martes, abril 11, 2006

Danza de Tinieblas de Eduardo Vaquerizo


Una de las muchas cosas buenas que está teniendo el Premio Minotauro es el de romper un poco el carácter endogámico de la ciencia ficción y la fantasía en nuestro país. Y si no veamos el caso de Eduardo Vaquerizo. Hasta el año pasado era un típico autor fandomita, un puñado de relatos en fanzines, revistas y antologías solo degustadas por “los iniciados” y un par de pequeñas novelas en editoriales igual de pequeñas y con escasa o nula distribución. Bueno, también había tenido algo de mala suerte por que publicó en colaboración con Juan Miguel Aguilera la novelización de la película “Stranded” en una editorial fuerte pero la peli fue un fracaso y el libro se saldó a toda velocidad.
Probablemente, ese hubiera sido el horizonte literario de Vaquerizo, escribir para un puñado de amigos y conocidos que “están en el ajo”. Sin duda esta situación debía de satisfacerle lo suficiente pero no es la más adecuada para que uno despliegue sus mejores dotes como narrador. Y es curioso como muchos críticos (como Luis G. Prado, sin ir más lejos) siempre le catalogaban de eterna promesa. Parecía que estaba a punto de despuntar pero ahí se quedaba.
Y en estas apareció el Premio Minotauro y, me imagino, Vaquerizo, como la mayoría de los escritores de ciencia ficción españoles se dio cuenta de que las reglas habían cambiado, ahora escribían para una editorial tan potente como Planetas, así que el público aumentaba de número y, además, la cuestión económica variaba sensiblemente, pero que muy sensiblemente.
Y los resultados son evidentes, Vaquerizo ya no es una promesa, es una realidad por que “Danza de Tinieblas” es, seguramente, la mejor novela fantástica escrita desde el fandom de todo el año pasado ( y bastante mejor que la ganadora “Los Sicarios de Dios”), por qué, probablemente, sea la mejor ucronía de toda la ciencia ficción española (tampoco es que esto sea mucho) pero, lo más importante de todo, por que es un libro que puede competir, sin rubor, con cualquier otra novela escrita en Inglaterra, E.E.U.U., Francia, Italia, Polonia o Burkina Faso. Y eso, viendo el carácter de eterna promesa de Vaquerizo, debería de hacer reflexionar a los editores patrios. Hay cantera, queda claro, si les ponemos delante a nuestros autores fandomitas una zanahoria en forma de cheque sustancioso los buenos libros empezarán a surgir como setas. Tiempo al tiempo (si esto continua, claro).
“Danza de Tinieblas” además es un libro rabiosamente español. Como aquella vieja canción de Los Nikis, “El Imperio Contraataca” parte de la idea de que el Imperio Español de los Austrias se mantiene hasta el Siglo XX. Estamos en 1927 y España sigue siendo la potencia hegemónica mundial. El punto Dumbar que ha hecho cambiar las cosas ha sido la muerte de Felipe II en 1571 y la llegada al trono de su hermanastro Juan de Austria después de una dura guerra contra toda Europa. Pero, menos explícitamente, se nos insinúa, cuando el libro está mucho más avanzado, otra crucial divergencia, en 1492 los judíos no fueron expulsados de la Península Ibérica (por supuesto, los moriscos tampoco sufrirán ese destierro en 1612).
A partir de ahí, la ambientación es, sencillamente, espléndida. Este Madrid de los años 20 se parece y no se parece al Madrid real. La Revolución Industrial ha sido cosa española y tenemos, por ejemplo, autocohes de motor de carbón marca Arriate, revólveres de siete balas y ametralladoras Villegas e, incluso, unos peculiares ordenadores con tarjetas perforadas (bueno, planchas de cobre perforadas) basados en la cábala judía.
Pero este Madrid increíble tiene más cosas, barriadas obreras donde los anarcolistas son los amos, una especie de Revolución Bolchevique fallida en 1917, Inquisición (aunque ahora España es la cismática respecto a Roma, cosas de la guerra), extraños conjurados, sinagogas y mezquitas y, como no, una fascinante judería.
Claro, que las cosas son muy españolas, cocido de garbanzos, orujo y vino son los alimentos habituales y las tascas y tabernas parecen sacadas de una novela de Galdós.
En este ambiente se desarrolla una peculiar intriga policíaca, alguien está matando a algunos de los judíos más ricos e influyentes de la Corte, el cabo de alguaciles Joannes Salamanca es encargado de ayudar al inquisidor Fray Faustino Alhárquez, pronto queda claro que las cosas son más complejas de lo que parecen y que todo un elaborado complot amenaza al Imperio.
Prefiero no desvelar nada más de la trama por que la resolución del misterio y las muchas vueltas de tuerca que tiene el relato son uno de sus principales atractivos, solo diré que aquí hay mucho bacalao que partir y que las resonancias al holocausto nazi, los robots de Asimov y el golem de Meyrink son constantes.
Mención aparte merecen dos aspectos del libro. Uno es la construcción del personaje de Joannes Salamanca, el auténtico protagonista del libro, una figura compleja totalmente alejada del tópico o de la planitud tan habitual en muchos autores de ciencia ficción. El otro es el magnífico uso del lenguaje que lleva a cabo Vaquerizo. Evidentemente, el Siglo de Oro es el modelo de este Imperio ucrónico así que los personajes de “Danza de Tinieblas” hablan de una forma más parecida a Quevedo que a Galdós lo que da al libro un sabor especial que lo hace totalmente fascinante y, además, muestra la maestría al escribir de su autor que domina a la perfección este elaborado y complejo español.
Por último, comentar el único aspecto de este maravilloso libro que me ha hecho fruncir un poco el entrecejo. Puede que sea por su ambientación “Imperial” pero todo el libro tiene un aire al “Capitán Alatriste” de Pérez Reverte un tanto sospechoso. Puede que sea el profundo conocimiento de ese castellano arcaizante que tiene los dos autores, o que Salamanca y Alatriste tengan un código de honor muy parecido, por no mencionar las similitudes entre algunos secundarios como los condes de Mier (Vaquerizo) y Guadalhorce (Reverte). No lo sé pero la sensación está ahí. Claro que, bien mirado, como soy también fan de Reverte he de reconocer que mi fruncimiento de entrecejo es tan, tan leve que apenas se nota.

2 Comments:

Blogger Nacho said...

Coincido con todo lo que has escrito salvo un detalle. Salamanca es la versión española de el personaje tipo de las pelis a lo Suarseneger, Stayone and company. Y Vaquerizo es consecuent, le saca el máximo partido al rol y construye "producción" cojonuda que casi imposible de encontrar en la filmografía de estos.

mar abr 11, 09:54:00 p. m. 2006  
Blogger Iván Fernández Balbuena said...

No se, Salamanca es mas complejo que un Stallone. Empieza asi luego parece el Watson del Holmes que es el inquisidor (o el Sancho de ese particular Quijote) pero las cosas cambian y de que manera.
Salamanca sigue usando la fuerza bruta para sobrevivir pero tambien evoluciona como personaje, le da a la cabeza, reflexiona y, al final, obra de una forma bastante atipica y, en cierta forma, contraria a su sentido del honor. En fin, creo que es bastante complejo como ente literario. Eso si, una pequeña maldad, vista la altura que gasta Vaquerizo creo que ya se en quien se ha basado para alaborar a Salamanca :)

mar abr 11, 10:57:00 p. m. 2006  

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