sábado, septiembre 08, 2007

"Crónica de las Tres Hermanas" de J. K. A. Musaeus


La genealogía del cuento de hadas es, aparentemente, sencilla: partiendo de mitos y leyendas prehistóricas, pasando por los fabulistas clásicos (Esopo y compañía), cogiendo de los cuentos populares medievales, recibiendo influencias de Oriente (a través de la España musulmana, como no), para llegar a Basile y su “Pentamerón” y de ahí a Perrault y demás franceses (especialmente D’Aulnoy) hasta los Grimm que, en cierta forma, cerrarían un ciclo y darían paso a autores más maduros y complejos que ya entroncaría con la moderna literatura infantil donde otras preocupaciones, al margen de las meramente míticas, muy a menudo de tipo ético-moral, primarían más (por ejemplo, el cuento de hadas victoriano con McDonald como mejor representante y las aportaciones de gente tan variopinta como Andersen, Collodi o Wilde).
Como todo esquema, este boceto que acabo de pergeñar tiene más agujeros que el famoso colador, y por esos agujeros se cuelan autores y más autores que, a veces, caen en un injusto olvido.
Este es el caso de Johann Karl Augustus Musaeus (auque he encontrado otras formas variopintas de escribir su nombre como Müsaus) un escritor prácticamente desconocido en nuestro país. En efecto, de su ingente obra estrictamente féerica (cinco volúmenes de cuentos) sólo hay publicado en nuestro país esta brevísima “Crónica de las tres hermanas” (apenas una veintena de páginas algo habitual en una editorial como Olañeta, peculiar donde las haya), sin descartar que algún otro cuento suyo haya aparecido en alguna antología que desconozco.
La importancia de Musaeus radica en que, a nivel alemán, es el puente entre Basile y su “Pentamerón” y los hermanos Grimm. Al respecto, hay debates entre los especialistas, para la traductora de este librito, Carmen Bravo Villasante, Musaeus es un genio, el primero en investigar el acervo popular germánico y crear una colección de cuentos al margen de los juegos clasicistas franceses encarnados, especialmente, por D’Aulnoy. Se adelantaría así unos cuantos años a los Grimm y sería su principal precursor.
Para otros, como Croce, el descubridor de Basile para el público moderno, Musaeus es, simplemente, el protagonista de un plagio. Su único mérito sería el de adaptar la obra de Basile quitándole sus aspectos más adultos y procaces (que no son pocos) y adaptándolo al mundo germánico.
En cualquier caso, y debates al margen, Musaeus como artista, en cierta forma, triunfó y fracasó. Sus intentos por tener éxito en el mundo editorial con sus cuentos y acabar así con la primacía francesa en este género no alcanzaron su objetivo. A pesar de la publicación en 1786 de sus colecciones de cuentos el público no reacciono y nuestro autor murió en la miseria.
Sin embargo, su triunfo fue póstumo, otro autor romántico, Clemens Brentanno, redescubrió su obra, y de rebote a Basile, y adaptó, una vez más, las historias a un gusto más infantil y políticamente correcto en sus “Cuentos italianos” (Brentanno con el título por lo menos fue honrado al reconocer el origen de sus relatos) que si gozaron de gran éxito y que, a su vez, azuzaron a los Grimm para empezar a escribir sus historias (mezclando una vez más a Basile con los cuentos populares germánicos).
En cuanto a la obra de Musaeus, con sólo un cuento disponible poco análisis se puede hacer. Aunque algunas pinceladas si que se pueden sacar. Por ejemplo, constatar la base mítica del cuento (las tres hermanas del título se casan con tres príncipes hechizados que adoptan la forma de oso, águila y delfín respectivamente hasta que el héroe consigue romper el hechizo ¡Lo que Graves hubiese sacado de aquí!), señalar como el escatológico imaginario de Basile ha desaparecido totalmente y mencionar como, a pesar de sus intenciones, Musaeus debe mucho a los autores galos (D’Aulnoy en especial) ya que su cuento es largo y complejo como los de la francesa y no breve y sencillo como luego serían los de los Grimm (aunque la ambientación germánica y medieval si que corresponde con las intenciones de los conocidos hermanos).
En cuanto al cuento propiamente dicho, agradable e imaginativo, cumple a la perfección lo que uno puede esperar de este tipo de narraciones: un sentido de la maravilla como el que se consigue con la ciencia ficción aunque, obviamente, partiendo de presupuestos muy diferentes.
Con todo, Musaeus demuestra ser un poco más torpe de lo aceptable. Los diferentes cabos que hay que atar a lo largo del cuento casan de una forma apresurada y poco elegante, dejando la sensación de que al autor no le vendría mal haber hecho una buena re-escritura de algunas partes de su relato.
Con todo, Musaeus merece mejor suerte de la que ha gozado en el mercado español, una afirmación ésta que se está empezando ha convertir en demasiado habitual en este blog.