Memoria Recuperada: "El País de los Sueños" de Charles de Lint
Buena traducción de Hernán Sabaté. Precioso dibujo en la portada alusivo a la historia obra de Brian Froud. De hecho, el libro cuenta con bastantes (y muy buenas) ilustraciones de este artista. Al igual que en su otra novela disponible en castellano (“El país pequeño”), esta novela también va de fantasía contemporánea. Una pequeña ciudad de U.S.A., dos primas muy distintas (una niña pija y una macarrilla seudo-heavy) que viven juntas y se odian (cosas de adolescentes), y, de repente, ¡Zas! Magia a borbotones. De nuevo estamos ante un libro sobre la amistad y los sentimientos, sobre gente que deja todo por ayudar a sus amigos (y no tan amigos) y de gente con terribles problemas que consigue solucionarlos a través de una mezcla de viaje iniciático y ayuda de los demás. Obviamente, un mensaje muy positivo y humano (no me extraña que a Card le chifle de Lint), pero, afortunadamente, no cae en excesos babosos como es tan común en el género. La ambientación contemporánea es genial (heavies, punks, niños pijos, padres medio hippies, líos de adolescentes) y el aspecto mágico novedoso (los indios americanos y sus “tierras de los espíritus”, deliciosamente evocadas). Por supuesto, no es fantasía Light si no un tanto terrorífica (las aventuras de Ash y Nina están más cerca de Stephen King que de Tolkien) y, quizás, el único defecto del libro sea su brevedad. Todo transcurre muy deprisa (lo que no es del todo malo) y algunas preguntas quedan sin resolver (esperemos que haya segunda parte).
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Bueno, no sé si hubo o no segunda parte, en cualquier caso no llegó a España y no creo que nunca lo haga. “El país de los sueños” es un libro del que guardo un recuerdo más grato que de “El país pequeño”. Hace 13 años pensaba que el handicap del libro era su brevedad, hoy más bien pienso que es su principal virtud. Por aquellos años aún no conocía el término fantasía oscura, si no lo hubiese utilizado sin dudarlo. Esta es una obra que se ajusta a la perfección a ese subgénero. También es una novela juvenil y un buen ejemplo de cómo la sombra de Stephen King es alargada. Si algo se le puede reprochar a de Lint en este libro es el convertirse en el apóstol del buenrrollismo, aunque reconozco que le sale lo suficientemente bien como para no resultar cargante. En cualquier caso, un libro menor y artesanal pero digno, sin pretensiones y que proporciona un buen rato de sana diversión sin trascendencia.
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