Cuentos de Wilhelm y Jacob Grimm
Probablemente estemos ante la más famosa colección de cuentos para niños de la historia. Jacob y Wilhelm Grimm (junto a Andersen y Perrault) forman la Santísima Trinidad del cuento infantil clásico aunque, todo hay que decirlo, su obra ha levantado más de una polémica.
Por una parte se les ha acusado de plagio, tanto de Perrault como del auténtico origen de este género “El Pentamerón” de Giambattista Basile (1636). Por otro lado se les ha tachado de crueles hasta la saciedad y bien se ha encargado Walt Disney de corregir (bajo mi punto de vista a peor) muchas de sus historias. Y, finalmente, los mitógrafos y estudiosos de las antiguas tradiciones germánicas les han echado en cara el haber “edulcorado” y modificado una gran tradición oral hoy perdida (uno de ellos dijo: “uno no se sabe si regocijarse por lo que han ayudado a sobrevivir o llorar por lo que dejaron perder”).
En mi modesta opinión todo este es bastante injusto. En cuanto a las acusaciones de plagio, ya puestos Perrault también se basó en Basile que a su vez partía de Bocaccio y su “Decamerón”, sin olvidar aportaciones tan fundamentales como “Los cuentos de Canterbury” de Chaucer o “Las Mil y Una Noches”. En resumen, que casi nadie es original y que la mayoría de los autores basan sus obras en los logros de sus predecesores. Esto, que creo yo que es una regla fundamental de la literatura, es más patente aún en el cuento clásico infantil. Es fácil trazar una línea que vaya de Basile a Perrault y acabe en los Grimm pero, por ejemplo, Brentano en sus “Cuentos italianos” también “copió” a Basile y sirvió de inspiración a Hoffmann, el famosso “La Bella y la Bestia” de Madame de Laprince de Beaumont contaba, igualmente, con una versión anterior y la leyenda de la ondina que elaboró a la perfección de la Motte Fouque sería luego imitada por Morike. En fin, que si vamos a meter a los Grimm en la cárcel me temo que allí se van a encontrar con una magnífica compañía.
En cuanto a la crueldad pues, efectivamente, existe y sería tontería negarlo. Hansel y Gretel son abandonados por sus padres en el bosque por que se mueren de hambre y una bruja malvada desea devorarlos (abuso infantil y canibalismo en un sólo cuento, ni Baker). Las putadas que sus hermanastras le hacen a la Cenicienta son de juzgado de guardia, claro que su padre las permite que tampoco la cosa es moco de pavo. Y lo de Blancanieves para que insistir, varios intentos de asesinato de una pobre niña huérfana, ni El Caso.
Y eso que las versiones ñoñas de Disney han obviado una serie de detalles macabros que harán las delicias de los aficionados al gore. Por ejemplo, en Blancanieves el castigo a la madrastra es meterle los pies es unos zapatos de hierro al rojo; o, en la Cenicienta, las hermanastras, en su afán de colocarse el famoso zapatito no dudan en cortarse una el talón y la otra el dedo gordo con tal de que encaje. Vamos, una lectura no apta para todos los estómagos.
Y, sin embargo, la cosa no es para tanto. Perrault, Madame D’Aulnoy o Basile son mucho más salvajes (especialmente el italiano que fue casi censurado durante el XIX) y la propia época en que los hermansio Grimm escribieron no era precisamente un baile de gala. Al salvajismo de la guerras napoleónicas (30.000 muertos en Borodino en un solo día) habría que sumar hábitos tan edificantes como la tortura y la ejecución públicas de la mayoría de los delincuentes incluso por delitos menores como el hurto. Para un niño de principios del XIX los hechos narrados en estos cuentos evidentemente no le iban a llamar mucho la atención.
Por otro lado, las quejas de los especialistas en mitología pre-cristiana son un tanto exageradas. Recuerdan al chiste del pesimista y el optimista con el vaso medio lleno y medio vacío. Vale, se perdieron cosas pero ¿y las que se salvaron? ¿Qué queda en otros países como España o Inglaterra dónde no existieron figuras como la de los hermanos Grimm? Pues desde luego, bastante menos (eso en sí igual no es malo, a Tolkien le espoleó para escribir “El Señor de los Anillos”, en España seguimos esperando). Y, por favor, la Alemania de 1815 no era la del 815. Habían pasado mil años desde la cristianización así que mucho se había perdido ya de una forma irreversible.
Se podrían contar más cosas de estos cuentos, como que, por ejemplo, fueron compilados por los Grimm con un claro interés político: demostrar que existía una nación alemana algo que, como ya he explicado anteriormente, era típico entre los autores románticos de aquellos años. O las variaciones que existen entre estos cuentos y la mayoría de las versiones que conocemos hoy vía Disney (más o menos aceptables en Blancanieves o La Bella Durmiente y muy pero que muy diferente en la Cenicienta). O también podríamos comentar como el ejemplo de los Grimm empujó a trabajos similares en diversos países escandinavos que llevaron a la recuperación de las Eddas y las Sagas o la re-elaboración del “Kalevala”.
En fin, se podrían contar muchas más cosas de estos humildes cuentos pero creo que es mucho mejor leerlos en cualquiera de las recopilaciones existentes en el mercado (esta de Alianza tiene el aliciente de los dibujos originales de Otto Ubbelohde, el de Rapuncel no tiene precio). Son cortos, son deliciosos y auténticos y hacen que se despierte el niño que llevamos dentro. Ahí es nada.
9 Comments:
La verdad es que has hecho que me entren ganas de leérmelos. ya he encargado el libro.
Ciertamente, el edulcorado made in Disney es horrible. A mí de pequeño me habían explicado la versión más o menos original de muchos cuentos y cuando veía las versiones Disney, me entraba la risa.
Por cierto, ¿realmente nadie en España se ha dedicado a poner por escrito la rica tradición oral de cuentos? Cuesta de creer...
Debo confesar me gustan algunos "made Disney" y se muchos son diferentes a sus versiones originales, ahora tengo oportunidad de pedir el libro y leerlo.
Imprescindible lectura e imprescindible completar su lectura con el "Psiconanálsis de los cuentos de hadas" de Bruno Bettelheim (Lumen)
Es cierto eso que dices de que la versión Disney es demasiado cándida.
La historia de la Bella Durmiente del Bosque, en el cuento de Perrault, va mucho más allá del beso con el que se despierta. En este cuento también se habla de canibalismo.
En una versión de Caperucita Roja, el lobo hace que la chica se coma a su propia abuela. En la versión de Perrault, Caperucita se llega a meter en la cama con el lobo!
Algunos cuentos no son para tan niños.
Si estás interesado en las historias y cuentos que se han escrito sobre Caperucita, te recomiendo el libro "The Trials and Tribulations of Little Red Riding Hood: Versions of the Tale in Sociocultural Context" de Jack Zipes.
Yarhel --> Si que hay recopilaciones de cuentos infantiles españoles pero no de la época de los Grimm por lo que la rica tradición oral que aún pervivía en 1812-15 se perdió y con ello muchos elementos pre-cristianos y pre-romanos que todavía se rastrean en los cuentos. En España el cristtianismo llegó mucho antes que en Alemania así que sus influencias y destrozos han sido mayores.
Erika --> para gustos los colores pero compara y verás como Disney siguió algunos cuentos y se re-inventó otros aunque en casi todos añadió cosas ya que las versiones de los Grimm o Perrault son muy breves.
RM --> el de Bettelheim está en la pila, a ver si un año de estos.
Marijelo --> los cuentos si son para niños pero para niños de antes que estaban menos agilipollados que los de ahora y espabilaban mucho antes en las cosas de la vida.
Me ha servido mucho tu blog para un trabajo que tenia sobre el romanticismo aleman. Muchas gracias,
y por cierto, ¿por qué se llama memorias de un friki tu blog?
Friki (o friqui) españolización del término inglés Freak que según el diccionario Oxford significa (en su tercera acepción) bicho raro. En el dicionario de la RAE ni rastro.
Usualmente se aplica a los aficionados a la ciencia ficción, fantasía y terror que a veces les da por hacer el ganso y disfrazarse en público de personajes de El Señor de los Anillos, Star Trek, La Guerra de las Galaxias o lo que sea.
Personalmente no me he disfrazado en mi vida de nada aunque todo llegará pero me identifico con el palabrejo por dos razones:
1) por que soy aficionado (tímido, eso si) a esos tres géneros.
2) Por que leer hoy en día si que es friki, friki.
Y me alegro que te haya valido para algo util este modesto blog, ahora, si te suspenden no me vengas con reclamaciones que lo que yo sé sobre Romanticismo alemás cabe en un dedal.
Y si te gusta el tema en el futuro encontrarás aquí jugosas entradas sobre Tieck, Hoffmann o Hauff, entre otros.
Iván ya que citas a E.T.A. Hoffman, ¿por dónde me recomiendas que empiece a leer a dicho autor?
Y, por cierto, leer hoy día es de friqui, completamente de acuerdo. Hace unos años comentaba el tema con un editor de libros para niños y me comentaba que los padres aún no se habían dado demasiada cuenta de que los libros infantiles que les compraban a los niños no se los leían y que cuando se diesen cuenta sería su ruina. No sé si la cosa habrá cambiado mucho gracias al fenómeno Harry Potter, pero me temo que no.
En cuanto a los adultos... en fin, ¿para qué van a leer si ya tienen la tele o la consola que les representa un esfuerzo nulo? :(
Yarhel, lo de Hoffmann es fácil pues aunque sea un autor muy importante de la literatura y punto su edición actual en España no deja de ser incompleta, para variar.
La mejor forma de comenzar con él es con los dos tomos de cuentos publicados por Alianza en su colección de bolsillo, se encuentran sin problemas. Lo malo es que no son los cuentos completos si no una antología (ya hablaré más a fondo en una futura entrada) y te quedas con ganas de alguno famosos (como "Cascanueces" que no está).
Si te queda humor hay dos novelas disponibles: "Los elixires del diablo" en Valdemar bolsillo y "Opiniones del gato Murr" en Catedra Letras Universales.
Los elixires en un novelón gótico que a mi me dejó un poco agotado, el del gato aún no me lo he leído pero es el libro más "serio" de este autor.
Y sobre el tema de la lectura ya tuvimos meses ha un debate en este blog y en el de Nacho, mi opinión personal es muy pesimista.
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