Una Noticia que Empieza a no Ser Noticia: Salda Miraguano
Pues eso, una noticia que empieza a sonar a repetitivo y aburrido, ahora es a Miraguano a quien le ha tocado la china y salda su colección La Cuna de Ulises y otras cosas más (no, los Libros de los Malos Tiempos todavía no). La verdad es que después de que hicieran lo mismo hace unos años con Futuropolis, su colección de ciencia ficción, esto era cuestión de tiempo.
Aún así me sigue dando un poco de rabia, puede que Miraguano tuviese una estética un tanto feista en esta colección pero, a pesar de todo, eran libros más que dignos, bien traducidos y a un precio bastante asequible. Y, especialmente, era un colección de literatura juvenil y de aventuras de la que ya quedan pocas. En mi incursión no han caído muchas cosas ya que casi todos los títulos que me interesaban los fui pillando a su precio original poco a poco (esa era otra ventaja de Miraguano, sabías que todo el fondo editorial estaba siempre a mano en su librería de Madrid). En cualquier caso, junto a libros clásicos de autores como Hawthorne, Conrad, Asollant, London o Irving, antologías varías de cuentos y recopilaciones de leyendas, hay un puñado de clásicos decimonónicos del fantástico que merece mucho la pena conseguir si a uno, como es mi caso, le va ese rollo.
Destacan en concreto títulos como “El buque fantasma” del Capitán Marryatt (una novela gótica de ambientación marítima impresionante), “La guarida del gusano blanco” de Bram Stoker (una obra casi lovercraftiana), “El pueblo de la bruma” de Henry Rider Haggard (otra civilización perdida en África), “Fantasías” de George McDonald, “El bosque del fin del mundo” de William Morris (dos libros del inicio de la fantasía épica que influyeron mucho en Tolkien), “Eric Ojos Brillantes” también de Haggard (una increíble saga escandinava que en nada tiene que envidiar a la actual fantasía épica), “La tierra de la niebla” de Arthur Conan Doyle (una de sus novelas ocultistas), “Cuentos misteriosos” de Amado Nervo (cuentos modernistas a la manera de Rubén Dario), alguna antología de terror e, incluso, una de las novelas menos conocidas de Rafa Marín “El muchacho inca”.
En fin, que por menos de tres euros el ejemplar ya estáis tardando, aunque, repito, que sigue siendo una pena.
Aún así me sigue dando un poco de rabia, puede que Miraguano tuviese una estética un tanto feista en esta colección pero, a pesar de todo, eran libros más que dignos, bien traducidos y a un precio bastante asequible. Y, especialmente, era un colección de literatura juvenil y de aventuras de la que ya quedan pocas. En mi incursión no han caído muchas cosas ya que casi todos los títulos que me interesaban los fui pillando a su precio original poco a poco (esa era otra ventaja de Miraguano, sabías que todo el fondo editorial estaba siempre a mano en su librería de Madrid). En cualquier caso, junto a libros clásicos de autores como Hawthorne, Conrad, Asollant, London o Irving, antologías varías de cuentos y recopilaciones de leyendas, hay un puñado de clásicos decimonónicos del fantástico que merece mucho la pena conseguir si a uno, como es mi caso, le va ese rollo.
Destacan en concreto títulos como “El buque fantasma” del Capitán Marryatt (una novela gótica de ambientación marítima impresionante), “La guarida del gusano blanco” de Bram Stoker (una obra casi lovercraftiana), “El pueblo de la bruma” de Henry Rider Haggard (otra civilización perdida en África), “Fantasías” de George McDonald, “El bosque del fin del mundo” de William Morris (dos libros del inicio de la fantasía épica que influyeron mucho en Tolkien), “Eric Ojos Brillantes” también de Haggard (una increíble saga escandinava que en nada tiene que envidiar a la actual fantasía épica), “La tierra de la niebla” de Arthur Conan Doyle (una de sus novelas ocultistas), “Cuentos misteriosos” de Amado Nervo (cuentos modernistas a la manera de Rubén Dario), alguna antología de terror e, incluso, una de las novelas menos conocidas de Rafa Marín “El muchacho inca”.
En fin, que por menos de tres euros el ejemplar ya estáis tardando, aunque, repito, que sigue siendo una pena.
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