 2009

Un Caso de Conciencia

No, no me refiero al libro de Blish. Estoy hablando de un dilema ético que, creo, afecta a más de un lector y, especialmente, a lectores frikis como yo.
Llevo comprando libros desde la adolescencia y coleccionando Ciencia Ficción, Fantasía y Terror desde que tengo ingresos regulares. Como muchos otros tengo mi lista de "más buscados" y con ella me he pateado librerías de viejo, primero, y rastreado internet, después. He conseguido muchos de mis objetivos, muchísimos de hecho, pero todavía hay unos cuantos que se me resisten. Y, me temo, se me seguirán resistiendo por muchos años.
Pero, resulta, que gracias a este blog descubro qe existe un archivo en la mula llamado "2800 libros de ciencia ficción y fantasía", resulta que en ese archivo están algunos de los libros que llevo buscando 15 años. ¿Qué hago? ¿Me lo bajo y fin del problema? ¿A los poseedores de los derechos de autor que les den?
Es un debate peliagudo y, me temo, de no fácil solución. Los libro que busco suelen estar descatalogados, a priori no habría nada malo en bajárselos, no se perjudica a nadie. Pero, como se ha comentado cuando han surgido ediciones piratas, eso puede echar para atras a futuros editores que quisieran publicar esos libros (para que hacerlo si ya están gratis al alcance de todos).
Rizando el rizo, alguno de esos libros nunca nadie los va a editar, por que no le interesan a nadie aparte de a un par de chalados como yo. ¿Por qué no caer en la tentación entonces?
El problema con las tentaciones es que son muy difíciles de limitar. Una vez que caes es muy fácil seguir cayendo y ampliando el nivel moral de tus actos, para, al final, no ponerles ningún freno.
En fin, que el dilema está ahí, que el caso de conciencia está expuesto. No me importaría saber la opinión de algunos de los que se pasan por aquí. Aunque, como ya he comentado, soy de la opinión de que no existen respuestas fáciles para estas preguntas.

domingo, marzo 15, 2009

"Inversiones" de Iain Banks


En general, cuando leo las novelas de Banks sobre la Cultura, y por poner un símil musical, tengo la sensación de escuchar grandes obras al estilo de Wagner, Orff y Bruckner. Piezas épicas, monumentales y estruendosas, la cabalgata de las valkirias, el Carmina Burana y cosas por el estilo.
Para todo hay excepciones, por supuesto, e “Inversiones” es un buen ejemplo. Por qué si “Pensad en Feblas” es Wagner, “Inversiones” es una pieza de cámara de Schubert, mucho más modesta en su ejecución y escala pero tremendamente impactante en lo íntimo y personal.
Fonz, que tiene el mejor artículo en español que conozco sobre la Cultura (disponible en alguno de los enlaces del margen) afirma que este es el libro con el que uno no debe de empezar con la Cultura. Por una vez, no estoy de acuerdo. De hecho es el típico libro que recomendaría a un fan de la Fantasía para empezar con esto de la CF.
En efecto, el libro, aparentemente, no tiene nada que ver con la Cultura. Un escenario seudomedieval, dos reinos enfrentados, una guerra fría camino de convertirse en caliente, intrigas cortesanas, traiciones, tortura, asesinatos y un mundo a punto de cambiar. Aparentemente, sería un libro del que podría disfrutar un lector de Martin o Sapkowski. Por supuesto, las cosas son más complejas. Al lado de cada bando hay un agente de Contacto que intenta encaminar a este planeta hacia un escenario de mayor civilización y desarrollo que lo aleje poco a poco de la barbarie. Uno es un guardaespaldas, el otro una médico.
Poco a poco, descubrimos que, aunque nunca coincidan en toda la novela, se conocen de antes y tienen una forma de entender su trabajo radicalmente diferente. Ella quiere influir de forma activa, él prefiere dejar que las cosas fluyan más suaves y no inmiscuirse en las decisiones de civilizaciones ajenas y más atrasadas.
Banks parece dejar claro desde el principio cuales son sus simpatías. Tanto el dictador recién llegado al poder, como su guardaespaldas son figuras mucho más atrayentes que la médico que tiene que soportar el machismo de la sociedad que la rodea y el rey absolutista al que sirve. Y, sin embargo, no hay mayor paradoja en todo el libro, como bien dice esta vez Fonz, que su final, donde descubrimos que las cosas no son exactamente como parecen, que nada es blanco ni negro y que la, aparentemente, mejor postura desde el punto de vista ético puede no ser la más eficaz.
En cualquier caso, la victoria y la derrota de cada uno de los bandos es relativa. El final de la obra es ambiguo y agridulce. Sabemos que las dos potencias han mejorado gracias a la actuación (cada uno a su manera) de los dos agentes de Contacto, pero estos han sufrido dolorosas heridas emocionales que, en cierta forma, suponen un cierto fracaso y un abandono de sus ideales.
“Inversiones” es un libro que tras su aparente aspecto de novela de aventuras épicas e intrigas cortesanas esconde mucho más, plantea preguntas muy serias perfectamente encajables en nuestro mundo actual y con una respuesta difícil y poco clara. Es un libro que, por ejemplo, Bush debería de haber leído antes de invadir Irak, aunque, por supuesto, no creo que Bush lea este tipo de libros (realmente, no creo que lea ningún tipo de libro).
Después del semifiasco que representó “Excesión”, “Inversiones” me ha vuelto a reconciliar con Banks y la Cultura. No es sólo una buena novela, es también una forma muy original y sugerente de dar un giro de tuerca a las premisas de la Space Opera sin repetirse. Banks, además, es muy original escribiendo su ambientación a lo novela de Fantasía Épica. Rompe sutilmente con algunas de las convenciones del género (hay armas de fuego) y demuestra buenos conocimientos históricos (las sombras de Luis XIV y Cromwell planean como obvia inspiración por todo el libro).
Sin embargo, lo más impactante del libro es el despliegue de emociones que sufren los protagonistas (y el lector). Cada vez tengo más claro que, a pesar de la pirotecnia space opera de sus obras de la Cultura, Banks aspira a ser uno de los autores más intimistas y emocionales del género. Puede que sus obras estén ambientadas en escenarios grandiosos, pero lo más grande que hay en sus libros es lo que bulle en el alma de sus protagonistas.

lunes, marzo 09, 2009

Estamos como Cabras

La verdad es que los lectores de CF somos una tribu rara. No digo que no los haya normales, y supongo que serán la mayoría, pero hay un grupito de fanáticos (me incluyo) que hemos hecho (y hacemos) cosas bastante extravagantes con nuestro vicio personal. Hablo, en concreto, de la digitalización de libros. Es una reflexión que me ha llegado a raíz del último texto de Julían Díez en Propsectiva (por cierto, que chula está quedando la página).
JD comenta la cantidad de libros de CF que hay digitalizados en al red (o sea, pirateados). Es un fenómeno del que me había percatado, vas a cualquier página de descarga de libros, desde la mula a las específicas del tema y hay montañas de novelas, cuentos y relatos de CF. Creo que superan por mucho a los demás géneros. Otro dato, subjetivo pero dato a fin de cuentas. Por mi centro de trabajo circuló un CD que tenía cientos de libros digitalizados. Una cosa bárbara. Se lo copió mucha gente y, como no, servidor entre ellos. Investigándolo en casa con tranquilidad descubrí, una vez más, que estaba plagado de autores de CF.
Escanear libros es un coñazo soberano, cuando lo hago y llevo un par de páginas me quiero tirar por la ventana. Pues resulta que hay una extraña célula subversiva que lo hace por amor al arte y entre la que destacan unos cuantos fanáticos de la CF que, a juzgar por la cantidad de material que han descargado en la red, parecen estar al mando.
Lo que decía, estamos como chotas. Y yo el primero, que conste (aunque no por este tema concreto, sigo siendo fan del formato libro).

martes, marzo 03, 2009

Indescriptible

Últimamente, los grandes periódicos suelen tener un hueco para reseñar la muerte de cualquier personaje medianamente importante. Así, hoy tuve la grata sorpresa de ver que El Mundo dedicaba un breve artículo a Philip Jose Farmer. Un avance desde una época no muy lejana en que el fallecimiento de, por ejemplo, todo un Heinlein, no mereció prácticamente ningún comentario en nuestra prensa.
Arrugué un poco el entrecejo al ver que lo firmaba Julio Valdeón Blanco, un novelista afincado en Nueva York que, ocasionalmente, trabaja para este periódico y al que no hay que confundir con su padre, el muy prestigioso y admirable Julio Valdeón Baruque, uno de los mejores medievalistas que ha dado este país.
Y digo que arrugué el entrecejo por que este tipo me carga sobremanera. Primero, por que suele hablar sin conocimiento de causa de todo lo humano y lo divino que le encarga el diario para el que trabaja. Lo que significa que mete la pata sin parar y, en demasiadas ocasiones, de forma bochornosa. Y segundo, por que tiene un estilo absolutamente desesperante, farragoso, lleno de figuras literarias que no vienen a cuento, rimbombante y absurdo. Un fuego de artificio que suele ocultar la vacuidad más absoluta. Cuanto daño ha hecho Francisco Umbral a algunos escritores de este país...
Como no, Julio no podía defraudarme, después de varios párrafos que igual valían para Farmer que para el 90 % de los escritores dedicados al fantástico, llegó la siguiente perla:

"En Riverworld, su trabajo más conocido, presentó un mundo subacuático, en el que los hombres exiliados de una Tierra hiperpoblada, vivían congelados casi toda la semana, a fin de dejar espacio a sus semejantes."

En fin, que mucho rollo sobre lo bien que la CF se está integrando en la cultura general y luego llega un mercenario de las letras y la caga pero bien. Con lo poco que hubiese costado cinco minutos de busqueda en internet. Que tampoco pretendo que el tío se lea las obras completas de Farmer pero un mínimo de profesionalidad no es mucho pedir, digo yo.