"Relatos de Vampiros"
Esta última primavera fui a la Feria del Libro de Madrid. Hacia unos cuantos años que no frecuentaba tan magno acontecimiento, y no me importó el paseo, fue agradable y descubrí que echaba de menos este divertido sarao centrado en los libros.
Y es que en la Feria del Libro ocurren muchas cosas, algunas muy gratas, como, por ejemplo, que una editorial le haga la gracia a sus clientes de regalarle un libro. Y eso es lo que hacían en la caseta de Ediciones Cátedra. Acudí allí a conseguir “A contrapelo” de J. K. Huysmans y de rebote me llevé un bonito ejemplar titulado “Relatos de vampiros”.
El libro es una monada, pequeñito (menos que una edición de bolsillo), tapa dura, hojas cosidas al lomo, cinta para marcar, papel de calidad, sobrecubierta, portada con un gusto excelente,… y encima gratis.
La fecha de edición es 21 de Octubre de 2010, desconozco si estaba pensado específicamente para la Feria o si era para otra promoción y los que sobraron acabaron en el Retiro. Me da igual, sigue siendo un bonito detalle.
En total aparecen cuatro relatos de vampiros, y, aunque la mayoría son archiconocidos, reconozco que la selección es de diez, tanto en calidad como en originalidad.
El plato fuerte es “La muerte enamorada” de Théophile Gautier, una obra maestra del romanticismo galo y lo mejor que nunca escribió su autor (y escribió muchas cosas buenas). Magnífica ambientación gótica, maravillosa evocación del mundo onírico y, para rematar, la marca de la casa: la necrofilia, obsesión permanente en el Gautier fantástico. Un diez.
El otro gran relato es una conocida hazaña de Sherlock Holmes y el inefable Watson, “La aventura del vampiro de Sussex” de Arthur Conan Doyle. Por supuesto, el vampiro no lo es, menudo es Holmes y, por supuesto, la historia, aunque algo fácil de prever, sigue teniendo su encanto. Incluye una bonita colleja para los cultivadores del pastiche holmesiano versión fantasía lovercraftiana (por ejemplo, los muchos relatos de la antología “Sombras sobre Baker Street”, publicada en La Factoría de Ideas). A lo que iba, comentario de Holmes cuando, en teoría, se las tiene que ver con un vampiro: Pero ¿es qué vamos a tomar en serio ese tipo de cosas? Esta agencia tiene los pies bien plantados en el suelo, y así debe de continuar. Con el mundo real tenemos bastante. No necesitamos fantasmas para nada.
Y no es que Doyle no apreciase el fantástico, es un buen escritor de ciencia ficción, e, incluso, tocó el tema del vampirismo a su manera (en “El parasito”), pero, me temo, era partidario de que cada cosa en su sitio, y lo sobrenatural no era el sitio de Holmes.
“Vampiro” de Emilia Pardo Bazán es un cuento que rezuma retranca gallega, magníficamente ambientado en las penumbras del Noroeste; y socarrón donde los haya aunque la historia que hay detrás no deje de ser espantosa. Una de las muchas maravillas fantásticas de la Bazán.
Cierra el libro “Thanatophobia” de Rubén Darío, breve e irregular pero un perfecto ejemplo del gusto del nicaragüense por el decadentismo francés, la historia podría haber sido firmada sin problemas por Villiers de L’Isle Adam.
En fin, una joyita que guardaré con cariño en mi biblioteca, ya podían tomar nota otros sellos, por lo menos de los grandes.
Y es que en la Feria del Libro ocurren muchas cosas, algunas muy gratas, como, por ejemplo, que una editorial le haga la gracia a sus clientes de regalarle un libro. Y eso es lo que hacían en la caseta de Ediciones Cátedra. Acudí allí a conseguir “A contrapelo” de J. K. Huysmans y de rebote me llevé un bonito ejemplar titulado “Relatos de vampiros”.
El libro es una monada, pequeñito (menos que una edición de bolsillo), tapa dura, hojas cosidas al lomo, cinta para marcar, papel de calidad, sobrecubierta, portada con un gusto excelente,… y encima gratis.
La fecha de edición es 21 de Octubre de 2010, desconozco si estaba pensado específicamente para la Feria o si era para otra promoción y los que sobraron acabaron en el Retiro. Me da igual, sigue siendo un bonito detalle.
En total aparecen cuatro relatos de vampiros, y, aunque la mayoría son archiconocidos, reconozco que la selección es de diez, tanto en calidad como en originalidad.
El plato fuerte es “La muerte enamorada” de Théophile Gautier, una obra maestra del romanticismo galo y lo mejor que nunca escribió su autor (y escribió muchas cosas buenas). Magnífica ambientación gótica, maravillosa evocación del mundo onírico y, para rematar, la marca de la casa: la necrofilia, obsesión permanente en el Gautier fantástico. Un diez.
El otro gran relato es una conocida hazaña de Sherlock Holmes y el inefable Watson, “La aventura del vampiro de Sussex” de Arthur Conan Doyle. Por supuesto, el vampiro no lo es, menudo es Holmes y, por supuesto, la historia, aunque algo fácil de prever, sigue teniendo su encanto. Incluye una bonita colleja para los cultivadores del pastiche holmesiano versión fantasía lovercraftiana (por ejemplo, los muchos relatos de la antología “Sombras sobre Baker Street”, publicada en La Factoría de Ideas). A lo que iba, comentario de Holmes cuando, en teoría, se las tiene que ver con un vampiro: Pero ¿es qué vamos a tomar en serio ese tipo de cosas? Esta agencia tiene los pies bien plantados en el suelo, y así debe de continuar. Con el mundo real tenemos bastante. No necesitamos fantasmas para nada.
Y no es que Doyle no apreciase el fantástico, es un buen escritor de ciencia ficción, e, incluso, tocó el tema del vampirismo a su manera (en “El parasito”), pero, me temo, era partidario de que cada cosa en su sitio, y lo sobrenatural no era el sitio de Holmes.
“Vampiro” de Emilia Pardo Bazán es un cuento que rezuma retranca gallega, magníficamente ambientado en las penumbras del Noroeste; y socarrón donde los haya aunque la historia que hay detrás no deje de ser espantosa. Una de las muchas maravillas fantásticas de la Bazán.
Cierra el libro “Thanatophobia” de Rubén Darío, breve e irregular pero un perfecto ejemplo del gusto del nicaragüense por el decadentismo francés, la historia podría haber sido firmada sin problemas por Villiers de L’Isle Adam.
En fin, una joyita que guardaré con cariño en mi biblioteca, ya podían tomar nota otros sellos, por lo menos de los grandes.
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