martes, julio 06, 2010

"Corazón de Tango" de Elia Barceló


De los autores de ciencia ficción que iniciaron su carrera en los 90 en eso que genéricamente se ha venido a llamar fandom, sólo unos pocos consiguieron escapar del ghetto y propulsarse a otro tipo de terrenos, eso sí, la mayoría tuvo que renunciar a su pasado cienciaficcionero en el camino. Por poner un par de ejemplos, Cesar Mallorquí se dedicó al juvenil, y León Arsenal al Best Seller.
Y, sin embargo, ha sido Elia Barceló la que ha seguido un itinerario más especial y, a la postre, ambicioso. Quizá por su condición de profesora de literatura, quizá por su calidad innata o, sencillamente, por qué se lo pedía el cuerpo, Barceló eligió el camino del Fantástico Literario con mayúsculas, en la estela de clásicos como Hoffmann, Poe o Gautier, de contemporáneas como Pilar Pedraza o Cristina Fernández Cubas, o de maestros como Borges, Cortazar o Calvino. Una elección ambiciosa, desde luego, pero de la que ha salido triunfante con creces y que le ha valido un claro reconocimiento de crítica y público, si que, curiosamente, haya perdido a muchos de sus lectores fandomitas.
Este “Corazón de tango” es un buen ejemplo del magnífico hacer de esta autora. Una novela corta de fantasmas tan evocadora como efectiva, tan bella como despiadada.
Vaya por delante que a mí, personalmente, el baile en general y el tango en particular, me dejan bastante frío y que, a buen seguro, no me hubiese detenido en este librito si no fuera por qué sabía con quien me iba a encontrar. Me apresuro a decir que uno puede ser tan insensible y mostrenco como yo mismo y no por ello dejar de disfrutar con esta obra. El baile, aunque juega un papel fundamental, no es el único eje de la historia.
Y es que “Corazón de tango” es fundamentalmente un relato de amor más grande que la vida y el tiempo (literalmente). En este sentido cumple con una serie de tópicos, digamos, folletinescos: el amor imposible a primera vista, el destino trágico, los afectos contrariados, las casualidades increíbles… Y sin embargo, Barceló consigue hacer creíble una historia mil veces leída y mil veces vista, en parte por una magnífica creación de personajes, y, especialmente, por una maravillosa elaboración de escenarios: ese Buenos Aires de principios del siglo XX descrito de una forma tan minuciosa como nostálgica (¿se puede tener nostalgia de un sitio qué nunca hemos conocido? con libros como este la respuesta es sí, sin duda), y donde se nota que la autora ha hecho muy bien sus deberes ya que la imitación del habla porteña da el pego a la perfección (aunque esto lo dice un español mesetario, quizá habría que preguntarle a un bonoarense de pro al respecto).
Pero, especialmente, la novela remonta más allá del tópico gracia a dos cuestiones donde la valenciana brilla por encima de lo común: el tango como eje vertebrador de lo contado y como metáfora deslumbrante de la pasión de los protagonistas, y la historia de fantasmas que convierte en cruel, hasta un extremo inimaginable, una narración que, aparentemente, se quedaba sólo en lo trágico.
Una novela pues exquisita, que demuestra el buen gusto de su autora y sus editores, 451, uno de esos sellos jóvenes que está teniendo problemas con la maldita crisis y que ha arriesgado fuerte por autores distintos como es el caso de Elia Barceló. De cualquier forma, espero que 451 sobreviva, aunque únicamente sea para poder disfrutar de historias como esta y de más novelas de Elia Barceló, una autora, indudablemente, a seguir.