La Ciudad de los Muertos
Ediciones Parnaso es una de las pequeñas editoriales españolas que está intentando hacerse un hueco en el mercado editorial nacional. Tiene especial mérito por que, de momento, parece que ha decidido dar prioridad a los autores en lengua castellana por encima de los extranjeros.
Esta antología de cuentos reúne los mejores resultados del premio Vórtice de relato de ciencia ficción patrocinado por esta editorial. El libro en si es pequeño, apenas 150 páginas y diez cuentos, un pequeño entretenimiento para una tarde tonta pero que deja un buen sabor de boca. Efectivamente, con un precio reducido (no llega a 9 euros) y una presentación muy profesional, esta colección de relatos, sin tener dentro ninguna obra maestra, si posee una calidad media bastante alta. Casi ningún relato desentona y todos son, en líneas generales, más que correctos.
Cosa curiosa, excepto un par de cuentos, todos los demás son bastante cortitos (en muchos casos apenas dos o tres páginas) y muchos de ellos son relatos-trampa o cuentos-sorpresa, de esos que al llegar a la última frase se da un vuelco a la situación que te deja entre sorprendido y pensativo.
Por una vez estoy de acuerdo con el jurado, “La ciudad de los muertos” de Antonio Cebrián Berruga, que da título al libro, es el mejor cuento de todos. Una muy buena especulación sobre una tecnología que permite, en cierta forma, revivir a los fallecidos y que es un buen ejemplo de ese cuento-sorpresa corto e intenso del que he hablado en el párrafo anterior. De los demás, también me ha parecido bastante conseguido “Anunciación” de Eximeno, un buen relato de invasión alienígena (con final sorpresa claro está).
En cuanto al resto, hay de todo. Algunos muy, muy divertidos como la fantasía hilarante de Ángel Pérez Jiménez “Los miércoles a media tarde me convierto en vaca” o “Tan lejos de casa” de Sergio Gaut Vel Hartman que es, básicamente, una adaptación del “Mars Attack” de Tim Burton en versión argentino-tangera que puede que no sea memorable pero con el que me he reído a gusto.
Otros poseen algunas buenas ideas pero ya un tanto anticuadas (por estilo o por tema) como “Dieter Schneider Gladiador” de José Ramón Vázquez Peñas (en cualquier caso un meritorio primer relato), “La leyenda de un futuro neotécnico” de Fran Ontanaya, “El inmortal” de Ramón Muñoz-Chapuli o “Emotivos anónimos” de Ángel Padilla. Los más flojos: “La decisión final” de J. P. Bango (un relato sin final) y “La noticia alarmante” de Antonio Redondo Andujar, un vacuo ejercicio seudo-surrealista.
En cualquier caso, por relación calidad-precio, una de las mejores adquisiciones que se pueden hacer este año.
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