"Providence" de Juan Francisco Ferré
Visto y leído lo anterior uno podría esperarse ahora una crítica elogiosa de la novela pero esto no va a ser así exactamente. “Providence” es un libro un tanto abrumador, 587 páginas son muchas páginas y hay que ser muy buen escritor para conseguir que alguien disfrute plenamente de tamaño esfuerzo. Ferré es un buen escritor pero todavía no tan bueno. Personalmente considero que ese es el principal hándicap de la novela: su desmesura. Una buena poda que la hubiese dejado en 300 páginas le hubiese venido de perlas para evitar el hartazgo que, personalmente, sentí en las últimas 100.
Por qué, además, “Providence” está escrita en primera persona y el libro, en cierta forma, es un larguísimo monólogo de su principal protagonista, un novel director de cine español embarcado en el proyecto de su nueva película mientras imparte un curso en la Universidad de Brown sita en la estadounidense ciudad de Providence.
Y el uso de esta técnica es, simultáneamente, un gran acierto y un tremendo defecto. La voz de este personaje lo impregna todo y, visto el segundo extracto que he ofrecido, queda claro que es una voz potente, divertida, original pero, a l larga, un tanto cargante.
Recuerda un tanto a ese protagonistas Heinleniano que era el viejo eremita sabio, todo lo sabía y todo lo explicaba, jamás se confundía. O, por citar un autor más de moda, me ha recordado a los protagonistas de Houellebecq (especialmente al de “La posibilidad de una isla”), cultos pero insoportables, engreídos, autosuficientes y más chulos que un ocho pero, a la larga, exasperantes. De todo saben, de todo sentencian (por que no hablan) y el mundo se reduce a imbéciles que están en contra de ellos y mujeres inteligentes que se acuestan con ellos, les apoyan y luego, inevitablemente, les traicionan. Esto, durante un par de cientos de páginas tiene su gracia, en medio millar puede acabar provocando un ataque de nervios.
Por qué, además, Providence presenta una estructura bastante desigual. El grueso de la novela se centra en la descripción de la vida universitaria de nuestro protagonista en Brown (por cierto, lugar donde el propio Ferré imparte clases). Pero las clases propiamente dichas y las relaciones entre profesores acaban quedando en un segundo plano, la mayor parte de la historia consiste en ver con cuantas mujeres se acuesta nuestro profesor y director de cine, profesoras, alumnas y simples peatones, narradas con todo lujo de detalles e, inevitablemente, entrando en la rutina y el aburrimiento. Entendámonos, disfruto como el que más de la descripción de un buen polvo en una novela pero cuando eso se acaba convirtiendo, aparentemente, en el único objetivo del libro, me acabo aburriendo. La repetición me produce tedio.
Entonces ¿Es “Providence” un mal libro? Pues no exactamente, más bien lo contrario. Ferré escribe bien, y muchas de las aventuras y opiniones del protagonista del libro son divertidas, apasionantes y muy interesantes. En ocasiones, uno no puede despegar los ojos de las páginas, trozos como el recorrido por los pasadizos secretos debajo de la tumba de Lovercraft, o la monomanía desarrollada hacia la película “Tiburón” de Spielberg son fascinantes. Lo malo es que, nuevamente, Ferré se deja llevar por la exhuberancia y no sabe poner freno a la verborrea de su alter ego, lo que hace que, al final, muchos de los pensamientos y aventuras acaben siendo un tanto repetitivos e indistinguibles de otros que ocurrieron hace 50 páginas. Una pena, ¡Qué gran libro hubiera podido llegar a ser!
¿Y el apartado fantástico? Por qué este es un blog sobre literatura fantástica. Pues… depende. Sin ser un experto en literatura, tengo la sensación de que esta novela juega en la liga de lo postmoderno, en un intento de presentarnos el mundo como un conjunto de capas con múltiples lecturas. Y, en ese sentido, “Providence” cumple esa premisa por que lo que se nos cuentas puede ser entendido de muchas formas. Es posible que lo que ocurra sea real, y es posible que no. Es posible que todo sea un videojuego, o que estemos ante la mayor de las conspiraciones mundiales, o en un futuro cercano donde algunas cosas hoy imposibles ya no lo son. O puede que nada de lo anterior sea correcto. Desde el punto de vista de la ciencia ficción hay varis pinceladas, y se nota que Ferré tiene un buen bagaje de lecturas de género (Lovercraft y Dick son las más obvias), hay un cyborg, podría haber un videojuego que enloquece al que lo usa, también un peculiar Apocalipsis, y un no menos peculiar inmortal, e incluso una transferencia de personalidad a una IA. Pero, me temo, los aficionados más irreductibles no sentirán esta novela como suya. Todos esos detalles juntos apenas representan un puñado de páginas en un proyecto tan enorme como este libro. El grueso no deja de ser una descripción bastante realista de la vida en los muy paranoicos E.E.U.U. de hoy.
En otros casos ahora me pondría paternalista (uno de mis muchos defectos) y echaría pestes sobre la cortedad de miras del fandom que nunca leerá libros como este. Ellos se lo pierden, sentenciaría. Pero, en este caso, no sé si realmente quien no lea “Providence” se habrá perdido algo. No es un bocado apto para todos los paladares, e incluyo a los lectores más exquisitos, a mi casi se me atraganta aunque, reconozco, que, a veces, el viaje merece la pena. Lastima que no sea un poco más corto y menos arduo.