jueves, enero 29, 2009

John Updike (1932-2009)


Se fue John Updike uno de los más importantes escritores estadounidenses de la segunda mitad del siglo XX. Eterno candidato al Nobel, y considerado como uno de los grandes, en nuestro país no gozó de la popularidad de otros compañeros suyos de generación como Norman Mailer, Don DeLillo o Philip Roth, aunque se le tradujo con regularidad y abundancia. Updike, probablemente, pasará a la historia por la tetralogía de “Conejo”, considerada el retrato más acertado del americano medio. Y es que, nuestro hombre fue, esencialmente, un autor realista casi decimonónico en intenciones y modos, con un afán notorio por retratar la sociedad que le tocó vivir.
Sin embargo, esta es sólo la superficie, Updike fue un autor muy prolífico (sus obras deben de sobrepasar el medio centenar) y tocó numerosos palos. Si bien era contrario a lo que podríamos llamar literatura de género, no es menos cierto que un puñado de sus libros rozan lo fantástico, aunque no podemos olvidar que se trata de obras claramente menores. En ese sentido destacan “La versión de Roger” (1986), sobre un científico que intenta demostrar con la ayuda de ordenadores la existencia de Dios, o “Golpe de estado” (1978) cuyo título lo dice todo y que está ambientado en un país imaginario.
Con todo, al menos tres de sus novelas se pueden encuadrar definitivamente dentro del género fantástico, razón por la cual aparece aquí. La más famosa y conocida, probablemente por su versión cinematográfica, es “La brujas de Eastwick” (1984), una interesante mezcla entre ese costumbrismo que tanto amó y una trama satánica clásica. Pringle la incluye entre sus 100 mejores novelas fantásticas pero otros críticos como Clute señalan que el elemento fantástico es un mero atrezzo opacado por la parte más realista de la historia. En cualquier caso, ha sido un libro de éxito que llevó a Updike a publicar su continuación recientemente (aún inédita en castellano): “Las viudas de Eastwick” (2008) que a la postre se ha convertido en lo último que publicó en vida.
“Brasil” (1994) es una novela peculiar, escrita en clave de realismo mágico, narra la historia de Tristan e Isolda pero no se puede considerar uno de sus mayores logros.
Por último, hay que mencionar su, curiosamente, primera novela: “La feria del asilo” (1959), su única incursión en el campo de la ciencia ficción, Este es un libro peculiar, muy bien escrito y que prefigura los logros futuros de Updike, pero totalmente ajeno a los intereses del aficionado común a la CF. La novela, no muy extensa, narra la vida en un asilo en un futuro cercano a 1959 (o sea, en nuestra época) en el que sus ancianos moradores, ente la senilidad y la obsesión, siguen recreando los mismos comportamientos absurdos que el ser humano ha perpetrado a lo largo de los milenios. Updike no tiene ningún interés en mostrarnos ningún gadget tecnológico, ni ningún gran avance, hay algunos apuntes sociológicos interesantes sobre la humanidad del futuro, mas tolerante que la actual y basada en la mezcla de razas pero, igualmente, aún demasiado humana. En cualquier caso, esto no deja de ser secundario, el interés del autor es otro, retratar las miserias y grandezas humanas al margen de cualquier época. No es raro que en sus siguientes libros se pasase al realismo, era un estilo que encajaba mejor con sus intereses. No creo que “La feria del asilo” sea un libro muy leído entre los aficionados a la ciencia ficción, tampoco es un libro excepcional, pero merece más atención de la que ha recibido, entre otras cosas por que demuestra, una vez más, que la ciencia ficción aún tiene muchos caminos que explorar al margen de los senderos más trillados.
Es curioso que, para ser un autor eminentemente realista, Updike abriese y cerrase su obra con sendos libros fantásticos. Una muestra más de que el reduccionismo aplicado a la literatura es tan banal como inútil. En cualquier caso, descanse en paz Updike y que sus libros sean leídos ahora que su muerte los va a someter a la más dura de las pruebas: el paso del tiempo. Yo me quedo con una de sus novelas más especiales y maravillosas, realista, sí, pero única: “El centauro” (1963), una delicia.

martes, enero 27, 2009

Gustave Flaubert (1821-1880): Autor Fantástico


¿Qué pinta en un blog de literatura fantástica Gustave Flaubert? Es una pregunta legítima que cualquiera que merodeé por aquí puede hacerse. Por que, efectivamente, si vamos a hablar de Flaubert, uno de los mejores escritores de la historia, es casi obligado hablar de sus dos obras maestras “La educación sentimental” y “Madame Bovary”, dos cumbres de la novela realista y psicológica del XIX.
Y, sin embargo, hay otro Flaubert que los críticos han parecido querer ocultar un tanto, en parte por que no es tan impresionante como en su faceta realista, y, me temo, también por que sus otros devaneos no encajan con determinados esquemas. Flaubert es también un magnífico escritor de novela histórica, muy atento al detalle descriptivo y la erudición en la línea de “La novela de la momia” de Gautier. Ahí tenemos “Salambo”, el clásico sobre cartagineses de la misma forma que “Quo Vadis” o “Ben Hur” son clásicos sobre romanos.
Y, y aquí ya entramos en nuestro terreno, también hay un Flaubert fantástico, mal que sorprenda o pese a algunos. Y, ojo, no es un mal autor fantástico aunque sí un poco breve y monotemático. Flaubert inició su carrera como escritor en la década de los 30 del XIX, un momento en que el Romanticismo y Victor Hugo eran las tendencias a seguir. En este sentido, el aprendizaje de Flaubert como escritor es romántico e incluye un puñado de cuentos fantásticos o cercanos que tocan muchos tópicos del género, como la locura (“Bibliomanía”), el entierro prematuro (“Los funerales del doctor Mathurin”), el pacto satánico (“Sueño infernal”), etc. En ellos se nota ya el gusto del autor por la introspección psicológica, el detalle obsesivo, la descripción ajustada de la realidad. Ciertamente, lo fantástico aquí es muy tangencial o totalmente accesorio.
Sin embargo, con el tiempo, Flaubert renegó de estas obras (muchas tardaron en encontrar hueco en sus “Obras completas”) y del Romanticismo, pero no lo hizo, en cambio, de otra de sus pasiones: la fantasía religiosa. Nos encontramos aquí ante obras densas, complejas, auténticos alardes de erudición sobre extrañas sectas cristianas o religiones ya olvidadas. Son trabajos exquisitos, magníficamente escritos, llenos de complejas alegorías y de una imaginación desbordante, plena de imágenes potentes, oníricas y precursoras del surrealismo. No son lecturas fáciles y nada recomendables para los más habituados a la fantasía épica tipo Tolkien o Martin. Pero sí son libros fascinantes y complejos que merecen una lectura atenta y reposada (y un cierto esfuerzo, no voy a negarlo).
El más famoso de estos títulos es “La tentación de San Antonio” (1872), un libro sobre el que la mayoría de los críticos pasan de puntillas entre la perplejidad y el asombro pero que mereció el aplauso de Borges. Curiosamente, algunos de los cuentos iniciales de Flaubert también fueron escritos en esta línea treinta y cinco años antes, es el caso de “Smarh” y del ya citado “Sueño infernal”, igual de crípticos y fascinantes, es posible que más barrocos y primerizos pero llenos de párrafos que hubiesen encajado a la perfección en “La tentación de San Antonio”.
Lo último que Flaubert publicó de forma completa fue uno de sus mejores trabajos: “Tres cuentos” (1873), un librito donde convergen de forma magistral sus tres pasiones en sendos relatos: el realismo en “Un corazón sencillo”, lo histórico en “Herodías” y la fantasía religiosa en “La leyenda de San Julián el hospitalario”.
Probablemente, este último cuento sea su mejor y más asequible obra fantástica, religiosa o no. Escrito con una pasmosa y engañosa sencillez, la portentosa vida de este santo, tan extraña como horrible, parece un sueño vívido, pero sueño a fin de cuentas, lleno de simbolismo que han hecho la delicia de los psicoanalistas y provocado la desesperación en más de un crítico. Una de las mejores, y más extrañas, obras fantásticas francesas del XIX.
Así que, efectivamente, Flaubert fue un escritor también fantástico, aunque, no se puede negar, que sus mejores obras siguen siendo sus esfuerzos realistas y que, seguramente, no habría llegado a la fama sí sólo hubiese escrito ese puñado de lecturas alegóricas, religiosas y románticas. Pero ahí están, para desconcierto de algunos aficionados a la cuadrícula mental.
Una última nota pedantilla, los cuentos de juventud de Flaubert están publicados por Valdemar en El Club Diógenes en un volumen titulado “Cuentos negros y románticos”, una pena que no incluyan alguno más que podría haberse incluido en este apartado como “La danza de la muerte” del que sólo conozco su existencia por referencias, aunque no sé si ha sido publicado en español aparte de en alguno de los volúmenes de sus “Obras completas”. “Tres cuentos” han sido profusamente editados en Valdemar, Alianza, o Cátedra, entre otras. En cambio, de “La tentación de San Antonio”, hay menos donde elegir, la Biblioteca Personal de Jorge Luís Borges (¡una colección de quiosco!) y Siruela en El Ojo Sin Párpado, son las ediciones que he manejado, me imagino que habrá alguna edición más moderna pero dudo que tenga la difusión de, por ejemplo, “Madame Bovary”.

lunes, enero 26, 2009

¿Vuelve el Cuento?

El último número de Babelia está dedicado al cuento como género literario y a su resurgir en los últimos años. Leyéndolo me he llevado alguna sorpresa. Por ejemplo, no sabía que el cuento estuviese en crisis editorial. Sabía que eso ocurría en el mercado de ciencia ficción, donde que un editor publique relatos es casi milagroso. Pero no tenía ni idea que semejante fenómeno también lo sufriese el mainstream. Realmente no lo acabo de entender, con la cantidad de autores importantes que han cimentado su fama en este campo, la lista es inabarcable: Kleist, Poe, Maupassant, Chejov, Borges, Cortazar, Cheever, Carver,…
Dicho esto, parece que el cuento renace de la mano de editoriales pequeñas y jóvenes como Páginas de Espuma, 451 y otras similares, menos timoratas que las “grandes” a la hora de probar con un género que, supuestamente, es veneno para las ventas.
También es curioso que se de la misma justificación sobre por que no gusta el cuento en el mainstream que en la ciencia ficción: la dificultad de entrar en un universo nuevo cada pocas páginas, esfuerzo que en la novela se hace una vez, no diez o veinte, como en una buena antología de relatos. Siempre me ha parecido una sandez de argumento, pero ahí está, perpetuándose más allá del fandom.
En cualquier caso, lo que más me ha gustado de este Babelia es que la defensa del género corto se ha convertido, sutilmente, en una defensa de la literatura fantástica. Esto se ha debido a varias razones, por un lado a que algunos de los que escriben en este suplemento, como Fernádez-Cubas, Savater o Merino son viejos defensores (y practicantes) del fantástico. También ha ayudado el reciente bicentenario de Poe, cuentista magistral (de hecho, el padre del relato moderno) y maestro del terror. Pero, sobre todo, ha sido fundamental el que muchos de los mejores cuentistas de la historia hayan sido también autores fundamentalmente fantásticos. Esta Poe, por supuesto, pero también Hoffmann, Conan Doyle, Le Fanu, M. R. James, Henry James, London, Maupassant, Villiers de L’Isle-Adam, Bierce, Dunsanny, Borges, Cortazar, Calvino, Lovercraft, y no sigo por que no habría espacio.
En fin, que, al final, de defender el cuento ha defender el cuento fantástico por el mismo precio.
Mi único lamento tiene como protagonista a la ciencia ficción. Un género donde el cuento ha sido fundamental, hasta el punto que varios críticos consideren superiores los resultados conseguidos en este campo en comparación con los de la novela.
Y es que hay una pléyade inmensa de geniales cuentistas de ciencia ficción, nombrarlos sería nombrar a casi todos los grandes pero si merece la pena recordar los nombres de unos pocos cuyos relatos fueron siempre mejores que sus novelas, o, sencillamente, nunca escribieron “largo”. Gente como Fredric Brown, Ray Bradbury, Richard Matheson, Robert Sheckley, J. G. Ballard, James Tiptree J.R., Robert Sheckley o Ted Chiang.
Es una pena que, a día de hoy, muy pocos editores de ciencia ficción se hayan dado cuenta de estos cambios en el mercado editorial. Que nadie haya tomado la iniciativa en este terreno que están haciendo otras editoriales igual de pequeñas que las “nuestras”. Manda narices los pocos cuentos que han publicado dos puntales del género como Nova o La Factoría. Igual tirón de orejas se merece Bibliopolis, a priori más valiente (aunque nos ha dado a Chiang, todo hay que decirlo).
En cambio, hay que aplaudir a Gigamesh por la integral de Brown, y la promesa de hacer lo mismo con Matheson y puede que con Sheckley y Ballard.
Tampoco es desdeñable el esfuerzo de Runas, que publica poco pero que se ha atrevido con Visón (un novel) y Resnick. Y, como siempre, la valentía de AJEC que ahí se está lanzando con recopilaciones (enmascaradas, pero recopilaciones a fin de cuentas) de autores patrios como J. E. Álamo, Santi Eximeno o Marc Soto. Ojalá que pronto surgen imitadores de estas intrépidas iniciativas.

jueves, enero 22, 2009

Unas Pequeñas Notas sobre "Genios" de Harold Bloom

He terminado la lectura de “Genios” de Harold Bloom, un libro tan fascinante como agotador. Son cerca de mil páginas y 100 grandes autores y Bloom no resulta muy fácil en ocasiones. Eso sí, este señor me sigue resultando casi hipnótico. Es posible que sus teorías literarias estén demode pero el tío sabe como defenderlas.
La base de su argumentación (idéntica a la de “El canon occidental”), es que el genio literario se basa en la belleza y que esta está totalmente al margen de cualquier explicación basada en el contexto histórico en que fue escrito el libro o en la ideología que este contenga.
Personalmente no tengo muy claro si estoy de acuerdo o no, mi formación es de historiador y, por tanto, me encanta estudiar el ambiente histórico en que un autor crea su obra, pero me reconozco incapaz de debatir con Bloom, un auténtico y abrumador torrente de inteligencia.
Profundizando en su obra he podido comprender algunos de los matices de Bloom presentes en otros libros suyos. Me ha parecido especialmente reveladora la diferencia que marca entre novela y romance. En la primera priman los personajes, en la segunda la ambientación. De ahí que el 90 % de la literatura fantástica, de terror y ciencia ficción se sitúe más en el campo del romance que en el de la novela. Claro está, Bloom no hace ninguna valoración sobre esta clasificación, no indica que una sea mejor que otra, simplemente diferentes aproximaciones al hecho narrativo.
Se puede criticar al americano por ser un tanto caprichoso, ya que agrupa a los autores siguiendo un complejo esquema cabalístico (literalmente) que, personalmente, ni entiendo ni comparto, ya que agrupa en segmentos de cinco a autores tan dispares como Homero y Alejo Carpentier o John Donne y Murasaki Shikibu. Tampoco es de recibo su descarado anglocentrismo que llega a tener tintes chovinistas. Pero siguen siendo detalles que se le perdonan.
Una pena que sólo aparezcan seis autores españoles o que escribieron en nuestra lengua: Cervantes, Lorca, Cernuda, Octavio Paz, Borges y Alejo Carpentier, pero Bloom es así.
En cualquier caso lo traigo aquí, un blog dedicado a la literatura fantástica, por que Bloom es un crítico que alaba este tipo de literatura e incluye entre sus elogios las obras de algunos escritores de ciencia ficción, algo un tanto inusual.
Tres son los autores fantásticos modernos a los que dedica un estudio profundo: Lewis Carroll, Jorge Luis Borges e Italo Calvino. Lo más destacable es su rotunda afirmación de que a día de hoy nadie ha superado en este campo al italiano.
Otros autores que toca tienen una obra fantástica más tangencial. Como es el caso de Nathaniel Hawthorne o Mark Twain. Pero lo que más me ha llamado la atención es que, entre los cientos de disgresiones que salpican el libro, haya elogios encendidos a la obra de John Crowley y Ursula K. LeGuin (para ser exactos a “La mano izquierda de la oscuridad”), igual que rotundos desprecios a Harry Potter y a Edgar Allan Poe (con lo que no puedo estar más en desacuerdo).
En cualquier caso, y a pesar de la dificultad, recomiendo a Bloom. Es un reto que merece la pena afrontar, se esté o no de acuerdo con él.

lunes, enero 19, 2009

In Memorian: Edgar Allan Poe (1809-1849)

Esto es únicamente un pequeño homenaje a uno de los mayores autores de literatura fantástica de la historia. Antes que él hubo unos cuentos, y después de él legión, pero nadie ha conseguido nunca la maestría que Edgar Allan Poe alcanzó en un puñado de cuentos realmente inmejorables.
Con ustedes unos pocos versos de su poema más famoso: "El cuervo".

¡Y aun el cuervo inmóvil!, fijo, sigue fijo en la escultura,
sobre el busto que ornamenta de mi puerta la moldura....
y sus ojos son los ojos de un demonio que, durmiendo,
las visiones ve del mal;
y la luz sobre él cayendo, sobre el suelo flota..., nunca
se alzará..., nunca jamás!

miércoles, enero 14, 2009

Dejad Tranquila a la Pobre CF

"Un día Philip K. Dick, el novelista que mejor entendió el disparatado territorio de la ciencia ficción, acertó al decir que toda tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia"

Antonio Lucas en el diario "El Mundo" hoy. Vale, estamos con que Dick mola y hasta el cenutrio más cenutrio con un poquitillo de culturilla empieza a saber usar su nombre unido al término Ciencia Ficción. Pero, dejando aparte ese innecesario adjetivo (disparatado) al lado de ciencia ficción, no estaría mal que alguien le recordase a Lucas que esa famosa cita sobre la ciencia y la magia no es del bueno de Philip K. si no de un tal Arthur C., para más señas Clarke de apellido, un personajillo que únicamente escribió un par de libritos como "Cita con Rama", o "El fin de la infancia" y fue responsable del guión de "2001". Un tipo que, para más inri, murió el año pasado.
En fin, una muestra más de la incultura habitual de muchos periodistas (afortunadamente no de todos pero, insisto, sí de muchos) que no suelen tener ni pajolera idea de la mitad de las cosas sobre las que escriben y, ya puestos, que comparten su ignorancia con sus jefes que, en teoría, deben de revisar sus artículos.
Y todo para darse pisto demostrando lo listo (o tonto) que es uno, que eso de citar queda fetén, por que el artículo de marras va sobre la digitalización de algunos cuadros del Museo del Prado recientemente colgada en la red, que es cierto que impresiona un rato, pero que tampoco me parece el colmo de la "magia" o la ciencia.
Los periodistas son así, meten el cuezo con alegría, nunca rectifican y convierten en hipérbole grandiosa cualquier cosa que tocan. Nunca hay pequeños descubrimientos o modestos avances todo debe de ser la pera limonera.
Lo malo es que esa incultura se une a un cierto menosprecio al concepto de ciencia ficción como género literario culto, por mucho que Houellebecq, McCarthy o Ishiguro anden por esos territorios. Y como muestra, repito, ahí esta ese bonito "disparatado" al lado de ciencia ficción.
Claro que las cosas pueden ser aún más tremenda, el amigo Kaplan se quejó en su blog hace unos días de los errores en los obituarios del bueno de Forry Ackerman, al que se le atribuía erroneamente la creación del término ciencia ficción (obra de Hugo Gernsbanck, Ackerman inventó el término sci-fi para hablar de la mierda que a veces cuelan en Hollywood y la TV como CF). Bueno, pues unos cuantos días después de leer el blog de Kaplan, Javier Memba metió la pata hasta el fondo al repetir la misma sandez en una necrológica tardía también en "El Mundo". Y hablamos de un divulgador de un cierto nivel, con varios libros sobre literatura y cine cercanos a este género.
Pero el colmo lo encontramos en un ejemplar de "El Cultural" (suplemento del "El Mundo") a finales de año, todo un Sánchez Ron, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y el principal experto en nuestro país en historia y filosofía de la ciencia, senaló como hito científico del año la creación de forma artificial de una bacteria muy sencilla cuyo código génetico había sido secuenciado hacía poco.
¿Adivinan como empezó Ron su comentario? Sí, efectivamente, con un frase del tipo "lo que la ciencia ficción nunca se atrevió a soñar".
En fin, por no ponerme tedioso ni pedante, sólo comentaré dos libros de ciencia ficción en los que se "crea vida" y se juega con la manipulación genética, son un poco antiguos pero me imagino que hasta Ron debe de conocerlos: "Frankenstein" de Mary Shelley (1818) y "El alimento de los dioses" de H. G. Wells (1904). Claro, hombre, la ciencia ficción nunca soñó esas cosas tan originales.

jueves, enero 08, 2009

El Fiasco Dick-Minotauro: una Modesta Proposición

Muchos dirán que llego tarde, pero mi objetivo no es tanto denunciar un escándalo, camino de su caducidad como noticia, como proponer alguna pequeña solución. Me imagino que todo el mundo lo sabrá pero, de cualquier forma, haré un breve resumen. Cuando Minotauro cambió de manos y pasó a formar parte del grupo Planeta, uno de los muchos proyectos que quedó en el aire fue la continuación de la publicación de los cuentos completos de Dick. Muchos viejos aficionados, entre los que me encuentro, teníamos los tres primeros volúmenes de la edición de Martínez Roca y, realmente, esperabamso como agua de mayo los tomos IV y V, inéditos en nuestro idioma. Ya era mala suerte que Minotauro sólo hubiera publicado, precisamente eso tres primeros tomos, pero, contra todo pronóstico (yo personalmente era pesimista), la nueva Minotauro siguió con el proyecto y acabó sacando los tan ansiados libros (el V hace unos meses).
¿Final feliz? Pues no, nuestro gozo en un pozo. En el tomo V debería haber aparecido el cuento "We can remember it for you wholesale", publicado en 1966 en The Magazine of Fantasy and Science Fiction, pero dicho cuento no aparece, lo que desvirtua totalmente la edición de Minotauro, máxime si tenemos en cuenta que estamos ante uno de los relatos más importantes y famosos de Dick. Todo esto ya fue desvelado en su momento por Juan Carlos Planells (el mayor experto en Dick de nuestro país) y aireado en muchos foros y blogs más seguidos que el mío. La explicación oficial a este fiasco no deja de ser peregrina. Minotauro alega que el cuento se les traspapeló por que en las nuevas ediciones estadounidenses de la obra pasó del tomo V al II. Eso sí, prometen colocarlo en las nuevas ediciones que hagan de dicho tomo II.
En el fondo todo no deja de ser un desvario. Queda por ver que un producto tan minoritario (cuentos de ciencia fición,por mucho que sean de Dick) tenga más de una edición. Y aún en el caso hipotético que esto ocurra, como alguien dijo, ¿qué pasa con los compradores de los cinco tomos tal cual están? De los que, como es mi caso, tenemos el tomo dos en la versión de Martínez Roca, mejor ni hablamos.
Obviando que, cuando me pongo paranoico, todo me suena a venganza de Minotauro contra aquellos que nos compramos los libros de Martínez Roca, y dejando al margen los llamamientos al boicot (más que nada, por que con la actual y errática política editorial de este sello se boicotean ellos solos), se me ocurre una posible y no cruenta solución al entuerto: hacerse con alguno de los libros que incluyen este cuento de Dick. Vale, es cierto que todos están descatalogados, pero no son difíciles de conseguir (algunos) y es la mejor solución ante, repito, la más que improbable re-edición de los tomos II o V modificados (y que estemos dispuesto a gastarnos de nuevo el dinero). Estos son los libros donde aparece el relato en cuestión:
"Minority Report y otras historias" Ediciones B 2002 (se saldó barato hace relativamente poco)
"Minority Report" Círculo de Lectores 2002
Revista Blade Runner Magazine 1 1990
"La máquina preservadora" Edhasa Colección Nebulae 2º época (dos ediciones en 1978 y 1989, más otra en Sudamericana)
"Ciencia Ficción. Selección Cuatro" Bruguera (dos ediciones al menos, 1971 y 1976)
Revista Nueva Dimensión 87 1977
"Cuentos de ciencia ficción" Alfaguara 1997, reeditado como "Los mejores relatos de ciencia ficción" en 1998.

De todas ellas, la mejor traducción es, probablemente, la de Carlos Gardini para Círculo de Lectores y Ediciones B, también, igualmente, la más fácil de conseguir junto con la de Bruguera.
Como nota un tanto pedante, es curioso ver las variaciones que ha tenido la traducción del título de este cuento, realmente, complejo de trasladar al español: Gardini eligió "Podemos recordarlo por usted al por mayor" pero otros traductores han elegido: "Podemos recordarlo todo para usted", "Recuerdos al por mayor", "Usted lo recordará perfectamente", "Podemos recordarlo todo por usted", y "Lo recordamos por usted perfectamente". Curioso.
En fin, buena caza y que aproveche.