Maldita Memoria
La verdad es que siempre he gozado de buena memoria. Y ha sido una suerte. Estudié Geografía e Historia y trabajo en un instituto, en ambos ámbitos mi memoria me ha sido de gran ayuda. Posiblemente no podría haber terminado la carrera sin ella, ni haber aprobado la oposición, ni desenvolverme con cierta dignidad en mis clases. Es una memoria también peculiar, por ejemplo, se me dan muy mal los nombres de la gente (las caras no), cuando me topo con un antiguo alumno sé, más o menos, cuando le di clase y si era bueno o malo pero casi nunca recuerdo como se llamaba (lo que suele ser embarazoso).
Esa buena memoria también me ayuda mucho con esta pequeña afición por la literatura, recuerdo bastante bien las tramas y los títulos de las cosas que leo y que me gustan. Casi nunca tengo que consultar un libro para, por ejemplo, escribir sobre él en este blog o debatir en un foro (eso sí, nunca recuerdo bien los nombre de los protagonistas, curioso).
Así pues tengo una buena memoria. O, por lo menos, eso creía yo. Por qué últimamente estoy empezando a dudar sobre esa supuesta habilidad mía. Resulta que ese don que tenía ya no es tan bueno como era ¿edad, alzheimer? Ni idea pero estoy empezando a desarrollar eso que le pasa tanto a los ancianos, lo de poderse acordar perfectamente de algo que les pasó hace 60 años y tener problemas para recordar acontecimientos de la última semana.
Y voy a poner un ejemplo. En el 2006 fuí miembro del jurado del I Premio Xatafi-Cyberdark de Literatura Fantástica. Entre otras cosas tuve que leerme un montón de libros para poder hacer bien mi trabajo. Desde luego, no toda la producción fantástica del 2005 pero si un suculento trocito.
Por ejemplo, me leí todos los números de la Revista Asimov Ciencia Ficción del 2005 (Nº 15-21). Fueron más de 2.000 páginas y unos 70-80 relatos (por supuesto, con eso no acabamos con el apartado de narrativa corta, había muchas más antologías).
Estas Navidades me dio por hojear la colección entera de Asimov. Ojo, no a leérmela, sólo a repasarla por encima, detenerme en algunos trozos, leer algunos fragmentos,… Bueno, pues ahí me llevé una sorpresa mayúscula. No me acordaba de casi ninguno de los cuentos de aquel 2005. Los miraba, remiraba y casi todos me parecían totalmente nuevos, como si nunca los hubiese leído. De hecho únicamente recordaba con cierta intensidad catorce de ellos. Son los siguientes:
Néctar de Stableford
El hielo de Popkes
Oxigeno ascendente de García y Robertson
El Lago de los Diez Lobos de Sanders
Portavoz del mar de madera de Watson
Una princesa de la Tierra de Resnick
Huesos secos de Sanders
TK’TK’TK’ de Levine
Muy lejos de la Tierra de Barton
Gemelo sombra de Abraham, Dozois y Martin
A través del encaje de Nestvold
Play “Nobody’s home” de Avril Lavigne de Planells
El hombre de los helados de Van Pelt
La pequeña diosa de McDonald
Hay una cierta lógica en algunos de estos recuerdos, por ejemplo, La pequeña diosa fue el que ganó el premio a mejor relatos extranjero y es un muy buen cuento. Una princesa de la Tierra fue uno de los nominados, igual que Play “Nobody’s home” de Avril Lavigne. El Lago de los Diez Lobos lo recuerdo perfectamente por qué era mi favorito, una bonita historia que me recordó a La variante del unicornio de Zelazny (por desgracia fui el único jurado que tuvo esa sensación, nadie más lo votó).
Pero, el resto, sinceramente, no tengo ni idea de por qué se quedaron en mi cabeza y otros no. Vale, algunos son realmente buenos relatos aunque tuvieran la misma suerte que mi favorito: pasar por el premio sin pena ni gloria.
Néctar posee una ambientación futurista muy original y atrayente, Huesos secos es muy evocador (Sanders no es un mal autor en mi opinión), Muy lejos de la Tierra es una de las más potente visiones que conozco sobre el fracaso de la CF y Gemelo sombra es una buena historia de aventuras.
Pero otros son bastante mediocres, quizá Portavoz del mar de madera se me quedase en la cabeza por venir de Watson un autor bastante decente en líneas generales aunque la historia en sí es bastante mediocre, y Oxigeno ascendente aunque sea un cuento de lo más rutinario no deja de ser una space opera, una de mis debilidades. Pero ¿por qué narices me acuerdo tan bien de El hielo de Popkes, una larga y plomiza historia de clones aburridísima? ¿O de TK’TK’TK supuestamente humorística pero realmente insufrible? ¿Y qué decir de El hombre de los helados una de mutantes sin gracia y más vista que el tebeo? A través del encaje, una historia mediocre ¿por qué no me la quito de la cabeza?
Para mí todo esto es un misterio, o, mejor dicho, dos. Por qué cuentos que no son nada del otro mundo se me pegan a las neuronas y no se van y por que sólo soy capaz de recordar 14 cuentos de 70-80.
Y para muestra un ejemplo de cómo si recuerdo perfectamente otras cosas más antiguas. Los tomos de los Premios Hugo que Martínez Roca sacó en los 80. Recuerdo perfectamente todas las historias e, incluso, muchas de las introducciones de Asimov. Y la última vez que los releí fue, por lo menos, en los 90.
Como decía, un misterio, vejez o degeneración, pero en cualquier caso sumamente irritante, que narices.
Esa buena memoria también me ayuda mucho con esta pequeña afición por la literatura, recuerdo bastante bien las tramas y los títulos de las cosas que leo y que me gustan. Casi nunca tengo que consultar un libro para, por ejemplo, escribir sobre él en este blog o debatir en un foro (eso sí, nunca recuerdo bien los nombre de los protagonistas, curioso).
Así pues tengo una buena memoria. O, por lo menos, eso creía yo. Por qué últimamente estoy empezando a dudar sobre esa supuesta habilidad mía. Resulta que ese don que tenía ya no es tan bueno como era ¿edad, alzheimer? Ni idea pero estoy empezando a desarrollar eso que le pasa tanto a los ancianos, lo de poderse acordar perfectamente de algo que les pasó hace 60 años y tener problemas para recordar acontecimientos de la última semana.
Y voy a poner un ejemplo. En el 2006 fuí miembro del jurado del I Premio Xatafi-Cyberdark de Literatura Fantástica. Entre otras cosas tuve que leerme un montón de libros para poder hacer bien mi trabajo. Desde luego, no toda la producción fantástica del 2005 pero si un suculento trocito.
Por ejemplo, me leí todos los números de la Revista Asimov Ciencia Ficción del 2005 (Nº 15-21). Fueron más de 2.000 páginas y unos 70-80 relatos (por supuesto, con eso no acabamos con el apartado de narrativa corta, había muchas más antologías).
Estas Navidades me dio por hojear la colección entera de Asimov. Ojo, no a leérmela, sólo a repasarla por encima, detenerme en algunos trozos, leer algunos fragmentos,… Bueno, pues ahí me llevé una sorpresa mayúscula. No me acordaba de casi ninguno de los cuentos de aquel 2005. Los miraba, remiraba y casi todos me parecían totalmente nuevos, como si nunca los hubiese leído. De hecho únicamente recordaba con cierta intensidad catorce de ellos. Son los siguientes:
Néctar de Stableford
El hielo de Popkes
Oxigeno ascendente de García y Robertson
El Lago de los Diez Lobos de Sanders
Portavoz del mar de madera de Watson
Una princesa de la Tierra de Resnick
Huesos secos de Sanders
TK’TK’TK’ de Levine
Muy lejos de la Tierra de Barton
Gemelo sombra de Abraham, Dozois y Martin
A través del encaje de Nestvold
Play “Nobody’s home” de Avril Lavigne de Planells
El hombre de los helados de Van Pelt
La pequeña diosa de McDonald
Hay una cierta lógica en algunos de estos recuerdos, por ejemplo, La pequeña diosa fue el que ganó el premio a mejor relatos extranjero y es un muy buen cuento. Una princesa de la Tierra fue uno de los nominados, igual que Play “Nobody’s home” de Avril Lavigne. El Lago de los Diez Lobos lo recuerdo perfectamente por qué era mi favorito, una bonita historia que me recordó a La variante del unicornio de Zelazny (por desgracia fui el único jurado que tuvo esa sensación, nadie más lo votó).
Pero, el resto, sinceramente, no tengo ni idea de por qué se quedaron en mi cabeza y otros no. Vale, algunos son realmente buenos relatos aunque tuvieran la misma suerte que mi favorito: pasar por el premio sin pena ni gloria.
Néctar posee una ambientación futurista muy original y atrayente, Huesos secos es muy evocador (Sanders no es un mal autor en mi opinión), Muy lejos de la Tierra es una de las más potente visiones que conozco sobre el fracaso de la CF y Gemelo sombra es una buena historia de aventuras.
Pero otros son bastante mediocres, quizá Portavoz del mar de madera se me quedase en la cabeza por venir de Watson un autor bastante decente en líneas generales aunque la historia en sí es bastante mediocre, y Oxigeno ascendente aunque sea un cuento de lo más rutinario no deja de ser una space opera, una de mis debilidades. Pero ¿por qué narices me acuerdo tan bien de El hielo de Popkes, una larga y plomiza historia de clones aburridísima? ¿O de TK’TK’TK supuestamente humorística pero realmente insufrible? ¿Y qué decir de El hombre de los helados una de mutantes sin gracia y más vista que el tebeo? A través del encaje, una historia mediocre ¿por qué no me la quito de la cabeza?
Para mí todo esto es un misterio, o, mejor dicho, dos. Por qué cuentos que no son nada del otro mundo se me pegan a las neuronas y no se van y por que sólo soy capaz de recordar 14 cuentos de 70-80.
Y para muestra un ejemplo de cómo si recuerdo perfectamente otras cosas más antiguas. Los tomos de los Premios Hugo que Martínez Roca sacó en los 80. Recuerdo perfectamente todas las historias e, incluso, muchas de las introducciones de Asimov. Y la última vez que los releí fue, por lo menos, en los 90.
Como decía, un misterio, vejez o degeneración, pero en cualquier caso sumamente irritante, que narices.
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