Portadas
Una pequeña confesión personal: a mi pareja no le gusta la ciencia ficción ni la fantasía, sólo disculpa un poco el terror y, únicamente, el decimonónico. Cada vez que me ve leyendo “esas cosas” gruñe un poco y me lanza alguna pulla sobre mi capacidad intelectual. De nada sirven mis argumentos sobre las virtudes de cada uno de estos géneros, ella se mantiene firme en su postura y sigue criticando mis gustos literarios con una cierta acidez.
Dicho así parece que mi vida familiar es terrible pero tampoco hay que exagerar, leo más cosas aparte de literatura fantástica y ella me ha dejado por imposible pero, reconozco, que cuando consigo darle gato por liebre siento una pequeña satisfacción personal.
Por ejemplo, si me pregunta por el argumento de “Jonathan Strange y el señor Norrell” respondo que es una especie de novela a lo Jane Austen, con “Escritos fantasmas” de David Mitchell le dije que era un libro sobre la globalización y con “Nunca me abandones” de Kazuo Ishiguro no hizo falta explicar nada, le ecantó “Lo que queda del día”.
Y es que estos libros son fáciles de camuflar, al ser publicados por colecciones generalistas sus portadas son discretas y no desentonan respecto a cualquier otra novela mainstream.
Lo malo es cuando leo algo sacado de una colección de género, ahí la cosa ya está más chunga, con “Las edades de la luz” de McLeod aún coló (“una sobre la lucha obrera en la Inglaterra del XIX”) pero con “Mundos y demonios” ya no hubo forma, normal con el bicharraco y el astronauta armado hasta los dientes de la portada ni el más idiota no se daría cuenta de que eso es ciencia ficción.
Y aquí llega el debate, ¿portadas normales o portadas delatoras? Dejando aparte mis problemas particulares hay que reconocer que la respuesta no es fácil. Se ha defendido la portada neutra como una forma de llegar a todos los públicos, la gente que si ve una nave espacial en el libro no se lo compraría pero que si hay un tulipán sobre fondo azul si que se para a mirarlo.
Minotauro ha defendido de siempre esta línea aunque en los últimos tiempos ha rozado el delirio como en el caso de “El último día de la guerra” de Christopher Priest donde hasta se cambió el título del libro para despistar.
Personalmente siempre me ha parecido una opción un tanto ingenua, por que la gente no compra los libros sólo por las portadas, tiene la manía de leerse las sinopsis que aparecen en la contraportada y ahí, o bien engañas claramente al posible comprador (que también se hace), o bien dices la verdad y a tomar por saco todo el invento.
Además, hace poco, alguien me comentó un doble problema que presenta esta idea y es el efecto rechazo que pueden sentir los lectores fandomíticos más duros (los que sólo leen literatura de género) que buscan sus portadas de naves espaciales y fornidos guerreros y se pueden sentir desconcertados ante una pintura abstracta de Rohkto y, las cosas como son, ese núcleo de lectores son los que al final deciden si un libro va a ser rentable o no.
Claro que reconozco que algunas de las portadas son de sonrojo ajeno. Por que una cosa es dejar claro de que va el libro y otra muy diferente pasarse y volver a la época pulp. Lo siento pero cada vez me siento más incomodo con determinadas portadas llenas de colorines, letras de tipografía “original” e ilustraciones comiqueras más que discutibles. Y, para muestra, los último números de la revista Asimov (que en paz descanse) que me leí de un tirón por mi condición de jurado.
Algunas portadas aún tenían un pase, la típica nave espacial de siempre pero otras eran más inenarrables y esta que pongo a la derecha es, además, la más fea que recuerdo de toda la historia de las publicaciones de libros de ciencia ficción, y después de los desmanes de Nebulae y Martínez Roca el título era difícil de obtener pero tela la portadita.
En fin, que las pullas de mi novia alcanzaron esos días un 9 en la escala de Richter y, por una vez, me sentí con muy pocas fuerzas para defender mis gustos. Menos mal que ya no voy a trabajar en transporte público por que prefiero no imaginarme la cara de algunos compañeros de viaje.
Dicho así parece que mi vida familiar es terrible pero tampoco hay que exagerar, leo más cosas aparte de literatura fantástica y ella me ha dejado por imposible pero, reconozco, que cuando consigo darle gato por liebre siento una pequeña satisfacción personal.
Por ejemplo, si me pregunta por el argumento de “Jonathan Strange y el señor Norrell” respondo que es una especie de novela a lo Jane Austen, con “Escritos fantasmas” de David Mitchell le dije que era un libro sobre la globalización y con “Nunca me abandones” de Kazuo Ishiguro no hizo falta explicar nada, le ecantó “Lo que queda del día”.
Y es que estos libros son fáciles de camuflar, al ser publicados por colecciones generalistas sus portadas son discretas y no desentonan respecto a cualquier otra novela mainstream.
Lo malo es cuando leo algo sacado de una colección de género, ahí la cosa ya está más chunga, con “Las edades de la luz” de McLeod aún coló (“una sobre la lucha obrera en la Inglaterra del XIX”) pero con “Mundos y demonios” ya no hubo forma, normal con el bicharraco y el astronauta armado hasta los dientes de la portada ni el más idiota no se daría cuenta de que eso es ciencia ficción.
Y aquí llega el debate, ¿portadas normales o portadas delatoras? Dejando aparte mis problemas particulares hay que reconocer que la respuesta no es fácil. Se ha defendido la portada neutra como una forma de llegar a todos los públicos, la gente que si ve una nave espacial en el libro no se lo compraría pero que si hay un tulipán sobre fondo azul si que se para a mirarlo.
Minotauro ha defendido de siempre esta línea aunque en los últimos tiempos ha rozado el delirio como en el caso de “El último día de la guerra” de Christopher Priest donde hasta se cambió el título del libro para despistar.
Personalmente siempre me ha parecido una opción un tanto ingenua, por que la gente no compra los libros sólo por las portadas, tiene la manía de leerse las sinopsis que aparecen en la contraportada y ahí, o bien engañas claramente al posible comprador (que también se hace), o bien dices la verdad y a tomar por saco todo el invento.
Además, hace poco, alguien me comentó un doble problema que presenta esta idea y es el efecto rechazo que pueden sentir los lectores fandomíticos más duros (los que sólo leen literatura de género) que buscan sus portadas de naves espaciales y fornidos guerreros y se pueden sentir desconcertados ante una pintura abstracta de Rohkto y, las cosas como son, ese núcleo de lectores son los que al final deciden si un libro va a ser rentable o no.
Claro que reconozco que algunas de las portadas son de sonrojo ajeno. Por que una cosa es dejar claro de que va el libro y otra muy diferente pasarse y volver a la época pulp. Lo siento pero cada vez me siento más incomodo con determinadas portadas llenas de colorines, letras de tipografía “original” e ilustraciones comiqueras más que discutibles. Y, para muestra, los último números de la revista Asimov (que en paz descanse) que me leí de un tirón por mi condición de jurado.
Algunas portadas aún tenían un pase, la típica nave espacial de siempre pero otras eran más inenarrables y esta que pongo a la derecha es, además, la más fea que recuerdo de toda la historia de las publicaciones de libros de ciencia ficción, y después de los desmanes de Nebulae y Martínez Roca el título era difícil de obtener pero tela la portadita.
En fin, que las pullas de mi novia alcanzaron esos días un 9 en la escala de Richter y, por una vez, me sentí con muy pocas fuerzas para defender mis gustos. Menos mal que ya no voy a trabajar en transporte público por que prefiero no imaginarme la cara de algunos compañeros de viaje.
7 Comments:
La solución ha llegado:
http://www.flapart.ca/cms__products.php?catid=1
¡A disfrutar!
Ya que pedir portadas neutras puede ser demasiado para algunos editores de fantástico, cuando menos estaría bien que variaran un poco respecto a la típica cubierta de dibujante. Resulta irónico que tan pocas novelas fantásticas lleven imágenes reales en la portada. Y no es porque falten lugares con aspecto futurista para ilustrar una de CF, o medieval para una de fantasía épica.
Magnífico artículo.
La verdad es que estoy de acuerdo en general pero que nadie nos quite las portadas de Chinchoni... esas si que eran insuperables y pienso que las de dibujante les hacen perder veracidad.
Esto de las portadas es un misterio. "Las puertas de Anubis" se ha vendido con ilustraciones de todo tipo y ya tiene cuatro o cinco ediciones en Gigamesh. Y, sinceramente, la de Corominas con la que se vende ahora es friki total (la de Fonteriz anterior otro tanto de lo mismo). Sin embargo Minotauro intenta vender "Rihla" como una novela histórica y un look neutro... y se come la mitad de la primera edición.
Hay ejemplos para todo.
Personalmente nunca me he rasgado las vestiduras con el aspecto exterior de los libros. Cada editorial tiene todo el derecho del mundo a intentar encontrar la mejor manera de envolver su producto para venderlo. Me alucina lo que leí cuando, por ejemplo, en B decidieron darle un aspecto griego clásico a "Ilión" y la peña se rasgó las vestiduras en plan salvaje. De ahí que la portada de "El último día de la guerra" me de un poco lo mismo... pero no así el cambio de título, que no tiene nada que ver con ese aspecto exterior y que atenta directamente contra el espíritu del libro y la voluntad del autor. "La separación" es un título repleto de matices que condensa y resume todo lo que se puede encontrar en la novela.
Menos mal que ya no voy a trabajar en transporte público por que prefiero no imaginarme la cara de algunos compañeros de viaje
Je! Tú te perdiste la discusión en cyberdark sobre la portada de "El sueño del Rey Rojo" XD
Una de las mejores portadas que he visto en los últimos años es la de "La mujer del viajero del tiempo", en una sola imagen resume la trama del libro, siendo esta imagen muy sencilla y clara, sin ninguna "estridencia". Por cierto, que me imagino que haya ido muy bien la novela ya que está ahora en bolsillo.
Bueno... siempre le puedes decir a tu pareja que como decía la princesa Irulán, "no juzgues nunca un libro por la tapa". Todo irá bien, mientras no te pregunte quién demonios era la princesa Irulán, claro XD
Fidel tiene razón, la portada de "La mujer del viajero del tiempo" es insuperable, otro buen ejemplo es la de "La conjura contra América" de Philip Roth. Pero claro, ambas han sido hechas en coleccions generalistas, no de género. Algunas de las portadas de la Factoria o Bibliopolis son neutras pero cuando aparecen en grandes letras de molde el título del libro o las palabras Ciencia Ficción o Fantasía la cagamos. No sólo es la portada, también el diseño.
Por cierto, que el otro género que usa imagenes comiqueras en sus portadas y letras "originales" es la novela rosa a lo Barbara Cartland, así que eso no dice mucho en nuestro favor.
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