lunes, diciembre 25, 2006

"El Velo Alzado" de George Eliot


“El Velo Alzado” es una obra menor dentro de la carrera de George Eliot (seudónimo de Mary Ann Evans, una de las más grandes novelistas victorianas) pero resulta muy interesante para el lector de ciencia ficción ya que presenta uno de los primeros telépatas de la historia del género.
Por supuesto, Eliot no utiliza nunca este nombre pero las habilidades de Latimer, su protagonista, son fáciles de reconocer para cualquier buen aficionado. Fruto del segundo matrimonio de un adinerado banquero inglés, Latimer se presenta desde su juventud como un ser débil e hipersensible, mimado por su madre y despreciado por su padre y su hermanastro mayor bastante más enérgico y pragmático. En este sentido, la novela sigue al pie de la letra todos los clichés del realismo decimonónico: la descripción del modo de vida de las clases altas británicas, la exposición del día a día de una familia con todas sus miserias y un uso continuado de la introspección psicológica como principal herramienta estilística. Evidentemente, este aspecto del libro es resuelto por Eliot de una forma brillante, lo que era de esperar dada su formación como escritora.
Lo que resulta más llamativo es lo bien que se apaña nuestra autora con el concepto del telépata y de lo que este poder podría significar en la vida de una persona. Muchos de los lugares comunes sobre el tema que luego desarrolló la ciencia ficción norteamericana entre 1940-70 ya aparecen aquí. De hecho, “El Velo Alzado” es casi un bosquejo de “Muero por Dentro” de Robert Silverberg al presentar la telepatía más como una maldición que como un don.
En efecto, Latimer (que además de leer el pensamiento también tiene visiones premonitorias) se queja del “ruido” que provocan los pensamientos de los demás y, al mismo tiempo, se angustia en su vejez a medida que va perdiendo su poder. Se enamora de Bertha, la cruel y despiadada prometida de su hermano, y, en cierta forma, consigue todos sus objetivos en la vida con la muerte accidental de este que le convierte en heredero de la fortuna de su padre y que le ayuda a casarse con Bertha.
Sin embargo, jamás halla la felicidad ya que gracias a sus poderes sabe que nunca será feliz con Bertha y, en efecto, su vida matrimonial se convierte en un largo y amargo infierno. Además, y como colofón a esta vida desgraciada, Latimer sabe perfectamente cuando y como morirá lo que tampoco es una ayuda para tranquilizar su atormentado espíritu.
Al igual que el personaje de “Muero por Dentro”, Latimer siente que su vida hubiera sido mucho mejor sin su poder que no le ha proporcionado ningún beneficio. Haciendo alusión al título de la novela, Eliot da a entender que el velo que se alza entre los diferentes seres humanos y que les impide una mejor comunicación puede ser más una bendición que una maldición por que, una vez que Latimer alza ese velo, descubre hasta que punto su mujer es un ser mezquino, vacío y cruel.
Narrada en primera persona (lo que acentúa su parecido con la novela de Silverberg), Eliot consigue la nada desdeñable hazaña de hacernos empatizar con un personaje en cierta forma sobrehumano y bastante antipático.
Evidentemente, esta audacia narrativa estaba condenada al fracaso. La novelita (poco más de 100 páginas con letra de buen tamaño) fue publicada en 1859 en una revista de la época y sufrió el rechazo y desconcierto total del público hasta tal punto que durante muchos años no fue editada en forma de libro. Sólo lo consiguió en 1878 y debido a la cabezonería de su autora que se empeñó en que formase parte de uno de los volúmenes de sus obras completas.
Es posible que hoy en día, un público más abierto sea capaz de apreciar mejor las virtudes de este librito que hasta ahora ha pasado bastante desapercibido.

domingo, diciembre 24, 2006

"Pentamerón" de Giambattista Basile


Estamos, por hablar en castizo, ante la madre del cordero en esto de los cuentos de hadas. En efecto, si para la mayoría de los lectores todo empieza con Perrault en 1698 resulta que las cosas son un poquitín más complicadas. Y todo por una figura como la de Giambattista Basile, una especie de cortesano profesional de origen napolitano que recorrió varias cortes de la península (incluida la española de su ciudad natal) y que fue un (según los cánones actuales) discreto poeta barroco. Cuando Basile muere en 1632 deja un voluminoso manuscrito semiacabado que el pensaba titular “El Cuento de los Cuentos” pero que ha pasado la historia con el nombre de “Pentamerón”.
El libro, escrito en el dialecto napolitano del siglo XVII, y, por tanto, ilegible para un italoparlante actual, fue publicado entre 1634-36. Desde luego, que Basile estaba escribiendo algo ya era conocido por varios de sus amigos a los que relataba o escribía por carta algunos de estos cuentos. Uno de estos “enterados” fue nuestro Francisco Quevedo que escribió su “Cuento de Cuentos” en 1626, una colección de frases vulgares y dichos españoles, lo que indica dos cosas, que Basile pasó mucho tiempo elaborando su obra y que Quevedo no estaba muy al día de lo que el napolitano estaba escribiendo por que, si bien este es bastante vulgar, su libro va más allá de una mera colección de dichos.
En efecto, el “Pentamerón” recoge el modelo del “Decamerón” de Bocaccio, de los “Cuentos de Canterbury” de Chaucer y de “Las Mil y Una noches” árabes (aunque es dudoso que Basile conociese este último libro que no llegó a Occidente hasta el siglo XVIII), o sea, cuentos dentro de un cuento.
Una princesa utiliza una serie de trucos mágicos para encontrar al amor de su vida pero una malvada esclava consigue suplantarla en el último momento, casarse con este príncipe azul y quedarse embarazada de él. Durante el embarazo la esclava pide que le cuenten cuentos para pasar mejor ese trance y diez mujeres del pueblo lo harán durante cinco días, a razón de un cuento cada una. El último día, la princesa sustituye a una de estas mujeres y narra el cuento final que es su propia historia donde queda al descubierto la maldad de la esclava y que le permite recuperar su amor perdido.
La historia marco es, en el fondo, un mero pretexto, lo importante del libro son los cincuenta cuentos que le dan título y que son una auténtica maravilla.
Provenientes casi todos ellos del acervo popular (se conocen muchas versiones de varios de ellos), Basile lo que hizo fue re-elaborarlos de una forma artística siguiendo su propio gusto e interés y consiguiendo auténticas joyas.
En efecto, dueño de un lenguaje barroco que puede echar para atrás a algún lector, Basile se redime por su increíble sentido del humor que afecta incluso a este mismo estilo, donde, a veces, de tan exagerado que es se cae en una muy consciente y muy lograda parodia y sino, veamos, por ejemplo, como interpela una madre a un hijo suyo un tanto inútil: “¿Qué haces todavía en esta casa, pan maldito? ¡Ahueca el ala, granuja! ¡Largo de aquí, macabeo! ¡Qué la tierra te trague, cenizo! ¡Apártate de mi vista, zampabodigos! ¡Me robaron de la cuna un niñito lindo, un pimpollo de oro, y en su lugar me pusieron un marrano papanatas como tú!”.
Y sí, otro de los aciertos de Basile es su perfecta recreación del habla popular napolitana de aquella época que se convierte en algo vivo, chispeante, sorprendente y tremendamente divertido. Por que, como ya he comentado, el humor es lo más importante de esta colección de cuentos aunque no cualquier tipo de humor. El de Basile es grueso, chocarrero, escatológico, vulgar, deja a nuestro Quevedo como un cursi refinado y alcanza niveles de audacia que, ciertamente, ni siquiera en estos tiempos supuestamente liberrimos muchos autores se atreven a usar. Así que, en sus cuentos, hay mucho sexo, mucha sangre, mucha comida y mucha mierda. Se ama igual que se caga y se besa tanto como se pedorrea y aunque esto pueda resultar vulgar, el efecto va más allá del chiste de Jaimito y consigue, al que decide entrar en el juego, logros sorprendentemente cómicos y, me temo, muy imitados.
Por poner uno de los muchos ejemplos posibles tenemos el cuento de “La cucaracha, el ratón y el grillo”, donde un rey ofrece la mano de su triste hija a quien consiga hacerla reír por primera vez, un simple campesino dueño de estos tres animales mágicos lo logra pero, como al rey no le gusta semejante matrimonio desigual, le exige que consuma el matrimonio en las primeras tres noches o si no morirá. El campesino fracasa ya que el rey le da noche tras noche un somnífero que le hace roncar a pierna suelta, pero consigue escapar con vida a pesar de todo. El rey decide casar a su hija con un rico noble alemán, y el campesino utiliza a sus animales mágicos para evitar que este consuma a su vez el matrimonio. El sistema es tan sencillo como salvaje, la cucaracha se introduce todas las noches por el ano del alemán provocándole una diarrea tan brutal que la princesa, asqueada, consigue que el matrimonio sea declarado nulo y vuelve a los brazos del campesino.
En fin, guarro guarro pero contado por Basile, tronchante. Por supuesto, estos cuentos son todo lo contrario de lo políticamente correcto. No sólo por lo sucio sino por que, además, sus personajes son rastreros, egoístas, avaros, racistas, machistas y vengativos.
Los esclavos son siempre negros y malos como el demonio, para lograr llevarse a una moza al huerto no se duda en engañarla, dormirla o chantajearla, los protagonistas masculinos, aunque enamorados, son infieles a troche y moche y con la primera que encuentran y, ya se sabe, las mujeres son todas de la piel del diablo. La crueldad alcanza a veces unos niveles intolerables si no fuera por que de tan exagerada uno acaba asumiendo que es como una película de dibujos animados (la esclava embarazada del cuento marco acaba siendo “enterrada viva y con la cabeza fuera, a fin de que su muerte fuera más penosa”).
Y, por si fuera poco, los cuentos tienen también un cierto aire subversivo, por que de vez en cuando aparecen mujeres tan listas o más que los hombres, campesinos que se la juegan a los mismos reyes y príncipes de un estúpido que apabulla.
Como creo que ya he dicho, el libro fue un éxito y de él picotearon los autores franceses primero (Perrault, D’Aulnoy) y los alemanes después (Brentanno, los Hermanos Grimm). Cada uno de ellos recortó lo que mejor le pareció pero todos coincidieron en que, tal como estaban, estos cuentos eran demasiado brutales para niños o para el gusto de sus respectivas épocas (por supuesto, Basile no escribía para niños y el Barroco fue un momento en que sus excesos encajaban a la perfección).
Brentano fue el principal divulgador de la obra de Basile al realizar una adaptación en toda regla con sus “Cuentos Italianos” ya en el XIX. Pero, sin duda, fueron los Grimm los responsables de popularizar historias como la de la Cenicienta, la gallina de los huevos de oro (que en Basile es un burro que caga piedras preciosas), el Gato con Botas y tantas otras.
Eso sí, hay dos advertencias que hacer al lector moderno. Son muchos cuentos y algunos un tanto repetitivos, así que leérselos todos de golpe quizás no sea lo más recomendable. Dosificarlos alternando con otras lecturas puede ser una buena receta. Y no olvidemos que debido a la muerte del autor, la última jornada (o sea, los últimos diez cuentos) se quedó en un mero borrador así que nos encontramos ante los relatos más flojos y cortos de todo el volumen.
La edición de Siruela es cara pero creo que, por una vez, el precio está justificado. Tapa dura, ilustraciones, casi 500 páginas, un jugoso prólogo de Benedetto Croce, el famoso historiador italiano que a principios del siglo XX elaboró la versión canónica en italiano moderno y un epílogo de Italo Calvino, otro sincero admirador de la obra de Basile. Y, por supuesto, no puedo menos que rendir homenaje a César Palma, el traductor (autor de otra interesante introducción), cuya labor ha debido de ser tremendamente difícil pero que ha conseguido un éxito con mayúsculas. Sin él, dudo que este “Pentamerón” fuese tan magnífico y divertido como es.

sábado, diciembre 23, 2006

Un Experimento Pedagógico (2): "Historia de una Gaviota y del Gato que le Enseñó a Volar" de Luis Sepúlveda

No nos engañemos con el subtítulo, aunque “Historia de una Gaviota y del Gato que le Enseñó a Volar” puede ser una novela para jóvenes de 8 a 88 años es, básicamente, un cuento infantil/juvenil, apto para todos los públicos pero que sólo podrá ser disfrutado plenamente por aquellos adultos que aún sean capaces de retrotraerse a los diez años.
La historia es un cuento de hadas, subgénero animales parlantes, de los de toda la vida pero modernizado. Una gaviota cae en una mancha de petróleo y antes de morir consigue poner un huevo, mientras agoniza arranca a un gato (el único testigo de su muerte) la promesa de que cuidará de su polluelo y le enseñará a volar. Obviamente, el gato tiene bastante difícil cumplir su misión pero, como era de imaginar, lo acaba consiguiendo con un poco de ayuda que conviene no desvelar para no destripar el final del libro.
Sepúlveda es un narrador que no se anda con complicaciones a la hora de contar su relato, sabe muy bien lo que quiere decir y hacer y elige el camino más corto, ya sea por convicción propia o por el público al que va destinado, por tanto su lenguaje y técnicas literarias son de lo más sencillo pero también muy efectivas. Hay una descripción muy lograda del puerto de Hamburgo (ciudad en la que vivió el autor) desde el punto de vista animal, un lugar mágico y maravilloso donde los gatos son los amos en eterna lucha con las ratas y con un estricto código ético de comportamiento. También hay momentos de emoción (la entrevista entre el gato protagonista y el rey de las ratas), humor (¿Cómo le explicas a una gaviota criada por una pandilla gatuna que no es un gato?), camaradería (el gato necesita la ayuda de un buen número de congéneres suyos para educar a la gaviota) y sensibilidad (en especial al final).
En el debe hay que señalar que la moralina final del cuento, el mensaje, es demasiado evidente y palmario. No aparece forzado pero quizás sea demasiado poco sutil para un lector adulto que espera mayores complejidades de los libros que lee. Ahora bien, la crítica a la destrucción medioambiental del planeta y la idea de que a pesar de las diferencias un gato puede criar y enseñar a volar a una gaviota (una bella metáfora sobre la posibilidad de comprensión del otro) son mensajes lo suficientemente positivos y necesarios como para que se pueda aceptar, aunque no guste del todo, que Sepúlveda se los muestre de una forma tan explícita a su joven público.
Con todo lo dicho, y a pesar de su brevedad (se lee en un par de horas), el libro ha sido un éxito claro, mi ejemplar (algo antiguo) indicaba la edición trigésimo segunda y haber quien es el guapo que vende tanto hoy en día.
Entre los chavales los resultados han sido dispares, se han quejado (con algo de razón) de que el libro era demasiado infantil, si bien los más habituados a leer lo han disfrutado plenamente, así que suena a excusa de mal estudiante. A grandes rasgos, un tercio ha pasado de leérselo, otro tercio se ha mostrado indiferente o negativo y el tercio restante ha reconocido que el libro les ha gustado. Destacan algunos éxitos individuales, como la de alguien que lloró al final de la lectura (¡Ah, la sensibilidad femenina!) o la del típico adolescente que no había leído nada en su vida y que, con gran asombro de su familia, no dejaba la novela ni a sol ni a sombra. Datos como estos pueden empujar al optimismo pero no olvidemos que era un libro muy cortito y, realmente, para lectores más jóvenes.
En fin, veamos que va a pasar con el más largo y más adulto (aunque no mucho) “La Ciudad de las Bestias” de Isabel Allende, para Marzo hablamos.

jueves, diciembre 14, 2006

JD y AX

Ayer compré el número cuatro de Artifex (AX) y al leer el prólogo recibí una noticia que no esperaba ni conocía: Julián Díez (JD), uno de sus recopiladores junto a Luis G. Prado su editor, dejaba de colaborar con este proyecto.
En fin, una mala noticia, AX se ha convertido en la antología de relatos fantásticos en español más importante de los últimos años y, digo yo, en parte será mérito de JD. Espero que Luis G. Prado no de por finiquitado el proyecto y que este siga adelante aunque con los tiempos que corren uno no puede dejar de ser algo pesimista.
Por otra parte, es significativo observar como de un tiempo a esta parte JD se ha ido retirando discretamente del mundillo del fandom, desde aquellos tiempos en que dirigía Gigamesh y frecuentaba la Terma y Xatafi hemos pasado a una fase en la que ha dejado de frecuentar foros internautas, ha borrado su blog, va cada vez menos a las tertulias y, como colofón, deja AX.
Puede que sea sólo una fase transitoria para coger fuerzas pero, aún así, no deja de ser una pena. Y es que pese a quien pese JD era y es una voz necesaria en nuestro pequeño mundillo por que posee dos virtudes que a mi manera de ser le convierten en imprescindible: tiene ideas y sabe transmitirlas (quizás su profesión de periodista tenga algo que ver con esto). Es cierto que, a veces, los modos son un tanto bruscos y que da la sensación de que la polémica es su modo de vida natural pero, repito, una voz como la suya es tan necesaria como imprescindible, aunque sólo sea para estar en desacuerdo con él y estrujarse la meninges al intentar rebatirle.
Triste país este que condena al ostracismo a las voces críticas y discordantes.

domingo, diciembre 03, 2006

"La Estatua de Mármol" de Joseph von Eichendorff


“La Estatua de Mármol” del barón Joseph von Eichendorff (1819) fue una obra que en su momento causó sensación y que influyó poderosamente en la segunda generación romántica alemana (gente como Tieck, Mörike o Hauffs). La historia que narra es muy sencilla. Un joven noble alemán decide ver mundo y recala en la ciudad italiana de Lucca, allí encuentra un ambiente amable y festivo y se enamora de una de las bellezas locales pero también traba amistad con un siniestro personaje al que todos parecen evitar. Esa misma noche, el joven descubre un jardín donde hay una estatua de mármol que representa a la diosa Venus y que causa en él en efecto devastador. Al día siguiente, vuelve al mismo sitio para encontrarse con una mansión donde tiene lugar una especie de fiesta continua y cuya dueña es la encarnación en carne y hueso de la estatua.
Lo más llamativo de este breve relato es la ambientación onírica que lo impregna. Eichendorff se muestra como un hábil artista a la hora de recrear una ambiente ensoñador, o cuando decide mostrarnos las delicias de la noche. Durante muchas páginas uno no sabe muy bien si está ante un sueño terriblemente vivo o ante la realidad misma. Nada de lo que le pasa al joven protagonista es dañino en si mismo pero el lector siempre tiene la sensación de que hay algo inquietante en esa mansión y en sus extraños moradores.
Quizás lo más interesante para el lector moderno es que este cuento es uno de los primeros en introducir una serie de elementos que luego se han vuelto comunes en la literatura de terror. La idea de que uno puede visitar una casa un noche para descubrir al día siguiente que sólo es un solar en ruinas, aunque hunde sus raíces en el folklore centroeuropeo, se expone aquí por primera vez de una forma moderna. Al mismo tiempo, los dioses de la antigüedad que se niegan a desaparecer con la llegada del cristianismo y que aún son capaces de perturbar el sueño de los hombres nos remiten claramente a un gran número de autores entre los que, a bote pronto, el nombre más evidente es el de Lovercraft.
Un relato evocador, onírico, amable y muy bien escrito que consigue que uno tenga deseos de conocer más de la obra fantástica de Eichendorf. Misión imposible, por supuesto, a menos que uno lea alemán. Olañeta ha conseguido con este volumen una edición exquisita de buen gusto y elegancia aunque a un precio desmesurado para un relato de apenas 40 páginas. Este tipo de ediciones elitistas nunca me han acabado de convencer. Más sencillo hubiera sido haber hecho una antología más larga de cuentos y novelas cortas de este escritor por el mismo precio. Pero eso es soñar despierto así que conformémonos al menos con este delicado relato.

miércoles, noviembre 29, 2006

Una Tendencia en Alza

De un tiempo a esta parte se viene hablando de una tendencia de lo más interesante en esto de la literatura fantástica: la irrupción de escritores mainstream que se animan a escribir obras de género (incluida la ciencia ficción). En fechas recientes gente como Casariego, Houellebecq, Ishiguro, Roth, Cunningham o Mitchell han escrito con más o menos fortuna libros de estas características y, en muchas ocasiones, han conseguido obras realmente buenas y muy por encima de las de los autores del ghetto.
Y esto viene a colación por que dicha tendencia sigue en alza y va camino de convertirse en algo habitual. Sin ir más lejos dos de los grandes premios del año han recaido en "Kafka en la orilla" de Murakami y "Lunar Park" de Breat Easton Ellis. Tampoco podemos olvidar la publicación en nuestro país de otro libro de David Mitchell, "El Atlas de las Nubes", uno de los triunfadaroes del 2005. Más significativo aún es que uno de los autores estadounidenses de culto, Cormac McCarthy, halla escrito "The Road", su última novela, (que me imagino que se acabará publicando aquí)y que esta sea claramente de ciencia fición: un post-apocalipsis que nos muestra unos E.E.U.U. devastados y que está teniendo un gran éxito de crítica y público.
En fin, que, como siempre, habrá que esperar a leerse los libros para juzgar sus resultados pero la cosa pinta de lo más interesante. Da la sensación de que las famosas murallas del gheto se han roto del todo, lo que pasa es que en vez de ser el ghetto el que sale afuera son los de afuera los que entran dentro, cogen lo que les interesa y vuelven a salir.
A partir de ahora, por tanto, se adivinan dos tipos de libros: unos de gran calidad escritos por autores de prestigio de fuera que gustaran más o menos, estarán mejor o peor escritos pero serán los que tengan auténtica resonancia entre el público y los medios y otros escritos por el ghetto por y para el ghetto que tendrán únicamente éxito entre el grupo de frikis habituales (con la consiguiente reducción de ventas).
Lo triste de este asunto (que en el fondo no es tan nuevo y que se lleva repitiendo desde hace más de un siglo) es que los potenciales lectores que puedan saborear ambos mundos van a ser escasos, el prejuicio es el mal de nuestros días y campa a sus anchas. Los sesudos lectores de cosas serias huiran de las portadas chillonas de amazonas en cueros y naves espaciales y los frikis de turno ni se acercaran a los librotes aburridos y sosos de las editoriales "serias".
Una pena pero así son las cosas y hacia eso vamos, en mi modesta opinión, por supuesto.

jueves, noviembre 23, 2006

"La Araña Negra" de Jeremias Gotthelf


Recuerdo muy bien una de las veces que estuve en Francia como un autóctono se enfadaba al descubrir que todo nuestro grupo de españoles desconocía totalmente su idioma y únicamente hablábamos (mal, por supuesto) la lengua de la pérfida Albión y como el francés mascullaba algo así como “Es la dictadura del inglés”.
Chovinismos aparte, el hombre tenía más razón que un santo. Sea por que actualmente E.E.U.U. es la que manda, sea por que posee un elenco de grandes escritores incontestables o sea por la propaganda de determinados escritores de nuestra lengua (Borges o Madariaga), leemos mucho más en inglés que en cualquier otro idioma. El número de obras traducidas de autores en esta lengua es brutalmente superior al de escritores franceses, alemanes, rusos o italianos. Si hablamos ya de nacionalidades minoritarias (escandinavos, belgas, suizos, holandeses, etc) apaga y vámonos.
Pero si nos centramos en el campo de la literatura de género la cosa roza el escándalo. Excepto casos contados (y Bibliopolis es la principal culpable de la mayoría de estos casos) casi todo lo que se publica de terror, cf o fantasía en España proviene del mundo anglosajón.
Y, lo que es igualmente triste, en cuanto a obras clásicas más de lo mismo. Si es posible encontrar hasta la obra menor del más menor de los escritores ingleses del XIX que cultivaron el terror (el género de moda en aquellos años) conseguir algo parecido en otras nacionalidades es mucho más difícil.
Y si no, veamos el caso de este libro. Si preguntamos a un lector medianamente culto sobre la literatura suiza del XIX con mucha suerte hablará de Gottfried Keller o de Conrad Ferdinand Meyer. Prácticamente los únicos autores traducidos de ese país y ese siglo (y tampoco en exceso, media docena de libros entre los dos y tirando por lo alto). Si, además, preguntamos por Jeremias Gotthelf la mayoría de la gente no sabrá de quien le estamos hablando. Y es lógico, sólo existe un libro de este escritor en nuestro idioma y ha habido que esperar hasta 2002 para que esto ocurriese. Da lo mismo que Gotthelf esté considerado uno de los grandes autores en lengua alemana del realismo y da lo mismo que “La Araña Negra” (1842) esté considerada una de las mejores novelas cortas de terror del XIX. Ni editoriales, ni público (repartamos culpas) parecen opinar que estas sean razones suficientes que justifiquen un mayor conocimiento de su obra.
Y es una pena, por que leído el libro, sólo puedo decir: que bien escribe este suizo de las narices y que corta se me ha hecho la historia.
Jeremias Gotthelf es el seudónimo del pastor protestante Albert Bitzius y “La Araña Negra” es sólo una de las novelas cortas que aparecían en su libro “Bilder und Sagen aus der Schweiz” (“Cuadros y Leyendas de Suiza”). Gotthelf, como buen religioso, tenía la obsesión de echarle la bronca a sus convecinos por olvidar el significado real de la mayoría de las ceremonias religiosas que se habían convertido en su época en meros pretextos para fiestas y comilonas (si ve como está el tema ahora le da un pasmo). Por tanto, el libro se abre con la descripción (minuciosa y casi antropológica, no en vano estamos ante un escritor realista) de un bautizo y su celebración en un pueblecito suizo a mediados del XIX. Como era de esperar, uno de los protagonistas de la novela pasa a relatar una antigua leyenda que sirve para que sus vecinos abran los ojos ante sus error y sean conscientes del valor que la religión tiene en sus vidas.
Hasta aquí, un argumento que a más de uno puede echar para atrás y que suena más carca y aburrido que unas convivencias con un grupo del Opus. Sin embargo, Dios escribe recto con renglones torcidos. Por que Gotthelf, a pesar de los pesares, es un estupendo narrador y la historia que nos cuenta posee una fuerza tal que muy pronto olvidamos el marco piadoso donde está inscrita y nos dejamos llevar por el goce de la lectura y el placer morboso del miedo.
Como no podía ser menos para un autor realista, lo fantástico tiene que tener lugar en la Edad Media. Y nos encontramos con el pacto fáustico de toda al vida. Un grupo de campesinos se ve incapaz de cumplir con las exigencias feudales de su señor (un antipático caballero teutónico) y el simpático demonio de turno se ofrece a ayudarles a cambio de un niño sin bautizar. Los campesinos parecen reacios a aceptar pero, al final, espoleados por una mujer de fuerte carácter, Christine, aceptan. Claro, que, luego, intentan ser más listos que el propio diablo y, para evitar cumplir su parte del trato, bautizan nada más nacer y de forma apresurada a todo recién nacido.
Cuando el demonio ve frustradas sus intenciones, Christine empieza a desarrollar una horrible y dolorosa mancha negra con forma de araña en su cara. Cada vez que un niño escapa de las garras del diablo, la mancha provoca algún tipo de desgracia, primero unas plaga de arañas minúsculas que acaban con el ganado y, finalmente, la metamorfosis de Christine en una araña gigante que asola esta comunidad rural. Por supuesto, hay un final feliz pero el bien no triunfa sino mediante el sacrificio y, aunque uno es más bien ateo no puedo dejar de sentir que, en el fondo y desde un punto de vista más ético que moral, Gotthelf acierta plenamente en su imaginativa alegoría.
Por que, efectivamente, en esta clave ha sido interpretado el libro, siendo la araña negra vista como una representación del mal, de la culpabilidad colectiva ante el pecado o, más prosaicamente, de la peste negra de 1348 (la época, más o menos, en que está ambientada la historia).
Pero, teorías aparte, este es un libro que cualquiera puede disfrutar sin mayores contemplaciones y donde el “mensaje” es fácil de obviar. El suizo es muy hábil a la hora de caracterizar personajes, el irascible y amoral caballero teutónico, el combativo cura local dispuesto a luchar con el demonio en un cuerpo a cuerpo que ríete de Jackie Chan, Christine, la mujer fuerte capaz de imponer su voluntad a toda una comunidad, el demonio tan sutil como letal y la gran masa de campesinos con sus deseos, miedos y egoísmos (Gotthelf es especialmente bueno a la hora de describir las flaquezas humanas).
Pero, al mismo tiempo, su imaginación no tiene parangón. La escena en la que Christine lucha con el sacerdote en medio de una tormenta en plenos Alpes y acaba transformándose en araña posee una fuerza sólo al alcance de unos pocos. El fin de la araña y su resurrección un par de siglos después son también momentos altamente conseguidos.
Thomas Mann consideraba este libro uno de los mejores escritos en alemán y aparece en muchas listas tipo “las mejores novelas de terror”, es cierto que a Gotthelf se le ve mucho el plumero en su moralina religiosa y en su crítica anticatólicas, así como en un declarado afán didáctico pero no es menos cierto que estas partes son fáciles de obviar y que, en esencia, “La Araña Negra” es una gran novela corta de terror que merece ser recuperada por todo aficionado a este género.

miércoles, noviembre 22, 2006

"La Bruja del Ámbar" de Johan Wilhelm Meinhold


Habría mucho que hablar sobre ese gran número de escritores desconocidos que la historia se ha tragado. Autores que en su momento fueron famosos y apreciados pero que, por las razones que sean, hoy en día nadie, salvo el experto o el friki, recuerda ni, lo peor, lee.
En cierta forma es lógico. Hay tan poca vida y tanto que leer que la criba es inevitable. Pero, de vez, en cuando surgen iniciativas editoriales que deciden resucitar a estos desconocidos. Y, afortunadamente, estas resurrecciones son, en ocasiones, más que necesarias.
Tomemos el caso del alemán Johann Wihelm Meinhold. Casi nadie se acordará de él. En tiempos fue una celebridad, un precursor de la novela histórica (él la llamaba “narraciones de crónica”) que gozó de fama y prestigio y no sólo en su país. A su muerte, el olvido.
Por suerte existen editoriales como Valdemar que se atreven a llamar a la vida a ilustres desaparecidos como Meinhold y gracias a esto podemos leer un libro tan perfecto como “La Bruja del Ámbar” (1842).
Una novela que sirve a la vez como relato histórico, cuento de terror y aventura policíaca (una indefinición que ha llevado a que se publique en una colección de novela histórica pero da lo mismo, podría haber cuadrado en cualquier sitio). Un libro que se escribió sin más pretensión que la de toda buena obra de género: narrar algo, entretener y hacerlo de una forma digna. Y una fórmula que, como es el caso, cuando está bien hecha consigue auténticas joyas.
“La Bruja del Ámbar” cuenta la historia de Abraham Schweidler, pastor protestante de un pequeño pueblo de Pomerania durante la Guerra de los 30 Años, y de su hija Mary. Como he comentado es en parte una estupenda novela histórica ambientada en un periodo tan terrible que parece que escritores y cineastas han decidido piadosamente olvidar. A este respecto, los capítulos iniciales el libro recrean de una manera sobrecogedora el horror de la guerra y como esta se abate sobre poblaciones civiles indefensas. El hambre, consecuencia inevitable de la guerra, es otro de los demonios que pueblan este libro e, igualmente, es descrito con una fuerza impresionante.
Pero también es una novela de terror de lo más efectiva ya que el pequeño pueblo de Coserow está siendo asolado por una bruja que mata al ganado y ayuda al diablo a poseer el cuerpo y el alma de inocentes niños.
Por supuesto, Mary Schweidler es acusada de este crimen y aquí entramos en el terreno de la novela de misterio y de juicios. ¿Es Mary inocente? ¿Y si no es ella la bruja, quién entonces? El suspense llega a ser de lo más intenso y el final, aunque obligadamente feliz, no deja de recibirse con auténtica alegría por parte del lector entregado a la habilidad de Meinhold.
Hay mucho bueno que comentar aquí. Por ejemplo, el magnífico uso por parte del alemán del lenguaje que consigue dar a la novela una pátina de autenticidad tremendamente efectiva. La historia está narrada en primera persona por Abraham Schweidler y se recrea perfectamente la forma de hablar de un párroco culto de la época: grave, profunda y salpicada de latinismos.
También está muy bien conseguida la ambientación, el proceso en sí es de un realismo estremecedor y raya la crónica periodística.
En cuanto al terror hay escenas impresionantes: la posesión diabólica de la niña parece sacada de “El Exorcista” y la muerte de la bruja es realmente impresionante y un punto repugnante.
Aunque, personalmente, lo que más aprecio del libro es su ambigüedad. Ambigüedad a dos bandas: todo lo que pasa podría ser explicado de una forma racional y nunca nos queda del todo claro si estamos ante verdadera brujería o ante un caso de histeria colectiva (Abraham Schwidler cree que si, Rüdiger von Nienkerken, en cambio, opina lo contrario). Pero la ambigüedad también alcanza a Mary. Evidentemente, como protagonista principal de la historia, uno tiende a considerarla inocente pero Meinhold sabe sembrar bien la duda y no sólo entre el tribunal de justicia. De hecho, y aunque al final del libro las cosas quedan claras, sería muy posible re-escribir la historia variándola muy poco y haciendo que la hija de Abraham sea la verdadera bruja.
Aunque Meinhold escribió el libro como un mera obra de entretenimiento no es menos cierto que también supo introducir en ella cuestiones más profundas que le atormentaron durante toda su vida. De hecho, nuestro autor vivió gran parte de su vida como pastor protestante pero unos pocos años antes de morir se convirtió al catolicismo. Parte de sus dudas religiosas y sus críticas hacia el protestantismo aparecen reflejadas en la novela y, especialmente, en la confrontación entre Abraham Schweidler, un sacerdote que jamás duda de su fe, y el noble Rüdiger von Nienkerken, que encarna el espíritu ilustrado y científico que empezaba a asomar tímidamente, y que es bastante escéptico en cuanto a creer en brujas y demonios. En este sentido es ejemplar un momento del libro en que Rüdiger da públicamente una explicación racional a uno de los supuestos encantamientos y Abraham le hace callar con esta afirmación: “puesto que si la gente ya no temía al Diablo, tampoco temerían a Dios nuestro Señor”.
Obviamente hay también algunas cosas que al lector de hoy no le convencerán tanto. El culpable real de la historia se adivina prácticamente en la primera página (el suspense aquí no es tanto saber quien es la bruja como, más bien, si Mary va a ser o no declarada culpable). La trama de amor es demasiado cursi y ñoña para los gustos actuales. Mary resulta demasiado buena y perfecta para ser creíble (en cambio la caracterización de su padre y su dolor y flaquezas ante las amenazas que sufre su hija esta bordada). Y el final es demasiado forzado y folletinesco para resultar real, lo que contrasta gravemente con otros aspectos del libro que, como dije, parecen haber sido sacados de una crónica periodística. Con todo, el balance final es de lo más positivo. “La Bruja del Ámbar” es una de las mejores novelas de terror del XIX.
En fin, es un libro corto, se lee en un suspiro, a Lovercraft le gustaba y Valdemar se ha encargado de editarlo ¿No son suficientes razones para ir a por él?

martes, noviembre 21, 2006

Un Experimento Pedagógico

Hace unos meses publique una entrada en la que comentaba, desolado, lo poco que lee la juventud actual basándome en mi experiencia como profesor de secundaria.
Bueno, hace poco, en el blog de Nacho se montó un animado debate (ciento y pico mensajes, ¡Qué envidia!) en el que alguien comentaba que según las estadísticas la lectura está, tímidamente, remontando en el tramo de la adolescencia.
Personalmente sigo escéptico al respecto pero da la casualidad que una persona muy cercana a mí está trabajando en el instituo más cercano al mío y, por lo que me comenta, las cosas son muy diferentes de un centro a otro. Allí si que los chavales leen, no muchos pero bastantes más que donde trabajo. Parece mentira pero apenas 20 Km. pueden marcar una diferencia sustancial.
Por otro lado, reconozco que tampoco soy el profesor con mayor experiencia para hablar de este tema. Me explico, mi asignatura es Geografía e Historia y, aunque a veces mando algún libro, reconozco que no estoy en la primera línea de fuego en cuanto a la animación a la lectura. Eso queda en manos de mis compañeros de Lengua y Literatura (que si yo lo paso mal con el tema no me quiero imaginar ellos).
Bueno, como iba diciendo, resulta que esa persona cercana, por una serie de cuestiones que no viene a cuento, ha tenido que mandar tres lecturas este año como obligatorias (política del centro), una por evaluación.
Las dos primeras (la tercera aún está por determinar) son: "Historia de una Gaviota y del Gato que la Enseñó a Volar" de Sepulveda y "La Ciudad de las Bestias" de Allende (curioso, dos autores chilenos).
Ha sido una agradable sorpresa descubrir que las dos lecturas son de literatura fantástica, desconozco si es algo intencionado o no pero siempre he pensado que ese tipo de libros son los que pueden llegar a hacer que un adolescente se anime por eso del leer mucho más que la mayoría de las obras realistas.
En fin, que voy a seguir el experimento con interés e incluso a leerme los libros ya os iré contando como va la experiencia.
¡Ah! Los chavales son de 3º de la E.S.O. (1º de B.U.P. para los carcas), o sea, 14 años.

miércoles, noviembre 15, 2006

"La Historia de la Hermosa Ondina" de Eduard Mörike


Cuando un estilo artístico pierde su fuerza inicial puede que, en algún momento, de forma aislada, algún autor sea capaz de revivirlo con el mismo brío e ímpetu que antaño pero, en general, las obras postreras sólo serán una pálida y poco agraciada sombra de los logros del inicio.
Eduard Mörike y su “Historia de la Hermosa Ondina” es un ejemplo perfecto. De Mörike hay poquísimo editado en español. Este librito y su “Viaje de Mozart a Praga” (que algunos consideran la mejor novela corta de la literatura alemana), el resto es territorio desconocido para los hispanoleyentes.
Mörike fue un romántico de primera fila, de la escuela suaba (la misma que Hauff) y un poco posterior a Hoffmann (apenas 10 años). Su única mala suerte fue el tener una vida longeva, si hubiera muerto o dejado de escribir en los años 30, como tantos otros, su nombre, probablemente, sería más recordado. Es difícil hacer una apreciación de su obra, más que nada por la falta de obra traducida, pero me parece significativo que este cuento se escribiese en 1853, cuando el romanticismo se había convertido en Biedermeier, o sea, había sido domesticado por la burguesía triunfante.
Frente a la perfección y fascinación del Barón de la Motte Fouque ante el mismo tema, el acercamiento de Mörike causa un cierto sonrojo. Y no es que la historia de esta ondina no tuviese su atractivo. Una ondina tan triste que sólo daba a luz hijos muertos, de ahí que su marido la destierre a una lejana laguna y sólo le conceda la reconciliación el día que haya reído cinco veces. Por supuesto, la ondina lo consigue, especialmente gracias al contacto con una familia humana cuyas costumbres, tan alejadas de lo féerico, le producen una gran hilaridad.
Donde Fouque lograba misterio y reverencia, maldición ominosa y ambiente sobrecogedor, Mörike únicamente consigue un costumbrismo tan aburrido como simplón y más cercano al humorismo que a la alta fantasía. Fouque buscaba admirarnos con misterios preternaturales, Mörike tan sólo divertirnos. En fin, 40 años son suficiente justificación como para mostrar de que manera el fresco y pujante romanticismo fantástico alemán se ha fosilizado hasta convertirse en caricatura de si mismo.
Por supuesto, aún habrá algún escritor capaz de remedar con acierto lo conseguido por los viejos maestros. Ahí está Theodor Storm y su “El Caballero del Corcel Blanco” pero es la excepción más que la regla, la fantasía necesita nuevos derroteros por donde seguir su camino.
Probablemente estoy siendo injusto con Mörike, un autor que en Alemania posee gran renombre pero no es menos cierto que la política editorial española no ayuda a conocerle mejor. Por ejemplo, esta libro es sólo el fragmento de una obra mayor y más compleja (“Das Stuttgarter Hutzelmännlein”) donde aparecen otras historias relacionadas con las desventuras de la hermosa ondina pero la miel se nos queda en los labios y lo mismo ocurre con su rica producción de relatos. Con lo sencillo que hubiera sido hacer una antología de cuentos o publicar la obra original, pues nada, los de Mondadori prefirieron sacar un ridículo librito de menos de 100 páginas de las que más de 30 se van en notas, bibliografía e introducción. Un despropósito y una tontería, el libro cuenta con las ilustraciones originales de Moritz von Schwind y en ningún lugar se menciona. En fin, que, en algunas cosas la chapuza nacional continúa.

martes, noviembre 14, 2006

"Cuentos 1 y 2" de E. T. A. Hoffmann


Una oportunidad perdida. Este sería un adecuado subtítulo para esta entrada. Y es que, la verdad, esperaba mucho más de Alianza Editorial a la hora de editar los cuentos de E. T. A. Hoffmann. Me explico, Hoffmann es, probablemente, el escritor más importantes del XIX alemán (dejemos a Goethe al margen por aquello de cabalgar entre ambos siglos) y, para mayor interés en nuestro caso de frikis irredentos, es un escritor fantástico. Sin complejos ni tapujos, le va la marcha al respecto. Y, además, es uno de los autores cuya influencia ha sido más poderosa a lo largo del tiempo llegando incluso a anticipar muchos de los presupuestos de la escuela psicoanalítica de Freud. Vamos, por poner un ejemplo, es alguien a la misma altura que Poe, ni más ni menos.
Y, encima, es un artista cuya obra sobre todo descansa en el cuento y la novela corta. Cierto, tiene alguna novela como “Opiniones del Gato Murr” o “Los Elixires del Diablo” pero, en mi modesta opinión, donde se nota con más fuerza su maestría es en la distancia corta, ahí es letal, maravillosamente letal.
Básicamente, la obra corta de Hoffmann se publicó en vida en tres volúmenes: “Fantasías a la Manera de Callot”, “Los Hermanos de San Serapión” y “Nocturnos”. Estos libros fueron publicados en los 80 por la editorial Anaya en una de sus colecciones de literatura infantil (¿?). Hoy en día están agotados, son difíciles de encontrar y, me temo, serán muy caros. En los tres casos se sigue una estructura de cuento dentro del cuento a la manera de Chaucer o Bocaccio. Por supuesto, ahí no acaba todo, Hoffmann publicó otros muchos cuentos (“El Puchero de Oro”, “Datura Fastuosa”) de forma independiente. En fin, en los últimos 20 años han proliferado muchas antologías de Hoffmann que oscilan entre el par y las docena de relatos. En total se acercan a las 25 pero, y ahí está lo grave, ninguna de ellas recoge ni los volúmenes originales de cuentos ni una edición completa de estos.
Así pues, si queremos degustar la obra del alemán, nos encontramos ante una misión imposible. Deberíamos conseguir acceder a los muy buscados tomos de Anaya y, además, comprar muchas de las antologías por aquello de que tengan algún cuento aislado que falte. Para volverse locos.
Claro, al final uno tira por el camino más fácil y recurre o bien a esta edición en dos tomos de Alianza o a la de un solo tomo de Valdemar, colección Gótica (“El Hombre de Arena”), en ambos casos los números son muy similares: 13 cuentos, teóricamente los mejores. Y en ambos casos el resultado es el mismo: insatisfacción total y absoluta.
Como decía antes, uno esperaba algo más de Alianza cuya edición de los cuentos completos de Poe es modélica. Personalmente esperaba un esfuerzo similar en el caso del autor alemán pero, obviamente, no ha sido así. Y lo mismo se podría decir para Valdemar, que ha demostrado un gran valor a la hora de redescubrir a un gran número de autores clásicos que iban camino del olvido pero que en este caso ha pecado de timorata.
La única solución factible es que Anaya reedite los tomos de los años 80 (¿Por qué no en la colección “Tus Libros”?) o que cualquiera de las tres editoriales antes mencionadas (o Siruela que juega en la misma división) se atreviesen con los cuentos completos. Mientras sueño despierto no me ha quedado más remedio que contentarme con la edición de Alianza y seguir suspirandocon títulos como “El Puchero de Oro”, “Cascanueces y ell Rey de los Ratones”, “El Mayorazgo”, “Las Minas de Falum”, “La Señorita Scuderi”, “Signor Formica”, “El Niño Extraño”, “La Princesa Pirlipat”, “El Tonelero de Nuremberg”, etc.
La edición de Alianza incluye los siguientes relatos. Tomo 1: “El Magnetizador”. Hoffmann siempre sintió fascinación por los experimentos de hipnotismo de su época, en este estupendo relato se nos narra la ruina de una familia debido a los manejos de un malvado magnetizador capaz de dominar la voluntad de cualquiera. Aparte de que impresiona aún que el “malo” se salga con la suya, el cuento puede ser visto como una premonición de los actuales lavados de cerebros llevados a cabo por sectas, grupos políticos, etc.
“El Hombre de la Arena”. El más célebre ciento de Hoffmann y con razón. Roza la perfección. Poco puedo añadir pero destacaría lo que han dicho los críticos durante el último siglo: una perfecta recreación de la locura, incluida sus causas “freudianas” y un potente, y primerizo, cuento de robots.
“La Iglesia de los Jesuitas de G.”. Otro atisbo a la locura, en este caso a la que arrastra el arte. Un auténtico culebrón folletinesco y ciertos aires autobiográficos pero nada de fantasía.
“La Casa Vacía”. Otro cuento de locura, un tema muy tratado por el Hoffmann, pero en este caso destacaría lo bien que está creada la atmósfera de misterio que envuelve la casa y los pocos datos que se dan para intentar entender lo que está pasando. Un increíble tour de force que se cierra con auténtica maestría.
“El Sanctus”. Una curación milagrosa, de los más discretos.
“Los Autómatas”. Un cuento problemático. Lo que se lee fascina pero le deja a uno perplejo, no hay principio ni final, sólo la descripción (eso si, magnífica) de una exhibición de autómatas y ciertos misterios que envuelven a los personajes. Uno no sabe si esto es debido a la impericia del autor, al gusto romántico por la historia inacabada o, más bien, a que lo que falta aparece en el cuento marco que engloba a los demás del tomo “Los Hermanos de San Serapión”.
Tomo 2: “Bárbara Roloffin”, Brevísimo cuento que narra un suceso real de brujería en el Berlín del siglo XVII. Un atisbo entre la antropología y la historia a una época. Muy logrado.
“El Huésped Siniestro”. Un folletín de amores contrariados que recuerda vagamente a los relatos de Kleist. La gracia está en la presencia de otro malvado hipnotizador que casi se sale con la suya.
“Afortunado en el Juego”. Sin nada de fantasía pero un buen análisis de la ludopatía.
“Vampirismo”. De lo mejor de la antología. Una cruda e impactante historia de vampiros que deja a Le Fanu y Stoker a la altura del betún.
“Historia de Fantasmas”. El título lo dice todo. Discreta pero simpática.
“La Marquesa de Pivardiére”. Nada de fantasía, más bien un policíaco que se adelanta a Poe y a otros muchos a la hora de mostrar un falso culpable.
“Datura Fastuosa”. Recomendable historia de amores traicionados y ambición, el sexo como causa inevitable de perdición y un jardín maligno donde los haya. El último cuento escrito por Hoffmann. Lastima.

lunes, noviembre 13, 2006

Ignotus 2006

Vuelvo a echarle morro a la vida y de nuevo saqueo sin contemplaciones el blog de Fidel para copiar la lista de los premios Ignotus:

MEJOR NOVELA
Danza de tinieblas, de Eduardo Vaquerizo (Minotauro) **

MEJOR NOVELA CORTA
”La traición de Judas”, de Joaquín Revuelta (Artifex, Bibliópolis)

MEJOR RELATO
"Días de otoño", de Santiago Eximeno (Galaxia, Equipo Sirius)

MEJOR ANTOLOGÍA
Ven y enloquece, de Fredric Brown (Gigamesh) **

MEJOR LIBRO DE ENSAYO
Idios Kosmos, de Pablo Capanna (Grupo AJEC)

MEJOR ARTICULO
”Crónicas Marcianas”, de Alfonso Merelo (Vórtice en Línea 6, Ediciones Parnaso)

MEJOR ILUSTRACION
Portada de Gigamesh 41, de Alejandro Terán (Gigamesh)

MEJOR PRODUCCION AUDIOVISUAL
Cálico Electrónico (Web), de Nikodemo Animation

MEJOR TEBEO
“La legión del espacio” - Alfredo Álamo-Fedde (El Sitio de Ciencia Ficción)

MEJOR OBRA POETICA
“On / Off”, de Gabriella Campbell (Vórtice en línea 7, Ediciones Parnaso)

MEJOR REVISTA
Asimov CF (Robel)

MEJOR NOVELA EXTRANJERA
Tormenta de Espadas, de George R. R. Martin (Gigamesh)

MEJOR CUENTO EXTRANJERO
“El sumidero de la memoria”, de Mike Resnick (Gigamesh 42, Gigamesh) *

MEJOR SITIO WEB
Sitio de Ciencia Ficción, de Fco. José Suñer Iglesias (www.ciencia-ficcion.com)

** Ganador de los I Premios Xatafi-Cyberdark de la crítica de literatura fantástica.
* Finalista de los I Premios Xatafi-Cyberdark de la crítica de literatura fantástica.

Bien, primero un apunte personal: he perdido :( Me explico, Jabberwock, donde colaboro, no ha conseguido ningún galardón lo que realmente es una pena ya que se trata de una iniciativa editorial, cuando menos, arriesgada. Un empujoncillo no le hubiese venido mal. Reconozco que “Idios Cosmos” de Capanna era prácticamente imbatible pero, y sin ánimo de faltarle al respeto a nadie, también creo que Disch es mejor que Merelo, pero bueno, nunca llueve a gusto de todos.
En cuanto al resto de las categorías hay una cosa que queda clara y es que Eduardo Vaquerizo es el gran triunfador del año y me alegro por que su libro es valiente y se atreve a tutear a los autores de fuera en el difícil campo de la ucronía, así que bien se merece todo el reconocimiento que esta recibiendo. En especial si recordamos que perdió la final del Minotauro más por un cálculo editorial mercantilista que por una cuestión de calidad.
Si cotejamos estos galardones con los de Xatafi-Cyberdark puede observarse unas diferencias de lo más interesantes. Hay coincidencia en el libro de Vaquerizo pero poco más. También repite premio la antología de Brown pero es que, de nuevo, nos encontramos ante un libro incontestable. En cuanto a relato extranjero, bueno han premiado a un finalista así que la cosa por ahí tampoco ha ido mal.
Lo llamativo surge en cuento nacional y novela extranjera. En el caso de Martin creo que queda claro que una cosa es lo que la crítica pueda decir sobre la calidad de determinadas novelas y otra muy distinta lo que el público elija como un producto atractivo. No descubriremos la pólvora si decimos que el libro de Martin es sobresaliente pero tampoco conviene olvidar que, en el fondo, no deja de ser un producto no muy original ni novedoso (aunque adictivo). Hubiera preferido una mayor amplitud de miras por parte del público y que se premiase a obras mejor escritas como las de Ishiguro, Mitchell o Roth, o más arriesgadas y novedosas como la gran, e injustamente olvidada, “Jonathan Strange y el Señor Norrell” pero las cosas son como son y, al final, se elige lo que se elige, y queda claro que el fandom prefiere lo que prefiere, productos de consumo interno antes que obras de miras más amplias. Eso en si no es ni bueno ni malo es, simplemente, lo que hay.
Y lo mismo podría decirse en el caso de la narrativa corta en castellano. El cuento de Luengo que se premió en Xatafi-Cyberdark bebe más del realismo mágico sudamericano a lo Borges o Cortazar que de la ciencia ficción o el terror estadounidenses como hacen Revuelta o Eximeno. Así que de nuevo volvemos a encontrarnos con lo que he expuesto anteriormente: un producto de consumo generalizado o un producto de consumo para el ghetto y gana el ghetto. Lo dicho ni bueno, ni malo, simplemente significativo.
En fin, que se podría hablar de la eterna dicotomía entre crítica y público al comparar ambos premios pero este es, en el fondo, un debate absurdo, principalmente por que aquí no hay una crítica profesional y especializada como tal sino un grupo de aficionados con un pelín más de descaro (o jeta) a la hora de publicitar sus opiniones. Eso si, opiniones que, visto lo visto, son un tanto minoritarias.

jueves, noviembre 09, 2006

"Opiniones del Gato Murr" de E. T. A. Hoffmann


Probablemente, esta sea la obra maestra de Hoffmann y, paradójicamente, una de las menos conocidas en España. Frente a la media docena de ediciones de “Los Elixires del diablo”, claramente inferior, y las incontables y fragmentarias de sus cuentos, apenas hay un par de “Opiniones del Gato Murr”, la última de 1997 y ya algo difícil de encontrar.
Ayuda a esto, quizás, la complejidad y rareza del libro, algo que fue percibido nada más publicarse en 1819 y que confundió a la crítica hasta bien entrado el siglo XX cuando las vanguardias habían hecho comunes muchas de las innovaciones creadas por Hoffmann.
A grandes rasgos, “Opiniones del Gato Murr” es la doble biografía de dos artistas, el gato que da título al libro, un pedante literato acomodaticio y el músico Kreisler, prototipo del artista romántico torturado y que da todo por su arte. Pero lo que llama poderosamente la atención en una primera lectura es la original presentación formal de la obra. Se supone que Murr, al mandar su autobiografía a la imprenta, ha utilizado trozos de otro libro, una biografía del músico Kreisler, como papel secante mezclándolos con su original. De esta forma, el libro resultante es una suma desordenada de los dos. Lo que en la práctica se traduce en que cuando llevamos unas cuantas páginas leyendo las aventuras de Murr de repente, y de forma abrupta, aparece un fragmento de la vida de Kreisler que, obviamente, bien poco tiene que ver con la del gato (aunque hay un nexo de unión entre ambos, el maestro Abraham, dueño de Murr y amigo de Kreisler).
Esto, para en lector bregado en las complejidades de la novela del siglo XX, no debería de ser muy complejo (a bote pronto me recuerda vagamente a Vargas Llosa y su “Conversaciones en la Catedral”) pero para los clásicos alemanes de principios del XIX se tornó en casi jeroglífico, hasta el punto que en una edición de principios del XX se permitieron el lujo de separar y juntar ambos fragmentos, presentándolos como dos obras diferentes (¿?). Bien, como disculpa hay que decir que aparte de Sterne con su “Tristam Shandy” pocos precursores había de semejante audacia.
Las dos historias propiamente dichas guardan también sus puntos en común. Murr y Kreisler son dos artistas totalmente diferentes, filisteo y comercial el gato y entregado y pasional el humano. En cierta forma, pueden verse como una metáfora de las dificultades del artista para adaptarse a la vida normal o como una alegoría de la vida del propio Hoffmann, músico y escritor de noche y eficiente funcionario de justicia de día. El hecho de que Kreisler roce la locura y todo él sea un exceso frente a la cómoda y burguesa vida del gato Murres una cristalina toma de postura de Hoffmann ante esa dicotomía tan romántica de la vida o el arte.
Pero “Opiniones del Gato Mur” es muchas más cosas, es un libro tremendamente divertido, en especial la vida de Murr, una sátira descarada a los bildungsroman, o novelas de aprendizaje, inauguradas por Goethe con su “Wilhelm Meister. Pera la risa, contagiosa e inteligente, aparece por muchos otros sitios. Las historias que cuenta Ponto, un perro amigo de Murr, son una descacharrante crítica al modo de vida burgués e hipócrita de esa época y, prácticamente, de cualquier época. Además, Hoffmann no duda en hacer también una ingeniosa crítica política contra los excesos represores de la Restauración que veía revolucionarios debajo de las piedras. La cofradía de gatos estudiantes de Murr que es perseguida por sus “peligrosas serenatas nocturnas” es una evidente crítica a los excesos policiales de aquellos años.
Incluso en la parte de Kreisler hay un decidido ataque a la monarquía absoluta casi fenecida que daba sus última bocanadas. La figura del Príncipe Iraneus que ha perdido su minúsculo reino a manos de Napoleón (algo que le ocurrió en la realidad a más de un dignatario alemán tras la derrota de Prusia en 1806) pero que lo ha reconstruido en su propio palacio (una miniatura de una miniatura, ahí es nada) roza el esperpento a niveles casi kafkianos.
Finalmente, y como no podía ser de otra forma, la historia de Kreisler, aparentemente más seria, toca muchos de los temas habituales de Hoffmann. Un mago experto en autómatas, intrigas cortesanas, misterios sin resolver, vidas atormentadas por pecados pasados, conjuras monacales, amores imposibles, el sexo como elemento corruptor del que es imposible escapar, locura,... Insisto, temas que abundan en sus cuentos y en “Los Elixires del diablo” pero que aquí se presentan de una forma innovadora y fascinante. La historia de Kreisler no tiene principio ni final. Recordemos que estos fragmentos son trozos sacados al azar de ese libro destripado por Murr para sus propios fines y, cual obra dadaísta, el azar ha hecho que falten muchas cosas y que las lagunas sean insondables. Sin ánimo de parecer poco original pero la mejor metáfora que se me ocurre para esta parte es la del queso de gruyere por que, efectivamente, hay un número increíble de agujeros que sólo pueden ser cubiertos con la imaginación del lector.
Y esto es lo que hace fascinante al libro por qué podemos intuir que pasan o han pasado muchas más cosas de las que se cuentan pero debemos de ser nosotros los que con nuestra propia imaginación rellenemos las piezas que faltan en este puzzle. El hecho de que el libro no finalice y que todas las intrigas queden en el aire es uno de los coitus interruptus mas brutales y desoladores que me he encontrado en mi vida (y no sólo en la literaria ;)
En fin, como ocurre últimamente en este blog, un libro un poco desconocido y antiguo pero que realmente merece el esfuerzo de descubrirlo.

jueves, noviembre 02, 2006

Cesar Mallorquí y Yo (Modestamente)

Vamos por partes, a Cesar Mallorquí sólo le he visto una vez en mi vida y de refilón y jamás he cruzado una palabra con él. Obviamente, él no sabe ni quien soy y, por supuesto, ni mucho menos me pretendo comparar con su figura, el es Alguien (con mayúsculas), servidor nada o casi nada.
Y, con todo, en este mundillo nuestro de la ciencia ficción somos cuatro gatos y, al final, nos acabamos cruzando de una forma u otra. En este caso de una manera bastante curiosa.
Por si no lo saben (y seguro que no) en la reciente re-edición del clásico de Roger Zelazny “Tú, el Inmortal” por parte de Biblioplis, se incluye un extenso trabajo sobre el libro titulado “Tú, el Inmortal. Más que una Trepidante Novela de Aventuras” y cuyo autor es servidor de ustedes.
Y resulta que en el último número de Gigamesh (el 43), Cesar Mallorquí reseña dicha obra y asegura: “Creo que Iván Fernández se equivoca cuando en el (por lo demás brillante) ensayo sobre la novela, sostiene que el modelo usado por Zelazny para configurarla fue el independentismo sionista. No: el modelo fue la Europa de posguerra y el colonialismo diplomático estadounidense”.
¡Ay! ¡Qué gusto! Cesar Mallorquí no está de acuerdo conmigo pero señala que mi ensayo es “brillante”. De verdad, de verdad que me ha dado un gustito casi sexual, que un escritor tan estupendo como Mallorquí hable bien de uno colma muchos de mis sueños como modesto friki crítico-reseñador.
Una pena que no este de acuerdo con una de mis conclusiones aunque leída su extensa crítica (donde explica a fondo su teoría) he de reconocer que me ha medio convencido. Me explico, sus tesis son bastante reveladoras y aún me doy de palos por no haberlas visto antes pero creo que el libro de Zelazny (como ya indiqué en mi estudio) es lo suficientemente complejo como para permitir más de una lectura, incluida la mía. Así que ambas posturas más que antagónicas son complementarias.
En cualquier caso, si a alguien le parece interesante el debate ya sabe, con comprarse el libro y la revista tiene a su alcance ambas argumentaciones y a partir de ahí que cada uno saque sus conclusiones.

martes, octubre 31, 2006

Mis 10 Más Buscados de Terror

Y por último, para acabar con esta pequeña memez (divertida, eso si) mis diez más buscados en terror. Reconozco de que todos los géneros este es el que menos trabajo y también que a veces no lo diferencio bien del misterio no sobrenatural pero uno es así, además de friki incompetente. Ahí van:

Arthur Machen

La Colina de los Sueños Siruela

Robert Marasco

Juego Homicida Pomaire

F. Paul Wilson

El Torreón Luna Oscura

Joe R. Lansdale

Mucho Mojo Thassalia

William Hope Hodgson

Carnacki, el Cazafantasmas Anaya

Clive Barker

El Juego de las Maldiciones Plaza Janés
El Gran Espectáculo Secreto Plaza Janés

Isaac Asimov

Soplo Mortal El Cid

Abraham Merrit

Arde Bruja, Arde Anaya

Joseph Payne Brennan

Historias de Tinieblas y Terror Luna Oscura

viernes, octubre 27, 2006

100

Pues eso, que está es la entrada número 100. En 14 meses no está nada mal, creo. A ver cuando tardo en llegar a las 200, si llego.

jueves, octubre 26, 2006

Los Elixires del Diablo de E. T. A. Hoffmann


“Los Elixires del Diablo” (1815) de E. T. A. Hoffmann es, sin duda, la novela más famosa de este escritor alemán y el más conseguido ejemplo del género gótico en Alemania. Escrita a una gran velocidad (en menos de mes y medio la primera parte) e inspirándose en “El Monje” de Lewis ha sido un libro que ha despertado grandes entusiasmo en su país. Y, sin embargo, a mi se me ha atragantado un poquito.
Vaya por delante que el libro no es malo pero si me atrevo a definirlo como un tanto indigesto. Frente a la facilidad de lectura de los autores ingleses, la germánica prosa de Hoffmann, en este caso, se hace un poco pesada.
La historia en si narra las aventuras de Medardo, un joven fraile descendiente de una familia de pecadores y que es la última esperanza para que su estirpe alcance la redención. Por supuesto, el diablo se va a encargar de ponerle las cosas difíciles al pobre Medardo que, al final, y tras una serie de aventuras tan imposibles como alucinantes, logra triunfar.
No es de extrañar que cierta crítica considere que este es un gran libro, en especial si tenemos en cuenta las alabanzas que ha recibido por parte de Freud y Jung que vieron en Hoffmann a un precursor. En efecto, a partir de cierto momento, casi toda la novela posee un aire onírico que hace que más de una vez nos preguntemos si las cosas que suceden son reales o soñadas. Por otro lado, y creo que de forma totalmente novedosa, Hoffmann enuncia muy a menudo la teoría de que el yo de Medardo se deja poseer por otro yo que le empuja a todo tipo de actos pecaminosos, el hecho de que estos pecados estén basados todos en el sexo es, indudablemente, la razón que llevó a los primeros psicoanalistas a dejarse fascinar por la obra de Hoffmann.
Por otro lado, el alemán hizo muy bien sus deberes. Su formación como juez se deja ver a la perfección en la parte central del libro que no deja de ser un policiaco tan primitivo como efectivo. Las descripciones de los múltiples locos que pueblan la obra están basadas en las visitas del propio autor a los manicomios más cercanos, lo que las convierten en los mejores momentos de la historia (inquietantes de lo realistas que son).
Por otro lado, la atención morbosa con que son descritos los muchos crímenes de Merdardo y su familia (violaciones y asesinatos) debieron de representar una brutal transgresión para el delicado espíritu de la época.
Aquí residen pues las grandes virtudes del libro, en esa ambientación onírica, en esos locos que entran y salen de la historia como posesos, en ese insano aire de sexualidad enfermiza que corrompe cada página de la novela.
Pero en el debe hay también que señalar muchas cosas que hacen que el libro se torne indigerible, su grosor desmedido, el farragoso estilo de Hoffmann, lo inverosímil y arbitrario de la historia, la absurdas complejidad de una buena parte de la trama y el aroma santurrón que recoge algunas partes de la obra, en especial cuando se trata del arrepentimiento y perdón de Medardo.
En fin, un libro de esos que te tiene que gustar mucho para disfrutarlo plenamente, en mi caso sólo lo logré a medias.

Dos Sorpresa Editoriales

La primera es positiva, Editorial Abraxas renace de sus cenizas cual ave fénix y vuelve a la carga. Personalmente me parece sorprendente visto el megasaldo de hace unos meses pero ya se sabe lo volatil del negocio editorial. Por lo que sé, parecen haberse centrado en Henry Rider Haggard del que sacan dos libros, una re-edición de "Cleopatra" y otro volumen más de las aventuras de Allan Quatermain: "Hija de la Tempestad".
Quizás el centrarse en un autor siempre de moda sea una estrategia para sobrevivir pero me temo que siguen cometiendo los mismos errores de antaño, su distribución es penosa y los libros son difíciles de encontrar, más allá del encargo al librero de confianza de cada cual y, claro, las cosas así se ponen imposibles para cualquiera. En fin, que les deseo suerte pero no soy nada optimista; si tuviesen la misma cabeza para elegir distribuidor de novedades que la que tienen para el de saldos ...
La otra novedad es un tanto más desagradable, acaba de nacer una nueva editorial, su nombre es el de su editor, Andrés Sofio González, y ha sacado al menos tres libros: "Amiocap" de Edgar Rice Burroughs (parte de la saga de "Pellucidar"), "Las siete huellas de Satán" de Abraham Merrit y "Ala de vampiro" de Sax Rohmer. El aspecto exterior es penoso y la ubicación de la editorial se sitúa en Alcalá de Henares. En fin, tanto por el diseño de la colección, la elección de los títulos y la ubicación geográfica la cosa me recuerda demasiado a Pulp como para no levantar mis sospechas. Es cierto que son autores muy antiguos con sus derechos quizás libres (aunque lo dudo en el caso de Burroughs) pero la cosa me mosquea, quizás soy un paranoico y como no tengo ganas de acabar en un frenopático agradecería más información al respecto (si mis sospechas son infundadas prometo pedir disculpas públicas).

martes, octubre 24, 2006

Wilhelm Hauff (1802-1827)


A simple vista, Wilhelm Hauff podría ser considerado el ejemplo perfecto de escritor romántico. Muerto con sólo 25 años, cuando su carrera como literato acababa de empezar, un tanto incomprendido en su época y sólo reivindicado por críticos y lectores post-mortem. Y, sin embargo, no hay nada más engañoso que esta supuesta afiliación. Hauff únicamente puede ser considerado como romántico por una simple cuestión cronológica, ni por su vida ni por su obra podemos identificarlo con otros autores de muerte prematura y consideración social dudosa, Hauff no fue un Shelley, ni un Byron, un Kleist o un Larra, fue, más bien, un sólido y tranquilo autor burgués con unos intereses un tanto alejados del de muchos de sus coetáneos.
Su vida, por ejemplo, es de un anodino que pasma. Huérfano relativamente joven, es acogido por uno de esos abuelos con biblioteca mítica donde se despierta su pasión por los libros. Cursó la carrera de Filosofía y Teología en su Württemberg natal, donde a pesar de coincidir con otros famosos futuros escritores suabos (como Mörike o los menos conocidos en España Bauer o Waiblinger) apenas los trató. Rechazó la posibilidad de convertirse en un pastor protestante y pasó a trabajar como profesor particular de los hijos de uno de los más poderosos nobles locales, viajó un poco por Francia, Alemania y Suiza (no mucho), conoció ,se enamoró y casó con una prima suya (con la discreta oposición de su familia), inició una prometedora carrera literaria y falleció de unas “fiebres cerebrales” (o sea, de cualquier cosa que la medicina de la época aún no sabía diagnosticar) a edad temprana para nuestros parámetros pero no tan rara para inicios del XIX. En fin, como puede verse una vida muy poco excepcional y, probablemente, muy similar a la de muchos de sus contemporaneos.
Su breve obra ha sido, por desgracia, muy poco traducida al castellano. Algunos libros de viajes, poemas populares ( y en esto si siguió la moda romántica), una parodia de las novelas sentimentales de su tiempo (“El hombre en la Luna”), una imitación de Walter Scott que aún goza de fama y prestigio (“Lichtenstein”), una incompleta aunque, dicen, fascinante novela fantástica (“Memorias de Satán”), una serie de cuentos infantiles y seis brillantes novelas cortas. De todo ello muy poco está traducido al español. Existe una reciente (2001) y magnífica edición de sus “Cuentos Completos” (los infantiles) en la Colección Tus Libros Nº 161 de Anaya (colección que se merece más de una reivindicación como una de las mejores del panorama nacional). De sus novelas cortas hay dos traducidas, “Othello” (2000, Editorial Astri) y “La Cantante” en una edición inencontrable de principios del siglo XX (por lo menos yo no le he podido echar el ojo encima).
Visto lo visto, uno podría ponerse a pensar si merece la pena una entrada para un autor que aquí conocemos fundamentalmente por su producción infantil. Y la respuesta es un si rotundo por que la obra de Hauff, aparte de fantástica, es un prodigio de esos que hacen disfrutar por igual a grandes y chicos.

Es obvio que el grueso de su producción son sus “Cuentos Completos”, recogen un total de 14 piezas agrupadas en tres volúmenes todos ellos titulados “Almanaque de cuentos para hijos e hijas de clases cultas” y que aparecieron sucesivamente en 1826, 1827 y 1828. El propio Hauff daba poca importancia a estas obritas y las consideraba como meramente alimenticias pero se han convertido en clásicos ineludibles de la literatura infantil de todos los tiempos.
Además, Hauff introduce en ellas no pocas novedades. Por ejemplo, y con los preclaros precedentes de Chaucer y Bocaccio presentes, los tres tomos de cuentos se presentan mediante un interesante fix-up de relatos. Hay una historia marco que sirve de pretexto para que una serie de personajes cuenten una serie de relatos, algunos de ellos se relacionan entre si o se conectan con los propios cuentos narrados hasta llegar a la solución de un enigma planteado en las primeras páginas del libro.
En el almanaque de 1826 nos encontramos con una caravana de mercaderes árabes amenazada por bandidos del desierto, en el de 1827 con un jeque que todos los años libera a diez esclavos debido a que su propio hijo sufre este destino (este es el almanaque más irregular ya que sólo 4 cuentos son de Hauff los otros 6 fueron añadidos por otros autores entre los que destacan los hermanos Grimm), finalmente, en el tomo de 1828 (que apareció de forma póstuma) el relato marco engloba a unos viajeros que deben de pasar una noche en vela mientras esperan en una posada el posible asalto de unos bandidos.
A bote pronto hay un par de cosas que quedan claras una vez leídos estos relatos. La primera, que Hauff era un devoto lector de “Las Mil y Una Noches”, recientemente traducidas al alemán. Dos de los tres almanaques tienen ambientación árabe y lo mismo se puede decir de 9 de los 14 cuentos. Para rematar, en uno de ellos aparece el mismo Harum Al Rashid como protagonista secundario. La segunda cuestión es que, como es habitual en este género, Hauff saquea sin contemplaciones todo lo que tiene a mano para escribir sus cuentos, desde leyendas clásicas alemanas o escocesas, hasta las propias “Mil y Una Noches”, Voltaire o la historia del Holandés Errante.
Sin embargo, Hauff introduce una serie de cambios muy interesantes en la estructura del cuento infantil. Así, sus obras deben más a su propia imaginación o a la influencia de escritores de su tiempo (como Hoffmann) más que a las tradiciones populares de su tierra. Los cuentos de Hauff no proceden de un acervo popular donde yacen enterrado mitos ancestrales (como sería el caso de los de Perraul o los Grimm) son una clara obra de su imaginación y, en concreto, de, en cierta forma, una moda de la época (la ambientación árabe). Esto, por supuesto, no les hace ser menos valiosos como obra literaria pero si marcan una pauta luego seguida por autores posteriores como Collodi, Andersen o Wilde.
Además, sus historias son un poco más “blandas” que las anteriores, por supuesto que sigue existiendo una fuerte dosis de crueldad que a más de un adulto puede sorprender pero muy poca en comparación con D’Aulnoy, Perrault, Basile o los Grimm. De hecho, otro rasgo interesante de la obra de Hauff (y que lo aleja totalmente del espíritu romántico) es la condición burguesa de sus historias. Puede que por convicción del propio autor o por intentar acercarse a su público potencial pero los héroes de Hauff son un dechado de virtudes burguesas (honradez, fidelidad, tenacidad, devoción, esfuerzo) que al final siempre consiguen triunfar por muy difíciles que estén las cosas.
También resulta interesante observar el aire de cuento de terror de algunas de estas historias, un cuento de terror de lo más efectivo y con detalles sangrientos y morbosos de los que dejan huella en el lector y que nuevamente hacen que uno se plantee hasta que punto estamos ante una lectura realmente infantil (para lo que se entiende por tal en nuestro siglo XXI).
En cuanto a las mejores piezas destacan “El Califa Cigüeña”, “El Pequeño Muck” y “El Enano Narizotas” como las más típicamente infantiles en el buen sentido del término, como cuentos son sencillamente deliciosos. La vena de terror aparece con fuerza en “El Barco Fantasma”, “La Mano Cortada” o “La Gruta de Steenfoll”, en todos ellos los detalles sangrientos, las apariciones y la dureza de algunas historias realmente aún pueden sobrecoger casi 200 años después. Hauff incluso roza la ciencia ficción en “El Mono Hombre” una historia humorística de científico loco que consigue hacer pasar a un orangután por un joven de la alta sociedad gracias a un peculiar artilugio y un exhaustivo entrenamiento, un cuento que, para mí, ha sido todo un descubrimiento. Pero no todo es humor en la obra de Hauff su “Leyenda del Florín del Ciervo” recoge una tal crueldad sobre la condición humana que de nuevo nos encontramos ante la duda de si es un cuento realmente destinado a los niños. Por último no se puede dejar de mencionar “El corazón Frío”, su pieza más famosa y según algunos críticos el mejor cuento fantástico de toda la literatura alemana. Una obra ambientada en la Selva Negra y que si parece partir de tradiciones populares pero que no deja de ser una terrible y sincera fábula sobre el egoísmo y los deseos humanos. “La Suerte de Said” y “El Falso Príncipe” son, probablemente, los cuentos fantásticos menos logrados de toda la colección mientras que “El Rescate de Fátima” y “La Historia de Almanzor” no cuentan con rasgos fantásticos.
Mención aparte merece “Abner, el judío que no había visto nada” un relato de un antisemitismo tan vulgar como atroz. A pesar de ser entendible dado el contexto histórico de la época (Arnim hacia algo parecido en su “Isabela de Egipto” por las mismas fechas) personalmente me parece repulsivo y, me temo, no fue el único pecado de Hauff al respecto, una de sus novelas cortas, sin traducir, se titula “El Judío Süss” e inspiró a una conocida película nazi de propaganda en los años 30.
Duele esta postura de Hauff visto el buen ánimo que demuestra hacia otra minoría tradicionalmente enemiga de la Europa cristiana como es la árabe y resulta doblemente dolorosa si pensamos que está destinada a la educación de la infancia alemana de aquellos años, bajo su apariencia cómica y banal, “Abner...” despide el mismo fétido olor que los hornos crematorios de Auschwitz.

La única obra para adultos que podemos disfrutar del autor alemán es su novela corta “Othello”. En sus apenas 100 páginas, Hauff despliega una serie de habilidades que nos hacen suspirar por todos esos libros suyos todavía inéditos en nuestro país. La brevedad del relato no evita una cierta complejidad, por un lado tenemos una historia de amor imposible entre una princesa de uno de esos estado alemanes minúsculos de opereta y por otro una terrible maldición que afecta a su familia en relación con la opera de Rossinni que da nombre al libro. Hauff consigue entrelazar ambas historias de una forma tan verosímil como brillante y consigue que el amargo desenlace final posea una lógica tan aplastante como desoladora. El azar parece ser la única guía que dirige nuestras vidas, un azar tan siniestro como ominoso. La agobiante atmósfera que impregna toda la historia, la sensación de que algo terrible va a ocurrir de una forma totalmente ineludible nos recuerda, lejanamente, a un Lovercraft capaz de crear ambientaciones similares, pesadas, inexorables, ineludibles...
En fin, Wilhelm Hauff un romántico muy poco romántico, un autor para niños muy poco infantil y un gran escritor fantástico y de terror, en cualquier caso, alguien que merece la pena redescubrir.

jueves, octubre 19, 2006

Mis 10 Más Buscados de Fantasía

Bueno, siguiendo con la racha aquí presento mis diez más buscados de fantasía. Como en el caso anterior no pretendo que sean grandes libros pero si que llevo mucho tiempo detrás de ellos y no hay manera. Igualmente se aceptan donaciones:

Clemens Brentano

Cuentos Italianos Felmar

E. T. A. Hoffmann

Los Hermanos de San Serapión Anaya
Fantasías a la Manera de Callot Anaya
Nocturnos Anaya

Alan Garner

Elidor Estela
La Piedra Fantástica de Brisinhamenn Alfaguara

Brian Moore

La Gran Colección Victoriana Argos Vergara
El Frío del Cielo Argos Vergara

L. Sprague de Camp y Fletcher Pratt

El Aprendiz de Mago Anaya
El Aprendiz se Hace Mago Anaya

miércoles, octubre 18, 2006

La Serpiente Verde y Otros Cuentos Maravillosos de J. W. Goethe


La verdad es que no deja de ser algo presuntuoso que un friki como yo se ponga aquí a criticar (¿o era reseñar?) nada menos que a J. W. Goethe. Ahí es nada, Goethe, el mayor escritor en lengua alemana de la historia y uno de los grandes de la literatura universal, con Cervantes y Shakespeare, y ahora llega este friki pedante y se va a poner a hablar de él.
Pues si, la verdad, da vértigo y aviso desde el principio que mis pretensiones son bastante modestas. Sólo voy a hablar de una parte ínfima de su producción, tres relatos que se pierden en medio de su voluminosa obra pero que tiene un carácter fantástico, claro, y esta condición no debería de sorprendernos, Goethe (junto a Schiller) fue el padre del Romanticismo alemán, un estilo literario donde lo fantástico tuvo un papel fundamental. Y, a fin de cuentas, “Fausto”, la obra maestra de Goethe no deja de ser, entre otras muchas cosas, una historia fantástica
De los tres cuentos, “El León y el Niño” es el menos fantástico, con una ambientación medieval narra como un incendio destruye un espectáculo de fieras y como el hijo de los feriantes (un niño) consigue que un león vuelva a su jaula gracias al sonido de su flauta. Hay claras reminiscencias y homenajes a historias clásicas (“Androcles y el León”) y bíblicas (Daniel en el foso de los leones) pero, quizás, lo mejor del relato es como queda insinuado, en apenas un par de párrafos, toda una historia de amor tempestuoso entre la mujer del señor feudal de la zona y uno de sus caballeros. Potente evocación sólo al alcance de los grandes.
“La Nueva Melusina” es, curiosamente, una historia de hadas, un cuento féerico para adultos como muchas similitudes con Bibbiena aunque con un contenido erótico menor. Narra el amor entre un humano y un hada y como este debe convertirse en liliputiense para alcanzar su amor. Es divertido pero poco más, sé que gozó de fama en su época pero desde mi ignorancia no acabo de tener muy claro si la intención del alemán es humorística o seria, si juega a hacer una sátira de este tipo de historias o todo lo contrario. En fin, un misterio.
Finalmente hay que hablar de “La Serpiente Verde”, la auténtica razón de ser de este libro y una bellísima y críptica historia fantástica dotada de un gran poder descriptivo y abierta a todo tipo de interpretaciones. Escrita en 1795 se puede decir que inaugura con gran fuerza el cuento fantástico alemán y que fue la auténtica fuente de inspiración para autores como Hoffmann, Hauff, Chamiso o Tieck, entre otros. Y aunque a Goethe no le gustaba mucho de lo que estos escribían hay que reconocer que sin “La Serpiente Verde” su obra hubiera sido imposible.
El libro es una oportuna re-edición dado que estaba descatalogado pero es una lastima que haya sido la Editorial Obelisco la encargada. No por el aspecto final del producto (bastante correcto) ni por el precio (ajustadísimo en estos tiempos que corren), sino por el aire forzado de esoterismo que marca la contraportada (muy acorde con el espíritu de la editorial) y por que el título original aparece ¡En inglés! (“The Green Snake”), lo que a uno le hace dudar sobre la cordura u honradez de semejante editorial.

martes, octubre 17, 2006

Mis 10 Más Buscados de Ciencia Ficción

Para recalcar mi condición de friki buscalibros de ciencia fición, ahí va mi top ten de los que aún no tengo y codicio de forma innoble. Aviso que son cosas raras y que quizás no valen un pimiento pero uno es un friki como Dios manda:

Tomás Salvador

K (Killer) Plaza Janés

Poul Anderson

Tau Cero Ediciones B

Hal Clement

Misión de Gravedad Ediciones B

Philip K. Dick

El Mundo Contrareloj Edaf

Robert Heinlein

Los Dominios de Farnham Géminis
Túnel en el Espacio Nebulae 1ª Época

Cyrill M. Kornbluth

Desfile de Cretinos Vértice

C. L. Moore

La Mañana Final Cenit

Frederick Pohl

Tomo 3 de la Ciencia Ficción en E.E.U.U. Aguilar

Theodore Sturgeon

Invasores de la Tierra Vértice

Un día de estos os contaré mis top ten en Fantasía y Terror.

¡Ah! y se admiten donaciones.

jueves, octubre 12, 2006

La Bella y la Bestia de Madame Leprince de Beaumont


Lo reconozco, este es mi cuento de hadas preferido, el que más me ha impresionado y cuyo recuerdo, grato y placentero, me seguirá toda la vida. Para este gusto mío hay dos explicaciones posibles, una de tipo personal y otra que tiene que ver más con la estructura del cuento.
No sé si fue Bruno Bettelheim (cuya obra todavía no he leído) el primero en señalar que lo más apasionante de “La Bella y la Bestia” es que empezaba donde los demás cuentos acababan. Repito, no estoy seguro de que sea suya esa afirmación, a mi me la comentó por primera vez un psiquiatra que conocí en un curso de inglés hace muchos años. Según su teoría (o la de Bettelheim, en cualquier caso teoría que apoyo) “La Bella y la Bestia” es, en el fondo una metáfora sobre el matrimonio. Como todos sabemos, en el cuento de hadas tradicional los protagonistas tras muchas vicisitudes triunfan y al final se casan, el famoso “Fueron felices y comieron perdices”. Pero como todo el que tenga pareja sabe, la convivencia puede dejar en chiquitas el luchar contra un dragón o una bruja malvada.
Vivir en pareja es difícil, es la auténtica aventura de la vida y sólo se consigue triunfar en ella con valor, paciencia y dulzura, justo lo que encontramos en “La Bella y la Bestia”. En cierta forma, Bella se “casa” con un desconocido al que no entiende y al que teme pero del que poco a poco y a través del día a día se va enamorando hasta aceptarlo tal cual es, con sus virtudes e inconvenientes.
Para una época como 1756 (fecha de publicación de la historia) esta metáfora era más bien una realidad bastante siniestra. Muchas mujeres eran criadas en un ambiente totalmente femenino y con muy poca información sobre los hombres y su mundo (educarse en un convento era de lo más normal en determinados grupos sociales) y, por supuesto, el sexo era el gran tabú, algo que, con horror, algunas mujeres descubrían en la noche de bodas con un completo desconocido.
Por qué esa era la otra parte de la ecuación, los matrimonios del XVIII eran muy a menudo concertados entre las familias sin tener en cuenta otros interés que los políticos o económicos, más de una chica “descubría” de verdad a su marido el día de la boda. Una experiencia traumática (recordemos a Madame D’Aulnoy) y, en cierta forma, una auténtica aventura. Y de eso habla “La Bella y la Bestia” de cómo dos desconocidos pueden llegar a entenderse y amarse, aunque uno de ellos sea, aparentemente, un monstruo.
Ese mensaje sigue funcionando en nuestros días y hace que el cuento siga siendo totalmente efectivo. A fin de cuentas, para muchas mujeres, y a pesar de los cambios en los usos y costumbres actuales respecto al XVIII, el hombre no deja de ser “el otro”, un ente violento, desconocido, casi incomprensible, en cierta forma, y sólo hay que recordar la violencia de género tan, desgraciadamente, de moda, una especie de bestia. Pero, y ahí radica la gracia de la historia, una Bestia que es tan humana y, al final, comprensible como la Bella que da título a la historia.
Hay en todo el relato una constante que nos da la clave para entender esta idea y que no conviene olvidar. Sabemos que la Bella (la mujer) es humana desde el principio pero la Bestia (el hombre) tiene que demostrarlo a lo largo de la historia hasta que nos convenzamos de su derecho a formar parte de la humanidad.
La cuestión más personal e intima que hace que me guste la historia es su carácter de “fantasía masturbatoria para adolescentes”. Para un quinceañero feo, peludo y un tanto desaliñado como era servidor y que, por supuesto, no se comía una rosca, resultaba alentador leer historias como esta, era muy fácil identificarse con la Bestia y saber que, en algún sitio, alguna Bella sería capaz de ver más allá del acne, las camisetas viejas y las greñas. Así que, mientras esperaba, historias como esta hacían que la esperanza no decayese del todo. Visto ahora puede parecer una chorrada mayúscula pero en su época ayudaba, así que mi agradecimiento a Madame Leprince de Beaumont.
Una mujer, por cierto, de lo más interesante. Sufrió, como no, un matrimonio concertado desastroso del que huyó trasladándose a Inglaterra donde se ganó la vida como educadora. Fue en su trabajo cuando decidió crear una colección de cuentos que sirviesen para educar a sus alumnas, como dirían los pedagogos actuales, en valores. El libro se título “Magasin des Enfants” y fue todo un éxito. En España se le conoció como “El Almacén de los Niños” aunque por desgracia no hay ninguna edición moderna disponible. De hecho, esta edición de Gaviota es un tanto decepcionante ya que sólo cuenta con ese cuento de Madame Laprince de Beaumont. Los otros tres (“La princesa Rosette”, “La bella de los cabellos de oro” y “El pájaro azul”) pertenecen a la mano de Madame D’Aulnoy, estando los dos últimos presentes en la ya comentada en este blog edición de Siruela. Y sabiendo que la obra de D’Aulnoy está disponible y que Beaumont ha dejado un buen puñado de cuentos a los que es imposible echarle el ojo, uno se pregunta que razones han empujado a la editorial Gaviota a semejante decisión. Máxime si tenemos en cuenta que no hay dos autoras más distintas entre si que la moralista y dulce Beaumont y la cruel y libertaria D’Aulnoy (bueno, tienen en común su proto-feminismo, pero poco más).
En fin, como decía, el libro fue todo un éxito que reivindicó la figura de la francesa y eso a pesar de que, hasta cierto punto, la historia es un plagio ya que existe una versión previa obra de Madame de Villeneuve en su libro “Cuentos Marinos” (1740). Nada grave si tenemos en cuenta la tradición de los cuentos de hadas donde este tipo de actitudes están a la orden del día.
Un último comentario sobre las versiones cinematográficas de “La Bella y la Bestia”. Sin que sirva de precedente, reconozco que la versión Disney me gusto, se toma las libertades habituales con la historia pero la vuelta del estudio al mundo del cine fue bastante lograda. Ahora bien, sin ánimo de parecer un pedante, existe una obra maestra del cine un poco desconocida aquí en España que es la versión francesa de 1946 obra del escritor surrealista Cocteau. Esa película es, sencillamente, impresionante, plena de espíritu surrealista, de efectos especiales que aún llaman la atención (a pesar de su primitivismo) y de una lectura respetuosa a la par que original del cuento. En fin, que si tenéis oportunidad vedla, me lo agradeceréis.

Ser Friki ¡Qué Cruz!

Ser aficionado a la ciencia ficción en plan friki a veces es una cruz. Me explico, una de las características del friki cienciaficcionero en esto del leer es que es un comprador compulsivo de libros, pero compulsivo de verdad. Y, muy a menudo, se acaba volviendo un completista del carajo, de un autor, de un subgénero de una editorial o colección, de lo que sea pero completista. En el fondo, nos convertimos en una especie de coleccionistas raros.
Y ahí es donde surge la tragedia. Por que, pongamos por caso, uno quiere hacerse con determinados libros de escritores “conocidos” y es fácil. Shakespeare, Dante, Lope de Vega, Cervantes todos tiene sus obras al alcance de cualquiera. Pero ¿y si a uno le gusta Clifford D. Simak, o Edmond Hamilton o James Blish? Pues aquí hay que armarse de paciencia y recurrir al mercado de segunda mano por qué muchas de sus obras no se han vuelto a editar desde hace 20 o 30 años.
En mis tiempos eso significaba (por lo menos en Madrid) patearse bien Moyano y unas cuantas librerías más o menos especializadas y, por supuesto, armarse de paciencia y de pasta por que los libreros, viejos zorros, saben de maravilla que somos unos frikis del carajo (insisto) y que nos dejamos las perras bien a gusto.
Hoy en día la cosa está más modernizada pero tampoco hay que exagerar, además de la batida habitual antes mencionada está internet que amplía la búsqueda pero la esencia sigue siendo la misma, paciencia y pasta.
Si tuviese ganas y alguien quisiese leerlo podría escribir muchas cosas sobre mis búsquedas reales y virtuales de libros de cf pero tampoco nos vamos a poner como el abuelo batallitas que al final todos nos parecemos al pescador del chiste contando sus últimas capturas.
En cierta forma esta compulsión nuestra además de cara es un tanto irracional y sólo hay que vernos cuando nos enteramos que una editorial ha saldado: estampida masiva a los puntos de venta habituales, peregrinación de unos a otros y vuelta a casa con 20 o 30 libros en nuestro haber (no exagero, tenías que haberme visto cuando saldó Nova o Ultramar), claro, a veces te mira un poco raro el dependiente de la Casa del Libro o del Corte Inglés (otros , perros viejos, ni pestañean), pero, en el fondo, este comportamiento tiene su lógica. Todos sabemos que ciertos libros puede que nunca más vuelvan a ser editados y entonces su precio empezará a subir en el mercado de segunda mano, así que marica el último y al ataque.
Pero, al final, todo en el fondo no deja de ser una apuesta arriesgada por que, claro, de vez en cuando, la editoriales deciden re-editar viejos clásicos muy demandados y, nuestro gozo en un pozo, ese libro por el que hemos gastado una pasta de repente ya no vale tanto.
No hay derecho, uno paga 7.000 pelas por “Muerte de la luz” de Martín para que un par de años después los vuelvan a publicar a 12 euros y casi todos tenemos en mente algún caso parecido. Y da lo mismo la antigüedad del libro o la editorial. Sin ir más lejos “El hombre completo” de Brunner sólo se podía conseguir en Nebulae 1ª Época a un precio probablemente disparatado hasta que La Factoría decidió resucitarlo.
Ejemplos hay a docenas, la serie de Carter de Burroughs editada por Aguilar hace la tana de años era una presa codiciada y me imagino que se depreció cuando los piratas de Pulp la decidieron volver a sacar.
Algunos de los ejemplares de Elric de Melibone de Moorcock alcanzaban cifras astronómicas en su avatar como Martínez Roca y ahí están ahora a un precio la mar de asequible.
La palma se la lleva la colección Última Thule de Anaya, sin ir más lejos hace un par de días vi un par de ejemplares a 45 euros, hace un par de años por “La espada rota” de Anderson se hubiese pagado eso y más pero ahora con la edición de Alianza habría que estar gaga para hacerlo.
Claro que ediciones B bate todos los records, no se por que pero algunos títulos suyos estaban entre los más buscados, por ejemplo “Los viajes de Tuf” de Martín o “El libro del día del juicio final” de Willis o la serie de “Hyperion” de Simmons y me consta que la gente se dejó unas cifras realmente alucinantes por estos libros. Bueno, pues ahora te montas un sello de bolsillo y los sacas a 5 euros, alguno aún se debe de estar haciendo el harakiri después de pagar 30 euros por alguno de Vorkosigan y ver al precio que están.
Un título semi-mítico era “La venganza de Channur” de Cherryh, el tomo dos de una tetralogía. Todo Dios tenía los otros tres pero ese parecía haber volado. Jo, lo que se llegó a ofrecer por ese tomo dos. Y, hala, llega la Factoría y te re-edita la serie por cuatro perras, para llorar.
Si es que, como dijo cierto sabio, al final todo se encuentra, todo sale, sólo hay que tener paciencia.
Pero ¿aprendemos los frikis? ¿escarmentamos? Me temo que no, por que el mercado es absolutamente aleatorio, por que nadie sabe cuando las editoriales van a publicar ese libro que andamos buscando o si algún día van a hacerlo realmente (no sé si creo en dios pero alguna editorial es casi divina, sus designios son inescrutables). Así que, cuando vuelva a mis batidas reales y virtuales si me encuentro a un precio abusivo, pongamos, “Tau Cero” de Anderson, “El mundo contrareloj” de Dick o “Tunel en el espacio” de Heinlein, seguro que me los compraré a pesar de los pesares y a pesar de los rumores (¿los aficionados a Banks aún siguen esperando que se publiquen los tres primeros tomos de “La Cultura”?). En fin que como iba diciendo, que cruz esto de ser friki.

martes, octubre 10, 2006

"Lo Superfluo y Otras Historias" de Ludwig Tieck


Me temo que Ludwig Tieck (1773-1853) es otro ilustre desconocido para el lector español. Por supuesto, la culpa no es del susodicho lector si no de cierta política editorial que ha decidido mantenernos en la ignorancia de ciertos autores con pertinaz obstinación. En efecto, “Lo Superfluo y Otras Historias” es el único libro disponible de este autor y dado que se publicó en 1987 un tanto difícil de encontrar.
Y es una pena que así sea por que los cuatro cuentos que aparecen aquí (una pálida muestra de una obra muchísimo más amplia) son uno de los hallazgos con los que más he disfrutado en los últimos meses.
Dentro del Romanticismo alemán, Tieck jugó al final de su vida el papel de patriarca oficial del movimiento y pope venerado e intocable. En cierta forma, este hecho tuvo más un carácter biológico que de cualquier otro tipo. Tieck fue longevo para su época, o, por lo menos, vivió más tiempo que otros contemporáneos suyos como Chamisso, Hoffmann, Hauff o Arnim, todos ellos muertos a una edad relativamente temprana.
Y es gracioso observar como esta situación afectó a su obra. El debut de alemán en literatura fue “Die Geschichte des Herrn William Lowell” (1796) una parodia, nada menos, que del “Wilhelm Meister” de Goethe y que provocó un escándalo mayúsculo (el héroe de Goethe asciende hacia la perfección, el de Tieck desciende hacia la degradación).
A partir de ahí, Tieck se consagró como un gran autor de cuentos y, en especial, de cuentos fantásticos al estilo de de la Motte Fouque, o de Hoffmann.
Al final de sus días, en cambio, sus obras aunque románticas, fueron abandonando el fantástico y acabaron cayendo en un costumbrismo sentimental que tiene cierta gracia pero que, bajo mi punto de vista, posee menos interés que su obra inicial juvenil y ardorosa.
Y esto se puede observar a la perfección en este breve volumen. “Lo Superfluo”, el cuento que da título al libro, es una historia de amor imposible con final feliz absolutamente inverosímil y teñida de una cierta ironía y filosofía que le da un cierto aire atractivo pero que no deja de ser una creación menor. Por supuesto, no hay nada fantástico en ella. Fue escrita en 1839 y se nota.
En cambio, los otros tres cuentos son realmente brillantes y fascinantes fruto de sus juventud (entre los últimos años del XVIII y los primeros del XIX).
“El Rubio Eckbert”, “El Runenberg” y “Los elfos” cuentan con una estructura similar y muy efectiva: lo maravillosos irrumpe en la vida cotidiana de un ser humano con consecuencias catastróficas. Tan catastróficas que los tres podrían funcionar a la perfección como cuentos de terror casi preternatural.
Ahora bien, la irrupción trágica de lo fantástico no es una condición intrínseca de este elemento, es más bien el ser humano (el protagonista de cada cuento) el que, en cierta forma, no sabe como adaptarse a esta situación o, más bien, no cumple con las reglas no escritas que dictan estos encuentros y será la transgresión de estas reglas la que desencadena el horror, horror que no sólo afecta al individuo sino que es colectivo y alcanza auténticos ribetes de tragedia griega y de tremenda actualidad (la muerte, la locura o la catástrofe ecológica respectivamente).
Desconozco si Lovercraft leyó estos cuentos, creo que no por que no los menciona en su breve ensayo sobre el género de terror pero, si lo hubiera hecho, apuesto algo a que le hubiesen encantado. No tanto por como se cuenta (blando incluso para la época del de Providence) sino por lo que se cuenta.
Paradójicamente, otro autor que me ha recordado al alemán es J. R. R. Tolkien, tampoco sé a ciencia cierta si fue lector de Tieck pero sospecho que si. Las influencias son claras, en este caso no únicamente por la temática de estos cuentos, si no por el estilo onírico y alegórico que les caracteriza. Por supuesto no me refiero al Tolkien de “El Señor de los Anillos” o “El Hobbit” si no al más modesto pero no menos interesante de “El herrero de Wotton Manor” un cuento que Tieck podría haber firmado perfectamente.
En fin, un autor poco conocido y menos publicado (y eso que fue uno de los mejores traductores al alemán de “El Quijote”) pero que, de verdad, es casi urgente que alguien recupere por que si su producción fantástica se acerca siquiera a estos tres cuentos, lo que nos estamos perdiendo.