jueves, mayo 15, 2008

"Leyendas y Folklore Irlandés" de W. B. Yeats


A veces, cuando uno se enfrenta con un libro, puede sentirse un poco sobrecogido por algunos de los aspectos exteriores de dicha lectura. Por ejemplo, si uno va a leer a Yeats rápidamente le viene a la cabeza las palabras Premio Nobel y, a que negarlo, el pensamiento: “será difícil” (o “será un coñazo”, otra posibilidad).
Sin embargo, con esto de los premios Nobel hay mucha leyenda y conviene tomarse las cosas con calma, autores tan amenos como Kipling, Hemingway o García Márquez lo han ganado y son cualquier cosa menos aburridos o difíciles. Por otro lado, el Nobel está lleno de ilustres desconocidos y abundantes fracasados, autores que en su época lo ganaron de forma dudosa o peculiar, o, simplemente, que ya no gozan de la popularidad de antaño, Echegaray o Benavente, dos de los españoles que lo consiguieron, están en este campo, pero conviene no olvidar que también lo ganó alguien tan olvidado en su pale de escritor como Winston Churchill.
Con todo, hay otras cuestiones que también pueden resultar temibles, Yeats está considerado como uno de los poetas importantes del cambio de siglo en lengua inglesa y, además, como el poeta nacional de Irlanda (aunque este es un campo que desconozco me da la sensación que últimamente su valor como poeta está un tanto de capa caída frente a otros de sus contemporáneos). Sin embargo, a pesar de todo, uno tiene que ser audaz y, de vez en cuando, darse un chapuzón en aguas hondas a ver que pasa. El resultado es que, realmente, no es tan fiero el león como lo pintan.
Este libro es una deliciosa e interesante recopilación de cuentos populares irlandeses. Agrupados temáticamente y alejados del terreno de la leyenda (poco hay de Cuchulain o los Tuatha-da-nan), a pesar del título, se sitúan más dentro del folklore, del mundo de las hadas, trasgos, brujas y gigantes. Publicados en la juventud de Yeats, son claros deudores de la obra de los Hermanos Grimm y reflejan, en parte, sus intereses de aquella época, claro que no es menos cierto que aquí se ve poco la mano del poeta ganador del Nobel y si, en cambio, la del lector apasionado de colecciones de cuentos populares de todo el mundo y la del ávido oyente de la rica tradición oral de las tierras irlandesas.
Resultan refrescantes, divertidos y muy agradables, suelen ser muy breves y oscilan entre las historias picarescas y las de terror pero siempre en un tono amable y, a que negarlo, infantil.
Hay un par de cuestiones últimas que me parecen interesantes y que no puedo dejar de señalar. Yeats recogió muchas de estas historias de entre sus vecinos más ancianos pero otras muchas las copió (o más bien reelaboró) de colecciones previas de folkloristas irlandeses (entre los que destaca Lady Wilde, la madre de Oscar Wilde, experta en el tema). Y, aunque no lo parezca, las intenciones de Yeats al escribir este libro no eran del todo inocentes. Nacionalista irlandés acérrimo, se le puede ver también como el fundador de una tradición literaria en este país al margen de Inglaterra. De esta forma, sus experimentos con el folklore de su patria chica (imitados por otros coetáneos y seguidores suyos como Lady Gregory o James Stephens) tiene una clara intencionalidad política: remarcar las diferencias entre Irlanda e Inglaterra, entre la colonia y la metrópoli, romper los puentes entre ambos mundos y hacer que la literatura irlandesa volase sola (como lo haría en breve el resto del país). Para ello había que crear una tradición secular y atractiva, y la literatura oral y popular era un buen sitio desde donde empezar (la obra de los Grimm se encuadra en un fenómeno histórico similar, en este caso la creación de una nacionalismo alemán). Que esta obra esté escrita en inglés y no en gaélico no debe llamarnos a engaño, en aquella época una buena parte de la población anglo-irlandesa defendía la autonomía, hay que esperar unos años todavía para que se conviertan en los actuales unionistas.
Y, sin embargo, el proyecto de Yeats, como tantas fantasías nacionalistas, falla por su base. Los supuestos cuentos irlandeses realmente no lo son, muchas de estas historias aparecen en el folklore alemán, escandinavo, inglés, etc, etc. Algunas, punto por punto, están sacadas de los Grimm, otras del italiano Basile y, unas pocas, se remontan a la época grecolatina e incluso a la Biblia y “Las 1001 noches”. La supuesta singularidad irlandesa no lo es ni por asomo. O bien existe un sustrato europeo común a casi todas las tradiciones orales, o bien la obra de determinados autores (especialmente los Grimm, pero también los autores clásicos) se difundió más rápido y profundamente de lo que parece, y fue pronto asimilada por las tradiciones populares nacionales.
No voy ahora a ser tan absurdo de negar las raíces célticas irlandesas, pero tampoco podemos olvidar que ningún pueblo crece sólo en medio de la nada, que todos conocen y copian las tradiciones de sus vecinos y que, a la larga, es más fácil encontrar los puntos en común de un lugar como Europa que sus supuestas diferencias. Irlanda posee una entidad cultural propia, pero que afecta, imita y se fusiona con la de otras regiones cercanas como Inglaterra, Gales, Escocia o Francia. Buscar diferencias a este tronco común es buscarle tres pies al gato, o dejarse llevar por el frenesí político correspondiente, algo que, evidentemente, ocurrió con Yeats. Triste es que un siglo después las cosas no vayan mucho mejor.
Por último, una breve nota bibliográfica. La editorial Olañeta publicó este libro en una edición anterior en dos tomos, el hecho de que ambas se presentasen en la misma colección (¿?) con unos cuantos números de diferencia pueden llevar a error a algún comprador y/o lector. Avisados quedáis.