Álter Ego
Reconozco que como lector tengo una serie de debilidades a las que me resisto con gran dificultad (por no decir que, generalmente, me rindo ante ellas sin contemplaciones): me gustan los autores más clásicos (de entre 1750-1950), me gustan los relatos y me encantan como hacen las cosas editoriales como Valdemar o Siruela (tanto a la hora de elegir los títulos como de editarlos).
Por todo ello, cuando me enteré de la aparición de este “Álter Ego. Cuentos de Dobles” tardé poquito en hacerme con él y en devorarlo. Que Juan Antonio Molina Foix fuese el antologista fue otra debilidad más contra la que nada pude hacer.
Y los resultados son plenamente satisfactorios. Un libro que, dentro de los parámetros señalados, se puede definir sin problemas como una gozada. El tema del doble es tremendamente atractivo para la literatura fantástica y ha sido utilizado profusamente por las diferentes corrientes estéticas de los dos últimos siglos. El Romanticismo alemán, por ejemplo, casi lo convierte en un monopolio y llegó a obsesionarse con él (de ahí surge el famosos término de doppeltgänger). Pero lo mismo puede decirse del decadentismo francés finisecular o de la moderna ciencia ficción.
De todo esto hay en este libro, donde es casi imposible encontrar un relato malo y donde se explora a la perfección todas las posibilidades que el doble ofrece.
Dentro del Romanticismo alemán tenemos “La historia del reflejo perdido” del gran E.T.A. Hoffmann, un cuento perfecto y precioso de pacto fáustico e inspirado en Chamisso, y “El príncipe Ganzgott y el cantante Halbgott” de Achin von Arnim, una historia que se adelante mas de cincuenta años a “El prisionero del Zenda” de Hope y que bebe de la antigüedad clásica. Sin atisbos fantásticos (el parecido entre los protagonistas se debe a un parentesco que desconocen), la historia del cantante que se hace pasar por el príncipe, enamora a la aburrida princesa y trastoca la corte, se enfoca más bien desde un punto de vista cómico ya que, su muy conservador autor, soslaya cualquier atisbo revolucionario sin contemplaciones (al final, el cantante no consigue acostarse con la princesa, el príncipe aparece antes). A pesar de todo, Arnim escribe muy bien y la historia es bastante divertida, lo que hace que merezca la pena a pesar de su escasa trascendencia.
De E.E.U.U. tenemos una inusual historia patriótica obra de Nathaniel Hawthorne, “La mascarada de Howe”, que a pesar de todo consigue llevar un ligero hálito de terror al lector demostrando que el autor de “La letra escarlata” es uno de los grandes dentro del género de miedo.
Le acompañan otros dos buenas historias pero tremendamente diferentes. Por un lado, “La esquina alegre” de Henry James, quizá el cuento mejor escrito de todo el libro y el de mayor densidad. James hace un complejo ejercicio de introspección psicológica que, reconozco, a más de uno se le puede atragantar aunque hay que sucumbir ante la maestría del estadounidense a la hora de analizar de forma exhaustiva el carácter de sus personajes. La historia del neoyorkino que abandona su ciudad por Europa y vuelve a ella 20 años después para encontrarse con su otro yo, aquel que sería si se hubiese quedado en su ciudad natal, no deja de resultar tan agotadora como fascinante.
Como contraste ahí está “Uno de los mellizos” de Ambrose Bierce, un perfecto ejemplo del genuino humor negro y cruel del más amargo escritor que ha parido Norteamérica.
Inglaterra, la mayor cantera de autores fantásticos de los dos últimos siglos, presenta también obras de enjundia. “Markheim” de Robert Louis Stevenson es un relato que ha fascinado a muchos (Borges incluido) pero que a mí me deja un tanto frío al ser, en esencia, una alegoría cristiana sobre la redención (y las alegorías y el cristianismo no están entre mis aficiones).
Mucho mejores son los dos siguientes relatos. “La historia del difunto Elvesham” de H. G. Wells es una perfecta historia de ciencia ficción sobre transferencia de personalidad como sólo Wells sabe hacerlas. Aunque recuerda al cuento de Arthur Conan Doyle “El gran experimento Keinplatz”, es superior por que donde el creador de Sherlock Holmes sólo busca hacernos reír, su colega consigue estremecernos de terror de una forma tremendamente realista, sin olvidar ese delicioso retruécano final digno del mejor humor negro.
“El coparticipe secreto” de Joseph Conrad no tiene tampoco ningún atisbo fantástico pero no deja de ser una magistral obra de arte, uno de los mejores relatos de Conrad, o, lo que es lo mismo, uno de los mejores de la historia de la literatura.
De Francia, llegan tres piezas, a su manera, inimitables e imprescindibles. Abre la terna otra de las cimas del volumen: “El caballero doble” de Téophile Gautier. A pesar de su origen sureño, Gautier sigue siendo el mejor seguidor de Hoffmann que ha habido y este precioso cuento de ambientación medieval y escandinava sobre la eterna lucha entre nuestro lado bueno y nuestro lado malo posee una belleza y una poesía fascinantes.
Igual de impactante es “¿Él?” de Guy de Mauppassant, otro ejemplo perfecto de la locura como fuente de inspiración que es la marca de la casa de este escritor.
Sorprendente, en cambio, es el mejor adjetivo que cuadra para “El hombre doble” de Marcel Schwob. Este cuento debería haber sido firmado por Kafka, si el checo hubiese nacido francés y vivido a finales del XIX en París. Inquietante y original.
Por último, la contribución en lengua española que, por desgracia y salvo excepciones (y este tomo no la es), suele ser la parte más floja de estas antologías. En este caso se reduce a dos cuentos. “Mirtho” del peruano César Vallejo que, como buen poeta, más que un cuento hace un poema en prosa. Y “La muerte de mi doble” de José María Salavería, un autor secundario de la Generación del 98 que aquí no pasa de correcto.
En fin, que a veces da gusto eso de rendirse a las debilidades de cada uno.
5 Comments:
Pues habrá que incarle el diente.
Gracias.
http://senderos-de-gloria.blogspot.com/
Marcel Schwob es que es un grande. Si no conoces sus libros "El rey de la máscara de oro", "Corazón doble", "El libro de Monelle" o "Vidas imaginarias", corre a buscarlos.
Siempre he pensado que "Vidas imaginarias" es la clarísima inspiración de la "Historia universal de la infamia" de Borges, sólo que unas diez veces mejor.
Siruela suele sacar buenos volúmenes. Parece que éste está en la línea.
Gracias!!!! Me tope con tu pagina mientras recababa informacion acerca del doble. Estoy haciendo una monografia sobre Hoffmann y no se me ocurria nada, pero tu blog me inspiro!
Un saludo
Carito
bonnyportmore@gmail.com
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