Unas Pequeñas Notas sobre "Genios" de Harold Bloom
He terminado la lectura de “Genios” de Harold Bloom, un libro tan fascinante como agotador. Son cerca de mil páginas y 100 grandes autores y Bloom no resulta muy fácil en ocasiones. Eso sí, este señor me sigue resultando casi hipnótico. Es posible que sus teorías literarias estén demode pero el tío sabe como defenderlas.
La base de su argumentación (idéntica a la de “El canon occidental”), es que el genio literario se basa en la belleza y que esta está totalmente al margen de cualquier explicación basada en el contexto histórico en que fue escrito el libro o en la ideología que este contenga.
Personalmente no tengo muy claro si estoy de acuerdo o no, mi formación es de historiador y, por tanto, me encanta estudiar el ambiente histórico en que un autor crea su obra, pero me reconozco incapaz de debatir con Bloom, un auténtico y abrumador torrente de inteligencia.
Profundizando en su obra he podido comprender algunos de los matices de Bloom presentes en otros libros suyos. Me ha parecido especialmente reveladora la diferencia que marca entre novela y romance. En la primera priman los personajes, en la segunda la ambientación. De ahí que el 90 % de la literatura fantástica, de terror y ciencia ficción se sitúe más en el campo del romance que en el de la novela. Claro está, Bloom no hace ninguna valoración sobre esta clasificación, no indica que una sea mejor que otra, simplemente diferentes aproximaciones al hecho narrativo.
Se puede criticar al americano por ser un tanto caprichoso, ya que agrupa a los autores siguiendo un complejo esquema cabalístico (literalmente) que, personalmente, ni entiendo ni comparto, ya que agrupa en segmentos de cinco a autores tan dispares como Homero y Alejo Carpentier o John Donne y Murasaki Shikibu. Tampoco es de recibo su descarado anglocentrismo que llega a tener tintes chovinistas. Pero siguen siendo detalles que se le perdonan.
Una pena que sólo aparezcan seis autores españoles o que escribieron en nuestra lengua: Cervantes, Lorca, Cernuda, Octavio Paz, Borges y Alejo Carpentier, pero Bloom es así.
En cualquier caso lo traigo aquí, un blog dedicado a la literatura fantástica, por que Bloom es un crítico que alaba este tipo de literatura e incluye entre sus elogios las obras de algunos escritores de ciencia ficción, algo un tanto inusual.
Tres son los autores fantásticos modernos a los que dedica un estudio profundo: Lewis Carroll, Jorge Luis Borges e Italo Calvino. Lo más destacable es su rotunda afirmación de que a día de hoy nadie ha superado en este campo al italiano.
Otros autores que toca tienen una obra fantástica más tangencial. Como es el caso de Nathaniel Hawthorne o Mark Twain. Pero lo que más me ha llamado la atención es que, entre los cientos de disgresiones que salpican el libro, haya elogios encendidos a la obra de John Crowley y Ursula K. LeGuin (para ser exactos a “La mano izquierda de la oscuridad”), igual que rotundos desprecios a Harry Potter y a Edgar Allan Poe (con lo que no puedo estar más en desacuerdo).
En cualquier caso, y a pesar de la dificultad, recomiendo a Bloom. Es un reto que merece la pena afrontar, se esté o no de acuerdo con él.
La base de su argumentación (idéntica a la de “El canon occidental”), es que el genio literario se basa en la belleza y que esta está totalmente al margen de cualquier explicación basada en el contexto histórico en que fue escrito el libro o en la ideología que este contenga.
Personalmente no tengo muy claro si estoy de acuerdo o no, mi formación es de historiador y, por tanto, me encanta estudiar el ambiente histórico en que un autor crea su obra, pero me reconozco incapaz de debatir con Bloom, un auténtico y abrumador torrente de inteligencia.
Profundizando en su obra he podido comprender algunos de los matices de Bloom presentes en otros libros suyos. Me ha parecido especialmente reveladora la diferencia que marca entre novela y romance. En la primera priman los personajes, en la segunda la ambientación. De ahí que el 90 % de la literatura fantástica, de terror y ciencia ficción se sitúe más en el campo del romance que en el de la novela. Claro está, Bloom no hace ninguna valoración sobre esta clasificación, no indica que una sea mejor que otra, simplemente diferentes aproximaciones al hecho narrativo.
Se puede criticar al americano por ser un tanto caprichoso, ya que agrupa a los autores siguiendo un complejo esquema cabalístico (literalmente) que, personalmente, ni entiendo ni comparto, ya que agrupa en segmentos de cinco a autores tan dispares como Homero y Alejo Carpentier o John Donne y Murasaki Shikibu. Tampoco es de recibo su descarado anglocentrismo que llega a tener tintes chovinistas. Pero siguen siendo detalles que se le perdonan.
Una pena que sólo aparezcan seis autores españoles o que escribieron en nuestra lengua: Cervantes, Lorca, Cernuda, Octavio Paz, Borges y Alejo Carpentier, pero Bloom es así.
En cualquier caso lo traigo aquí, un blog dedicado a la literatura fantástica, por que Bloom es un crítico que alaba este tipo de literatura e incluye entre sus elogios las obras de algunos escritores de ciencia ficción, algo un tanto inusual.
Tres son los autores fantásticos modernos a los que dedica un estudio profundo: Lewis Carroll, Jorge Luis Borges e Italo Calvino. Lo más destacable es su rotunda afirmación de que a día de hoy nadie ha superado en este campo al italiano.
Otros autores que toca tienen una obra fantástica más tangencial. Como es el caso de Nathaniel Hawthorne o Mark Twain. Pero lo que más me ha llamado la atención es que, entre los cientos de disgresiones que salpican el libro, haya elogios encendidos a la obra de John Crowley y Ursula K. LeGuin (para ser exactos a “La mano izquierda de la oscuridad”), igual que rotundos desprecios a Harry Potter y a Edgar Allan Poe (con lo que no puedo estar más en desacuerdo).
En cualquier caso, y a pesar de la dificultad, recomiendo a Bloom. Es un reto que merece la pena afrontar, se esté o no de acuerdo con él.
1 Comments:
Que Israel es un estado más de eso llamado Estados Unidos lo demoestra este clásico autor yanqui. Usa la Cábala para montar un entramado de autores enciclopédicos de uso común. El llama Genio a todo escritor al que la Enciclopedia Británica dedica un largo árticulo (mejor que los suyos). Se parece al Nobel: premia al clásico y obvia al genio, genio. Para genio el mismo Bloom (nada que ver con "Ulises"), que hace lo que le da la gana, Shakespeare incluido.
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