Kurt Vonnegut Jr. (1922-2007)
Murió otro de los grandes, Kurt Vonnegut Jr. nos ha dejado.
Es evidente que en los próximos años veremos como, poco a poco, van desapareciendo un buen puñado de autores clásicos, de aquellos que convirtieron a la ciencia ficción en una poderosa herramienta literaria, y, también, aquellos que amenizaron nuestra juventud y son, en parte, responsables de nuestra devoción hacia este género tan especial. Cosas de la edad y de la vida pero, a pesar de todo, duele, duele ver como esos grandes escritores se van yendo por que, aunque jamás los hayamos conocido en persona, nos son tan queridos o más que muchos de nuestros familiares y amigos.
Vonnegut tuvo siempre una relación de amor-odio con la ciencia ficción, a ratos sintiéndose parte de ella y a ratos renegando de semejante idea. Toda su vida fue un personaje un tanto especial, voluble, pesimista, depresivo e inseguro. En parte los varapalos que le dio la crítica pudieron tener algo que ver en el tema pero, por otro lado, el éxito entre el público debió de darle más de una satisfacción.
Durante muchos años, Vonnegut fue uno de los autores preferidos de la contracultura estadounidense para, más tarde, convertirse en un clásico menor de la literatura estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. Puede que no sea tan conocido ni bueno, a que negarlo, que autores como Truman Capote, John Updike, Norman Mailer o Jack Kerouac, pero su obra es parte consustancial del mismo paisaje espiritual que relataron estos autores. Y, añado yo, escribiendo muy a menudo genuinos libros de ciencia ficción.
Probablemente, el hecho que marcó la vida de Vonnegut y le convirtió en un personaje tan nihilista como misántropo fue su participación en la Segunda Guerra Mundial. Para el hijo de unos emigrantes alemanes tuvo que ser un poco raro encontrarse luchando contra el país de sus padres. Como miembro de la superpotencia que estaba ganando la guerra tampoco debió de parecerle del todo normal el ser hecho prisionero por los nazis a finales de la guerra. Pero, lo más brutal, fue ser testigo del salvaje bombardeo de Dresde por parte de las fuerzas aéreas anglo-norteamericanas.
Por si alguien no conoce este hecho bélico, Dresde fue una ciudad alemana arrasada tras varios días de bombardeo aéreo en 1945, cuando a la guerra le quedaban apenas unos meses para terminar. Dresde apenas había sido atacada durante el conflicto y se había ganado la fama de “lugar seguro”, de ahí que estuviese atestada de refugiados que huían del avance ruso. Todavía hay un fuerte debate entre los historiadores sobre si la ciudad era o no un objetivo legítimo. En cualquier caso, sufrió un brutal y exitoso ataque incendiario y quedó arrasada. Se desconoce el número de muertos (mayoritariamente civiles indefensos). Las cifras más optimistas hablan de unos 50.000-100.000, algunos historiadores prefieren subir hasta los 300.000 (más que los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki). El hecho de que muchos historiadores revisionistas y neo-nazis hayan magnificado este bombardeo para atacar a E.E.U.U. e Inglaterra (el Holocausto desde el aire, lo llaman) no ayuda a debatir el tema con tranquilidad. Dresde se ha convertido en un símbolo y los símbolos tiene vida propia al margene del mundo académico.
En cualquier caso, el ataque fue atroz y Vonnegut estuvo allí, sobrevivir a él no fue lo peor, lo peor fue que los alemanes decidieron utilizar a los prisioneros de guerra como mano de obra para encargarse de los miles de cadáveres. Tuvo que ser una experiencia espantosa y a Vonnegut le marcó la vida, después de eso es fácil entender porque nunca tuvo mucha fe en el género humano.
Su carrera si inició con una obra mediocre (“La Pianola” 1952) pero pronto alcanzó el favor del público con libros mucho más logrados como “Madre Noche”, “El desayuno de los campeones” o “Dios la bendiga, Mr. Rosewater”, dentro del mainstream.
Sin embargo, sus libros más famosos fueron auténticas novelas de ciencia ficción como “Las sirenas de Titán”, “Cuna de gato”, o “Matadero 5” (donde relató su experiencia en Dresde).
Son libros muy divertidos pero tremendamente negros y deprimentes. El mensaje final que nos queda es que la vida no tiene sentido, no hay trascendencia posible y todo es una especie de broma cruel del universo. Una idea poco atractiva y dura, especialmente por que asusta pensar que Vonnegut está, quizá, cerca de la verdad, pero que el supo hacer atractiva gracias a su humor chispeante y a su tremenda imaginación.
Descanse en paz Kurt Vonnegut Jr. y ojala que surjan autores tan capaces como tú para disfrute de las próximas generaciones.
Es evidente que en los próximos años veremos como, poco a poco, van desapareciendo un buen puñado de autores clásicos, de aquellos que convirtieron a la ciencia ficción en una poderosa herramienta literaria, y, también, aquellos que amenizaron nuestra juventud y son, en parte, responsables de nuestra devoción hacia este género tan especial. Cosas de la edad y de la vida pero, a pesar de todo, duele, duele ver como esos grandes escritores se van yendo por que, aunque jamás los hayamos conocido en persona, nos son tan queridos o más que muchos de nuestros familiares y amigos.
Vonnegut tuvo siempre una relación de amor-odio con la ciencia ficción, a ratos sintiéndose parte de ella y a ratos renegando de semejante idea. Toda su vida fue un personaje un tanto especial, voluble, pesimista, depresivo e inseguro. En parte los varapalos que le dio la crítica pudieron tener algo que ver en el tema pero, por otro lado, el éxito entre el público debió de darle más de una satisfacción.
Durante muchos años, Vonnegut fue uno de los autores preferidos de la contracultura estadounidense para, más tarde, convertirse en un clásico menor de la literatura estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. Puede que no sea tan conocido ni bueno, a que negarlo, que autores como Truman Capote, John Updike, Norman Mailer o Jack Kerouac, pero su obra es parte consustancial del mismo paisaje espiritual que relataron estos autores. Y, añado yo, escribiendo muy a menudo genuinos libros de ciencia ficción.
Probablemente, el hecho que marcó la vida de Vonnegut y le convirtió en un personaje tan nihilista como misántropo fue su participación en la Segunda Guerra Mundial. Para el hijo de unos emigrantes alemanes tuvo que ser un poco raro encontrarse luchando contra el país de sus padres. Como miembro de la superpotencia que estaba ganando la guerra tampoco debió de parecerle del todo normal el ser hecho prisionero por los nazis a finales de la guerra. Pero, lo más brutal, fue ser testigo del salvaje bombardeo de Dresde por parte de las fuerzas aéreas anglo-norteamericanas.
Por si alguien no conoce este hecho bélico, Dresde fue una ciudad alemana arrasada tras varios días de bombardeo aéreo en 1945, cuando a la guerra le quedaban apenas unos meses para terminar. Dresde apenas había sido atacada durante el conflicto y se había ganado la fama de “lugar seguro”, de ahí que estuviese atestada de refugiados que huían del avance ruso. Todavía hay un fuerte debate entre los historiadores sobre si la ciudad era o no un objetivo legítimo. En cualquier caso, sufrió un brutal y exitoso ataque incendiario y quedó arrasada. Se desconoce el número de muertos (mayoritariamente civiles indefensos). Las cifras más optimistas hablan de unos 50.000-100.000, algunos historiadores prefieren subir hasta los 300.000 (más que los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki). El hecho de que muchos historiadores revisionistas y neo-nazis hayan magnificado este bombardeo para atacar a E.E.U.U. e Inglaterra (el Holocausto desde el aire, lo llaman) no ayuda a debatir el tema con tranquilidad. Dresde se ha convertido en un símbolo y los símbolos tiene vida propia al margene del mundo académico.
En cualquier caso, el ataque fue atroz y Vonnegut estuvo allí, sobrevivir a él no fue lo peor, lo peor fue que los alemanes decidieron utilizar a los prisioneros de guerra como mano de obra para encargarse de los miles de cadáveres. Tuvo que ser una experiencia espantosa y a Vonnegut le marcó la vida, después de eso es fácil entender porque nunca tuvo mucha fe en el género humano.
Su carrera si inició con una obra mediocre (“La Pianola” 1952) pero pronto alcanzó el favor del público con libros mucho más logrados como “Madre Noche”, “El desayuno de los campeones” o “Dios la bendiga, Mr. Rosewater”, dentro del mainstream.
Sin embargo, sus libros más famosos fueron auténticas novelas de ciencia ficción como “Las sirenas de Titán”, “Cuna de gato”, o “Matadero 5” (donde relató su experiencia en Dresde).
Son libros muy divertidos pero tremendamente negros y deprimentes. El mensaje final que nos queda es que la vida no tiene sentido, no hay trascendencia posible y todo es una especie de broma cruel del universo. Una idea poco atractiva y dura, especialmente por que asusta pensar que Vonnegut está, quizá, cerca de la verdad, pero que el supo hacer atractiva gracias a su humor chispeante y a su tremenda imaginación.
Descanse en paz Kurt Vonnegut Jr. y ojala que surjan autores tan capaces como tú para disfrute de las próximas generaciones.
4 Comments:
He leido recientemente Matadero 5, y no lo consideraría un libro de ciencia ficción, al contrario me parece que la usa para burlarse de ella, como Cervantes con las novelas de Caballeria, como aficionado a la ciencia ficción, no acabó de gustarme este enfoque, por parte de un autor que ha escrito ciencia ficción, aunque reconozco que le da un aire muy especial a Matadero 5.
Bueno, Vonnegut siempre fue muy irónico y mantuvo una relación especial con el género, así que no me exraña que sus libros de cf suenen "especiales".
Desconozco de Vonnegut, pero siempre es un placer leer tus referencias literarias.
Saludos.
Al que leer a Vonnegut ya mismo, hombre
:)
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