viernes, abril 27, 2007

Dick Inédito

Resulta que el 2007 es el 25 aniversario de Philip K. Dick y, de rebote, de “Blade Runner”, nada menos. Y dicho esto, me apresuro a decir que a mi esto de las efemérides me parece un camelo y un mero invento de marketing de las editoriales para tener excusa y vender libros a los desprevenidos. Con eso de que vale para celebrar cualquier aniversario acabado en 0 y 5, sea de nacimiento, muerte o publicación de obra notable es raro que no haya un año en que a los más espabilados entre los editores (y con la prensa haciendo la ola) no se le ocurra una docena de acontecimientos que celebrar.
Claro que, Dick es Dick, el escritor que me enseñó que la ciencia ficción no era un género del que avergonzarse si no con tremendas posibilidades, así que hagámosle un pequeño homenaje, la famosa excepción de la regla, y hablemos de su obra inédita, por ejemplo.
Lo más curioso de Philip K. Dick es que, a día de hoy, se ha convertido en el escritor de ciencia ficción más famoso y reconocido del mundo, tanto por público entendido, gran público, crítica sesuda, crítica friki (Barceló aparte) o Hollywood. Curioso esto de los autores de fama, en mis años mozos la palma se la llevaba Asimov y Clarke, el británico aún da guerra (más que nada por que está vivo) pero “el buen doctor” se está disolviendo en el imaginario colectivo a velocidades sorprendentes.
Esta fama (que viene de muy atrás) es lo que ha propiciado que el 90 % de la producción dickiana de ciencia ficción este disponible para el lector hispano (de Asimov hay cifras parecidas, por volver al ejemplo, pero fue morirse y quedar inédita su última antología de cuentos “Gold” ¿Por qué Plaza & Janés su editor habitual no le hincó el diente? Misterios de la ciencia ficción nacional que tiene unos cuantos). Queda muy poco por traducir, y, sinceramente, tampoco lo que queda es muy atractivo.
La última incorporación ha sido “La pistola de rayos” en Gigamesh (y si alguien quiere saber lo que opino que lea mi crítica en C) pero aún quedan algunas cositas esperando que alguien se lance. De sus 38 novelas de ciencia ficción sólo quedan cinco inéditas (y aún esto sería discutible):
  • “Dr. Futurity” (1960)
  • “Vulcan´s hammer” (1960)
  • “The crack in the space” (1966)
  • “The unteleported man” (1966)
  • “The Ganymedes takeover” (en colaboración con Ray Nelson, 1967)
Como todo en Dick, la lista es un poco engañosa. Por ejemplo, de “Vulcan´s hammer” existe la versión inicial en relato, obviamente más corta, “El martillo de Vulcano”, de “The crak in the space” hay una parte que apareció como relato independiente y que también está traducido al español (“Cantata 140”).
Otros dos libros presentan también problemas. “The Ganymedes takeover” es una novela juvenil escrita en colaboración con el muy desconocido Ray Nelson, no parece algo muy atractivo en sí, ya que la otra colaboración de Dick (nada menos que con el gran Roger Zelazny), “Deus Irae”, fue un fiasco. En cuanto a “The unteleported man”, en el 2004 se editó la versión integra del libro (originalmente mutilado por la editorial y el propio Dick por cuestiones de espacio) titulado “Lies, Inc.” Lo malo es que en el estudio que realiza sobre la obra dickiana Aaron Barlow (“¿Cuánto te asusta el caos?”) queda claro que hay enormes variaciones entre las dos versiones.
Quedaría únicamente como no conflictivo “Dr. Futurity” pero presenta el dudoso honor de tener la fama de ser el peor libro de Dick.
En fin, un lío que no sé muy bien como lo van a encarar los editores patrios. Lo más seguro que tirando por la calle de en medio y dejando estos cinco inéditos como tales aunque si las cosas fuesen de otra manera puede que “Lies, Inc.” fuese el candidato más interesante.
Más grave es lo que ocurre con la obra corta de Dick. Existe una recopilación en cinco tomos de sus cuentos completos (aunque realmente no lo son, faltan algunos que fueron ampliados a posteriori para realizar, como los ya citados “Cantata 140” o “El martillo de Vulcano” que se pueden encontrar traducidos en otras antologías, vamos, un lío muy dickiano). Lo malo es que de esos cinco tomos los dos últimos siguen inéditos: “The days of Perky Pat” y “The litle black box”. Y digo que es lo más grave por que aquí si que hay todavía muchas piezas valiosas para el friki de Dick que habita en nosotros. Martínez Roca inició la publicación original pero murió en el tomo tres, Minotauro ha retomado la edición y se ha parado de nuevo en el tomo tres, se comenta que en el 2008 y 2009 saldrán los dos tomos que faltan, ojalá sea cierto pero Minotauro también prometió (antes de su venta a Planeta) publicar todas las novelas de Dick y aún estamos esperando.
Ahora bien, el hecho de que 33 novelas de Dick estén disponibles en español no significa que realmente se puedan adquirir con facilidad. La gran mayoría de los libros de Dick están agotados, son caros de conseguir (30 euros no es una cifra rara en este mundillo) o es imposible dar con ellos. A día de hoy, el fan puede encontrar los siguientes:
  • “Lotería solar”
  • “El hombre en el castillo”
  • “La penúltima verdad”
  • “Tiempo de Marte”
  • “Los tres estigmas de Palmer Eldrich”
  • “¿Sueñan los androides con ovejas electrónicas?”
  • “Ubik”
  • “Una mirada a la oscuridad”
  • “Valis”
  • “La invasión divina”
  • “Simulacra”
  • “Los clanes de la luna alfana”
  • “La pistola de rayos”
  • “Nuestros amigos de Frolik 8”
A los que habría que añadir los tres tomos de cuentos antes mencionados:
  • “Aquí yace el wub”
  • “La segunda variedad”
  • “El padre cosa”

En total 14 novelas y tres antologías. Menos de la mitad, y aunque hay títulos muy destacados (y otros más dudosos, como los 4 o 5 últimos), también hay otros importantísimos que están durmiendo el sueño de los justos:
  • “Ojo en el cielo”
  • “Tiempo desarticulado”
  • “Dr. Bloodmoney”
  • “El laberinto de la muerte”
  • “Fluyan mis lagrimas, dijo el policía”
  • “La transmigración de Timothy Archer”
Algunas editoriales han prometido seguir publicando a Dick (Minotauro, Gigamesh, Edhasa, La Factoría de Ideas), pero, sinceramente, soy escéptico con sus promesas. Con que Minotauro sacase los dos tomos inéditos de cuentos me daría con un canto en los dientes (si, lo sé, soy un poco egoísta, tengo todo lo demás).
Más triste es el gran número de títulos inencontrables pero también ilegibles, algunos de los libros de Dick menos conocidos fueron publicados por viejas colecciones de ciencia ficción como Cénit, Vértice o Intersea. A día de hoy leerlos es un suplicio y no veo que nadie se esté plantando nuevas traducciones. Con el sambenito de que son obras menores y olvidadas siguen en el baúl de los recuerdos u obligan al dickiano de pro a hacer auténticos esfuerzos lectores, hablo de libros como:
  • “El tiempo doblado”
  • “Planetas morales”
  • “Muñecos cósmicos”
  • “Gestarescala”
Otra cuestión es la obra mainstream de Dick, está ha tenido mucha peor suerte, sólo tres de estas novelas han aparecido en español:
  • “Confesiones de un artista de mierda”
  • “Ir tirando”
  • “Mary y el gigante”
Las tres están agotadas, como no, y la última, además, se publicó en México, así que encontrarla en España roza lo milagroso. Quedan inéditas:
  • “The man whose teeth were all exactly alike”
  • “In Milton Lumky territory”
  • “Humpty Dumpty in Oakland”
  • “The broken bubble”
  • “Gather yourselves together”
Bibliopolis ha comprador los derechos y promete publicarlas todas al español, ceo que va a empezar el esfuerzo por las desconocidas. Veremos la suerte de este proyecto.
En cualquier caso, este farragoso repaso por Dick y su obra me sirve para una breve y sentida reflexión. Si su obra, la del más famoso y conocido autor de ciencia ficción, está en estas condiciones ¿Se imagina alguien como estará la de otros muchos escritores tan buenos como él pero mucho menos conocidos? Si alguien quiere saberlo que teclee en la página del ISBN del Ministerio de Cultura Robert Silverberg, Harlan Ellison o Ursula K. Leguin. Eso sí, luego llorará amargamente, queda hecho el aviso.

jueves, abril 26, 2007

Ómicron

Cuando una editorial inicia su andadura en el proceloso mar de la literatura de género fantástico en nuestro país hay que andarse con pies de plomo. No sé muy bien que tendrá este mercado pero hay que reconocer que lo carga el diablo, la lista de editoriales y colecciones fenecidas es más larga que el historial delictivo de un skin head y, en ocasiones, se produce una extinción masiva que ríete de la de los dinosaurios.
Y las cosas pintan chungas cuando, además, a día de hoy nos topamos con un mercado pelín sobredimensionado y con una serie de colecciones que, cada cual a su modo, se han buscado un hueco bajo el sol. Hacer mella en este hueso no es nada fácil, el darwinismo más duro impera y hay que tener mil ojos para no caerse con todo el equipo. Y, ante este panorama, ha hecho aparición Ómicron, la más joven de nuestras colecciones y, todo hay que decirlo, las cosas no le han ido muy bien.
Hay que reconocer que sus intenciones han sido encomiables, por ejemplo, en un mundillo donde aún campan demasiados aficionados, la presentación de sus libros es impecable, indistinguibles de un producto de calidad e, incluso, con detalles de buen gusto.
Eso si, cometen un primer fallo con el precio, los libros son un poco más caros que los de sus competidores y muchos de ellos sobrepasan la frontera de los 20 euros o cuestan demasiado para lo delgaditos que son (caso de las obras de Haldeman y Willis, poco más que novelas cortas).
Con todo, el buen aficionado podría haberles perdonado todo esto si hubiese encontrado en su colección libros atractivos a los que hincar el diente y, me temo, en este sentido los jefes de Ómicron no han estado muy espabilados.
Empezaron con dos títulos de postín, sendas obras de Willis y Haldeman (“Infiltrado” y “Camuflaje”), dos autores muy queridos en España y, además, con premios gordos en su haber. En fin, un valor seguro. Pues nasti de plasti. A decir de los que las han leído son de los más flojo y peor de ambos autores y, como ya he mencionado, a un precio abusivo para el número de hojas que contiene cada volumen.
Pero, los siguientes pasos tampoco es que hayan sido muy brillantes, ahora han empezado con libros tochos de verdad (algunos muy tochos) pero también discutibles. “Starpelx” de Sawyer puede que sea otra obra segura, una space opera (a los fans les mola) de un autor consolidado, otra cosa es que Sawyer sea famoso por ser uno de los tipos más endebles que ha dado el género en los últimos años (y que encima imita descaradamente en el libro el universo trekkie, lo que no sé si es bueno o malo pero que no me suena bien).
Para rematar la faena aparece después “Operación Proteo” de James P. Hogan un autor desconocido, cuyo único libro previo publicado en España (“Herederos de las estrellas”) pasó sin pena ni gloria. Y el libro es un monstruo de más de 500 páginas y 23 eurazos que, siendo piadosos, podemos de calificar de best seller veraniego. En fin, un inicio bastante malo y que puede que ponga en peligro todo el proyecto.
Menos mal que parece que han reaccionado, los siguientes títulos en salir son mucho más apetecibles y parecen demostrar que la editorial ha enderezado el rumbo. “El hacker y las hormigas. Versión 2.0” de Rudy Rucker es uno de esos títulos míticos que se llevaba tiempo esperando. “La parábola del sembrador” de Octavia Butler también pinta de maravilla, tiene muy buenas críticas y es la obra maestra de una autora que dejó un buen sabor de boca con su trilogía de “Xenogenesis”. También promete el libro de un inédito en nuestro país, “Una princesa de Roumania” de Paul Park, personalmente me hubiese gustado más la traducción de sus “Coelestis” que despierta mi curiosidad desde hace tiempo, pero vamos a darle el beneficio de la duda. Y parece que aparecerá lo último de un autor que tampoco a funcionado del todo mal (aunque las críticas están divididas): “Spin” de Robert C. Wilson.
En fin, que parece que Ómicron levanta cabeza después de un principio un tanto dudoso. Esperemos que estos primeros títulos de difícil éxito no les echen para atrás, a fin de cuentas La Factoría de Ideas (aquellos Sawyer del principio) o Biliopolis (¿Quién se acuerda de “Los ladrones de cuerpos” y aquellas cosas raras de Watson y Roberts?) también tuvieron inicios cuestionables y ahí están. Y, ya se sabe, cuantas más colecciones mejor, más donde elegir, y eso es lo que más le gusta a todo buen friki.

miércoles, abril 25, 2007

Un Experimento Pedagógico (3): La Ciudad de las Bestias de Isabel Allende

Para la segunda evaluación, mi amigo eligió “La Ciudad de las Bestias” de Isabel Allende y ante esto me encuentro con un escollo personal. Me explico. Allende nunca ha sido una autora de mi gusto, y, que me perdonen sus muchos fans (una vez, en cierto foro, por defender muchas de las cosas que voy a decir ahora un compatriota suyo casi me corta el cuello), siempre la he considerado una autora de segunda o tercera fila. Me adentré en su lectura por esas tonterías que uno hace con 17 años, había una chica que me gustaba y para poder tener algo de que hablar con ella me puse a leer todo lo que ella leía. Algunas cosas buenas saqué en limpio, descubrí a Stendhal y “Rojo y Negro” pero también hubo sus cosas malas, tuve que leer a Isabelita, y, encima, aparentar que me encantaba (moraleja de la historia, no merece la pena hacer semejantes estupideces, de hecho no me comí una rosca con la susodicha que, lista ella, me cogió el truco rapidito).
Eso si, le reconozco a la señora Allende un libro decente y que está por encima de la media (aunque sé que estoy en franca minoría), “De Amor y de Sombra”, una eficaz y bonita historia romántica con la dictadura de Pinochet de fondo. La obra que le dio fama, “La Casa de los Espíritus” siempre me ha parecido un “Cien Años de Soledad” light, la “traducción” para aquellos que no pudieron con el original. Y “Eva Luna” y los “Cuentos de Eva Luna” malos con avaricia (algún cuento podría medio salvarse, pero poquitos). Ahí me canse de la doña y hasta hoy, así que si alguno de sus libros posteriores es la releche, me lo he perdido por mis prejuicios, ¡Qué le vamos a hacer! (en cualquier caso soy escéptico, su último trabajo es la novelización de las películas de “El Zorro”, ahí es nada).
Por tanto, leerme “La Ciudad de las Bestias” me daba un poco de cosa, a saber que había hecho esta buena señora con una supuesta historia para jóvenes que alguien había calificado de “el Harry Potter hispano”.
Bueno, al final no fue para tanto, el libro es mediocre (y bastante lejos del amigo Potter) pero también es verdad que resulta mejor de lo que me esperaba. Allende se marca una historia de adolescente malcriado y caprichosos occidental (un prototipo de todo buen quinceañero del mundo rico), aunque le da un saludable toque de realismo al marcar como origen de su rebeldía el cáncer que sufre su madre (un rasgo de realismo cruel poco habitual en los libros para jóvenes).
Como su padre ya no aguanta la tarea de cuidar a tres críos y una madre comatosa le manda con su abuela que es una especie de Indiana Jones en femenino, sesentona y con mucha mala leche. De nuevo un arquetipo, la abuelita dura como el pedernal pero tierna en el fondo que decide “arreglar” la educación de su nietecito por las bravas (a ratos me recuerda a uno de esos sabelotodos de Heinlein).
Lo que ya me parece más discutible es que la susodicha anciana se lleve al niño de excursión por una de las regiones más remotas de la Amazonía es busca de una bestia mítica (la abuela es periodista de algo parecido a “National Geographic”) que tiene la costumbre de destripar personas, para rematar la faena el chaval se acaba de meter en un embolado de narices con una tribu de indios un poco guerreros y que aún no ha entrado en contacto con el hombre blanco y las mafias y paramilitares de turno que explotan la selva de forma salvaje y no se caracterizan por sus buenos modales.
En este follón, que es la base de las aventuras del libro, es donde la realidad se descompone y la novela se torna poco creíble, es muy dudoso que ningún padre por muy liado que esté se le ocurra mandar a su hijito del alma ha semejante fregado donde lo más normal es que no vuelve entero.
Pero bueno, susbsanado ese pequeño lapsus (más que nada para que haya libro), Allende consigue montar una trama medio decente y, a ratos, hasta interesante. Cae de lleno en todos los tópicos posibles: antropólogos vanidosos que no tienen ni idea de cómo es un indio de verdad, malos más malos que la sarna, buenos de una bondad impoluta, niños capaces de las hazañas más inverosímiles, mensaje buenrrollista criticando la destrucción del Amazonas y el exterminio de las tribus indígenas, el buen salvaje que posee una sabiduría que el hombre blanco no tiene, final feliz, etc, etc.
Vale, es un libro para gente de 12-14 años, y a la mayoría de ellos no les sonará como a un lector adulto pero no es menos cierto que otros autores hacen lo mismo (Sepúlveda y su gaviota, sin ir más lejos) y no se les ve tanto el cartón.
Además, Allende peca de un estilo en ocasiones un poco cargante. Cuando se encuentra con algún nudo de la trama elige el modo discursivo, en el peor estilo de narrador omniscente decimonónico, para explicar que ha pasado y por que y eso genera una lectura tediosa, torpe y un tanto tosca, da la sensación, en muchos casos, de ser un libro poco trabajado, al que un par de reescrituras a fondo no le vendrían mal.
Lo peor es que, en ocasiones, suena demasiado al gran clásico de aventuras fantásticas en la Amazonía, “El mundo perdido” de Arthur Conan Doyle y ya se sabe lo que pasa con eso de las comparaciones.
Por supuesto, también tiene sus cosas buenas, los elementos fantásticos de la trama (la bestia asesina, el interior de los tepui, la magia del chaman bueno, una especie de Gandalf selvático muy bien trazado) están hechos con gracia e interés y encajan de una forma natural en la historia, y no son elementos decorativos puestos para epatar si no parte fundamental del libro sin el cual este no podría funcionar. Y tampoco hay que olvidar que la autora chilena se esfuerza en lograr un par de sorpresas con algún personaje que pueden llegar a pillar a contrapié a más de un lector avezado.
A pesar de todo me gustó más el libro de Sepúlveda, si bien no parece que mi opinión sea generalizada, puede que Sepúlveda haya vendido un montón de ejemplares de su gaviota pero Allende no le va a la zaga y ha convertido “La ciudad de las bestias” en el inicio de una rentable trilogía (de hecho, su segunda parte, “El Reino del Dragón de Oro” es la lectura para la tercera evaluación).
En cuanto a la reacción de los alumnos, a mi, personalmente, me ha sorprendido, apenas se ha movido un milímetro de la primera evaluación. Se podía temer que al encontrarse con un libro más largo y complejo que el primero (que apenas era poco más que un cuento de hadas) hubiera habido algún renuncio pero los chavales han reaccionado igual que al principio, un ejemplo de como a veces los profesores podemos subestimar a nuestros chicos. Pero, también, la constatación de un pequeño fracaso, los chavales que ya leían lo siguen haciendo y los que no siguen negándose a caer en tan nefando vicio. Puede que aún sea pronto para sacar ideas de estos resultados, aunque a mi se me ocurren ya unas cuantas, voy a esperar al final de curso para comentar el siguiente y último libro antes de exponer mis conclusiones.

domingo, abril 15, 2007

Kurt Vonnegut Jr. (1922-2007)

Murió otro de los grandes, Kurt Vonnegut Jr. nos ha dejado.
Es evidente que en los próximos años veremos como, poco a poco, van desapareciendo un buen puñado de autores clásicos, de aquellos que convirtieron a la ciencia ficción en una poderosa herramienta literaria, y, también, aquellos que amenizaron nuestra juventud y son, en parte, responsables de nuestra devoción hacia este género tan especial. Cosas de la edad y de la vida pero, a pesar de todo, duele, duele ver como esos grandes escritores se van yendo por que, aunque jamás los hayamos conocido en persona, nos son tan queridos o más que muchos de nuestros familiares y amigos.
Vonnegut tuvo siempre una relación de amor-odio con la ciencia ficción, a ratos sintiéndose parte de ella y a ratos renegando de semejante idea. Toda su vida fue un personaje un tanto especial, voluble, pesimista, depresivo e inseguro. En parte los varapalos que le dio la crítica pudieron tener algo que ver en el tema pero, por otro lado, el éxito entre el público debió de darle más de una satisfacción.
Durante muchos años, Vonnegut fue uno de los autores preferidos de la contracultura estadounidense para, más tarde, convertirse en un clásico menor de la literatura estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. Puede que no sea tan conocido ni bueno, a que negarlo, que autores como Truman Capote, John Updike, Norman Mailer o Jack Kerouac, pero su obra es parte consustancial del mismo paisaje espiritual que relataron estos autores. Y, añado yo, escribiendo muy a menudo genuinos libros de ciencia ficción.
Probablemente, el hecho que marcó la vida de Vonnegut y le convirtió en un personaje tan nihilista como misántropo fue su participación en la Segunda Guerra Mundial. Para el hijo de unos emigrantes alemanes tuvo que ser un poco raro encontrarse luchando contra el país de sus padres. Como miembro de la superpotencia que estaba ganando la guerra tampoco debió de parecerle del todo normal el ser hecho prisionero por los nazis a finales de la guerra. Pero, lo más brutal, fue ser testigo del salvaje bombardeo de Dresde por parte de las fuerzas aéreas anglo-norteamericanas.
Por si alguien no conoce este hecho bélico, Dresde fue una ciudad alemana arrasada tras varios días de bombardeo aéreo en 1945, cuando a la guerra le quedaban apenas unos meses para terminar. Dresde apenas había sido atacada durante el conflicto y se había ganado la fama de “lugar seguro”, de ahí que estuviese atestada de refugiados que huían del avance ruso. Todavía hay un fuerte debate entre los historiadores sobre si la ciudad era o no un objetivo legítimo. En cualquier caso, sufrió un brutal y exitoso ataque incendiario y quedó arrasada. Se desconoce el número de muertos (mayoritariamente civiles indefensos). Las cifras más optimistas hablan de unos 50.000-100.000, algunos historiadores prefieren subir hasta los 300.000 (más que los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki). El hecho de que muchos historiadores revisionistas y neo-nazis hayan magnificado este bombardeo para atacar a E.E.U.U. e Inglaterra (el Holocausto desde el aire, lo llaman) no ayuda a debatir el tema con tranquilidad. Dresde se ha convertido en un símbolo y los símbolos tiene vida propia al margene del mundo académico.
En cualquier caso, el ataque fue atroz y Vonnegut estuvo allí, sobrevivir a él no fue lo peor, lo peor fue que los alemanes decidieron utilizar a los prisioneros de guerra como mano de obra para encargarse de los miles de cadáveres. Tuvo que ser una experiencia espantosa y a Vonnegut le marcó la vida, después de eso es fácil entender porque nunca tuvo mucha fe en el género humano.
Su carrera si inició con una obra mediocre (“La Pianola” 1952) pero pronto alcanzó el favor del público con libros mucho más logrados como “Madre Noche”, “El desayuno de los campeones” o “Dios la bendiga, Mr. Rosewater”, dentro del mainstream.
Sin embargo, sus libros más famosos fueron auténticas novelas de ciencia ficción como “Las sirenas de Titán”, “Cuna de gato”, o “Matadero 5” (donde relató su experiencia en Dresde).
Son libros muy divertidos pero tremendamente negros y deprimentes. El mensaje final que nos queda es que la vida no tiene sentido, no hay trascendencia posible y todo es una especie de broma cruel del universo. Una idea poco atractiva y dura, especialmente por que asusta pensar que Vonnegut está, quizá, cerca de la verdad, pero que el supo hacer atractiva gracias a su humor chispeante y a su tremenda imaginación.
Descanse en paz Kurt Vonnegut Jr. y ojala que surjan autores tan capaces como tú para disfrute de las próximas generaciones.

sábado, abril 14, 2007

El Melocotón Mecánico

“¡A los ricos malacatones! ¡Qué se me acaban oiga, que se me acaban!”.
Juro por mis niños que estos eran los gritos que daba el vendedor de uno de los puestos de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Madrid donde compré este librito hace un año o dos. El tío tenía gracia y el libro estaba insultantemente barato (1-2 euros) así que pique, como no podía ser de otra forma.
Y, leído lo leído, no me arrepiento por que de los cuatro volúmenes que forman la colección de premios El Melocotón Mecánico este es el mejor con diferencia (quizá el III se le acerque).
Desde un punto de vista estético el libro es chocante, más pequeño que uno de bolsillo al uso y con una portada poco afortunada (de colores más bien tristones) es, seamos sinceros, un poco feo. Mi pareja se permitió (una vez más) carcajearse un poco de mí y de las lo que leo. Por dentro la cosa tampoco queda del todo bien, muchas erratas (especialmente en el cuento “Wayc”) y un margen demasiado escaso que dificulta la lectura. Pero hay que ser comprensivo, para tratarse de una de las primeras ediciones de un sello prácticamente amateur, la calidad es bastante aceptable, y más si recordamos lo ajustado del precio (4’20 euros), algo impensable en cualquier otro sitio.
Evidentemente, el mérito de un libro vendrá por lo que hay en su interior y los cuentos de este “Melocotón Mecánico” son un plato bastante suculento.
Ese año se dio el premio ex-aequo a dos relatos brillantes y, personalmente, tampoco me atrevo a deshacer el empate. “Los conejos de la guerra” de José Antonio Cotrina y “La piel y el tiempo” de Antonio Martín Infante son dos historias bastante acertadas y, lo suficientemente diferentes entre sí, como para comprender la decisión del jurado.
El cuento de Cotrina es una experiencia a mitad de camino entre la crítica anti-militarista y el surrealismo más lisérgico. Aunque presenta algunos fallos menores de ambientación histórica, los suple a la perfección con una imaginación desbocada y delirante digna del buen narrador que es.
En cambio, el relato de Martín Infante es una historia bíblica con regusto de ciencia ficción tremendamente original. Buscar la ubicación del infierno (y encontrarlo) en el sitio donde Martín Infante lo hace permite crear un cuento pirotécnico y sorprendente que se lee con deleite.
Pero aún hay algunos relatos más que nos siguen dejando un buen sabor de boca. Caso de “El hacedor de lluvia” de Ignacio Sanz Vallas. Una fantasía a la que sólo se le puede reprochar lo mínimo de su anécdota pero que, en compensación, nos presenta unos personajes muy bien trazados, un universo complejo y novedoso que se dibuja a la perfección con un par de pinceladas y una imaginación para lo desagradable bastante a tener en cuenta. En resumen, un relato encomiable.
También me ha resultado agradable de leer “Se hace camino al andar” de José Carlos Canalda, un cuento sencillo de ciencia ficción, de factura clásica, pero que consigue recrear con acierto los sentimientos de su personaje que se ve empujado a saltar aleatoriamente de un universo paralelo a otro. Canalda acierta plenamente al situar este acontecimiento en un ambiente plenamente constumbrista y convertir lo que para otros sería en el inicio de una aventura tan rutinaria como agotadota, en algo creíble y, a la vez, desconcertante.
Viene luego un grupo de cuentos que, sin ser tan brillantes como los anteriores, mantiene un buen nivel medio a pesar de algunos fallos.
“Bebé a bordo” de Juan Antonio Fernández tiene como único objetivo hacer reír al lector, lo consigue en ocasiones aunque para ello debamos de mantener muy bajas las defensas frente a lo absurdo de muchas de las situaciones que se nos presentan. Probablemente, la mayor pega que se le pueda encontrar a la historia es que suena a ya leída, a cuento de los 50 que se nos ha presentado más de una y más de dos veces.
“Wayc” de Víctor Manuel Gallardo es el más frustrante de todos los relatos de esta colección. Una idea original y bien presentada a pesar de lo manido del tema (la invasión de la Tierra por alienígenas). Lo malo es que el origen y justificación de la invasión es demasiado enrevesado para un cuento tan corto, de tal manera que al terminar la lectura uno se quedas con una sensación rara. Un perfecto ejemplo de cómo algunos cuentos funcionarían mejor como novelas.
“El color de la sangre” de José Gallardo Alarcón es un policiaco ambientado en Madrid un punto delirante y melodramático. Pose un par de buenas ideas (vampiros neo-nazis que masacran inmigrantes) pero las echa a perder por un exceso de sensiblería a la hora de explicar el porqué de los personajes y sus actuaciones y por la forma tan burda en que cae en determinados tópicos.
“La partida” de Salvador Jíménez Gutiérrez será muy del gusto de los aficionados a los juegos de rol ya que, como su título indica, recrea una partida en vivo. Eso sí, una partida muy especial y terrorífica. Aunque la idea no está mal no me acaba de convencer el desarrollo de la trama, demasiado lineal y previsible.
Por último, “Dinony Blues” de Alejandro Domínguez Bazán es un ejercicio de estilo sobre una distopía futura en el cual parece más importante el como se cuenta que el que se cuenta.
En cualquier caso, y a pesar de los altibajos, repito una vez más que estamos ante una muy buena recopilación de cuentos fantásticos y ante el mejor de los tomos de “El Melocotón Mecánico”. Si alguien lo encuentra por ahí que no dude, será barato y merecerá la pena.

martes, abril 10, 2007

Visiones 2001


Afirmo sin dudarlo que existen dos tipos de lectores: los ratones y las ardillas. Los ratones comen cualquier cosa, lo hacen únicamente cuando tienen hambre y para saciar su apetito les vale lo primero que encuentran.
Las ardillas son más exquisitas, suelen tener intereses muy concretos (no se comen cualquier cosa) pero también son tremendamente obsesivas, buscan comida aunque no tengan hambre y almacenan compulsivamente, es como si esperasen la llegada de un largo invierno donde se sentarían alrededor de su botín y degustasen alegremente su tesoro.
Servidor es ardilla y como tal, de vez en cuando me paro a rebuscar por mi despensa y saco a la luz libros comprados hace tiempo e igualmente olvidados. Y este es el caso de este “Visiones 2001”. Hace unos meses leí su gemelo “Fabricantes de Sueños 2001” y se me quedo rondando la idea por el cerebro de echarle mano a su hermanito. Entre mi despiste, el desorden de mi biblioteca y mis muchas ocupaciones lo fui dejando hasta que un día, moviendo libros, me lo encontré y dije ¿por qué no ahora? Y dicho y hecho. Y tengo que decir que “Visiones 2001” es una muy placentera lectura. Una antología que esta por encima de otras muchas (incluidas las de autores más consagrados) y en la que creo notar el sello de su recopilador Luis G. Prado (creador de los Artifex) que consigue algo tan difícil como es lograr una aire de homogeneidad y unidad. Algo realmente encomiable si tenemos en cuenta que casi ninguno de estos cuentos comparte temas con los demás (aunque si longitud, son todos bastante cortitos).
“Quimera” de Oscar Cuevas es una Spasce Opera de rompe y rasga. Un sub-género que parece fácil pero sospecho que escribir una de batallas espaciales no lo es en absoluto. Por lo menos si se intentas conseguir verosimilitud, originalidad y emoción. La única pega de este cuento es que uno querría saber más del universo en el que transcurre.
“Auge y caídas de la biblioteca” de Pablo San Martín es una gozada. Un cuento que podría haber firmado Borges. Una fantasía sobre la invención de historias, su utilización por la política y como estas pueden llegar a ser más reales que la realidad. El cuento con el que más he disfrutado de todo el volumen.
“Día de carnaval” de Alejandro Vidal me ha dejado más frío. Su aire onírico y ambiguo no me acaba de convencer.
“Transferencia” de Ricardo Manzanero es otro de los hallazgos de este libro, breve y muy divertido es casi mejor no destriparlo, sólo decir que va de universos alternativos, de cómo librarse de la basura y de una ucronía muy bien hecha en la que la España del siglo XXI sigue dominada por una dictadura post-franquista.
“Afilada hoja de madera” de Víctor Conde es un buen cuento antimilitarista aunque algo confuso. Cuanta con potentes imágenes visuales, como es habitual en su autor, pero su desarrollo no acaba de ser todo lo redondo que uno hubiese deseado. Aún así deja un buen sabor de boca.
“Hecho con espejos” de Xavier Riesco Riquelme es un surrealista cruce entre la novela negra y Lewis Carrolll, inteligente, original y sin pretensiones, quizás su único defecto sea la ligereza con que el autor se toma un tema que podría dar para mucho más.
“La deuda de tu sangre” de Sergio Azlor es un buen relato de miedo, sencillo y sin pretensiones, que bebe de M. R. James y el terror inglés más clásico pero muy bien hecho y plenamente disfrutable a la par que terrorífico. Otro acierto.
“Magna Viperia Morphis” de José Antonio Fernández Madrigal es el más ambicioso de todos los relatos de este tomo, tanto por lo que cuenta por como lo cuenta. A mi personalmente me ha encantado pero reconozco que a muchos lectores puede dejarles un poco desconcertados. En cualquier caso es un tipo de relato que a mi me gusta y que pocos escritores se atreven a hacer.
“Viaje a la violencia” de Javier Álvarez Mesa entra en el terreno del muy nuestro sub-género de cachava y boina. Esta bien escrito pero, por desgracia, la anécdota en la que se sustenta toda la historia es demasiado escasa como para justificarla. Vamos, mucho ruido y pocas nueces aunque, repito, Álvarez Mesa borda la primera persona y el uso de la jerga.
“Vieja maldición china” de José Antonio del Valle cierra el volumen. Otra ucronía post-franquista pero un tanto fallida. Del Valle juega a ser Philip K. Dick y, por desgracia, no le sale. Una pena ya que hay buenas ideas en el cuento aunque estas no acaben de cuajar.
En resumen, una antología bastante atractiva y que la convierte en un libro a degustar por el todo friki que visite este blog.